La historia de las Bodas de Caná, del día cuando Jesucristo, nuestro Señor, convierte el agua en vino. Es una historia muy conocida aun en el mundo no cristiano, y hoy espero que podamos leer y reflexionar sobre esta lectura bajo la dirección del bendito Espíritu de Dios.
También vamos a revisar dos de las interpretaciones más comunes que tradicionalmente han sobrevivido a través de los tiempos, y de estas interpretaciones también han surgido dos de las preguntas más difíciles que normalmente se han hecho durante el transcurso de la lectura y estudio de estos 12 versículos. Son preguntas que quizás ya nos hemos hecho en algún momento en nuestras vidas. Algunas de estas preguntas pueden ser difíciles de contestar, por tener además en sí mismas interpretaciones distintas, con implicaciones doctrinales que han inclusive causado divisiones a lo largo de por lo menos los últimos 15 siglos de cristianismo.
Sin embargo, aun así, son también preguntas legítimas, y esta es la razón por la cual las analizaremos. La primera es más que nada un asunto estrictamente teológico, y tiene que ver con el supuesto papel o función que María hoy en día desempeña en el mundo. La segunda pregunta tiene que ver más bien con la vida espiritual del creyente, sus acciones y su testimonio personal frente al prójimo, y por consiguiente es uno de esos temas con aplicaciones más prácticas en la vida diaria del creyente.
Espero que la mayoría de nosotros aquí vamos a poder lidiar adecuadamente con estos dos temas tradicionalmente difíciles en interpretación, especialmente el primero que acabo de mencionar, tratando de exponerlas de una forma clara y objetiva. Y, por supuesto, confiando que todos nosotros podemos escuchar y respetar diferentes interpretaciones y respuestas que se han dado sobre este corto pero poderoso pasaje sobre Jesús y la región de Caná de Galilea.
Pero antes, por favor inclinemos nuestros rostros para pedir al Señor que Él sea realmente quien dirija la lectura y el estudio de su palabra.
Tabla de contenidos
Las Bodas de Caná: Versos: 1 – 12
Las bodas de Caná
1 Al tercer día se hicieron unas bodas en Caná de Galilea; y estaba allí la madre de Jesús.
2 Y fueron también invitados a las bodas Jesús y sus discípulos.
3 Y faltando el vino, la madre de Jesús le dijo: No tienen vino.
4 Jesús le dijo: ¿Qué tienes conmigo, mujer? Aún no ha venido mi hora.
5 Su madre dijo a los que servían: Haced todo lo que os dijere.
6 Y estaban allí seis tinajas de piedra para agua, conforme al rito de la purificación de los judíos, en cada una de las cuales cabían dos o tres cántaros.
7 Jesús les dijo: Llenad estas tinajas de agua. Y las llenaron hasta arriba.
8 Entonces les dijo: Sacad ahora, y llevadlo al maestresala. Y se lo llevaron.
9 Cuando el maestresala probó el agua hecha vino, sin saber él de dónde era, aunque lo sabían los sirvientes que habían sacado el agua, llamó al esposo,
10 y le dijo: Todo hombre sirve primero el buen vino, y cuando ya han bebido mucho, entonces el inferior; mas tú has reservado el buen vino hasta ahora.
11 Este principio de señales hizo Jesús en Caná de Galilea, y manifestó su gloria; y sus discípulos creyeron en él.
12 Después de esto descendieron a Capernaum él, su madre, sus hermanos y sus discípulos; y estuvieron allí no muchos días.
Historia detrás de una historia
Una de las características más fascinantes del Evangelio según San Juan es que aquí, detrás de todo relato mencionado, hay también otra historia o lección para aprender. Juan aparentemente no se sintió obligado a escribir sobre todos y cada uno de los milagros de Jesús realizo cuando estuvo en la tierra en forma humana.
Para ese entonces, cuando el Apóstol Juan había empezado a escribir su propia versión sobre los hechos y las enseñanzas del Señor Jesús, ya se habían escrito los tres otros evangelios sobre Jesucristo (los de Mateo, Marcos y Lucas). Y es quizás esta la razón por la cual Juan podría haber sentido que él podía ser más selectivo acerca de las cosas que escribiría, suministrando material fresco para su audiencia inicial y para todos los que después tendríamos la bendición de leer estos nuevos pasajes.
El efecto obvio
Este es entonces uno de esos pasajes “exclusivos”, pues la historia sobre la boda en Caná no está registrada en ningún otro evangelio de la Biblia, y como es característica de este autor, aquí también encontraremos una historia detrás de la historia principal.
Si por ejemplo Juan describía un milagro, él estaba también interesado en ver las reacciones de las personas que verían tal milagro, evento que el autor escogió más bien describir con otra palabra griega que se podría traducir mejor como “señal”, en vez de “milagro”, quizás para enfatizar un propósito teológico en esta historia: Confirmar la divinidad de Jesús y creer en su Persona para nuestra propia salvación (Juan 8:36: 20:31). Porque la verdad era que no todos creían en Jesús al ver sus milagros.
Nosotros pensaríamos que todas las multitudes, al presenciar todos estos increíbles milagros o señales, su reacción natural u obvia seria de aceptar genuinamente a Jesús como el Mesías prometido, el Hijo del Dios Viviente. Pero desafortunadamente para ellos, esto no era siempre así (Juan 12: 37). A las finales, la gran mayoría de sus contemporáneos no aceptaron a Aquel quien hablaba no solo la verdad (cf. Juan 8:45), sino quien también dijo ser la Verdad (Juan 14:6), para la propia perdición eterna de aquellos que ignoran el llamado que Dios hace por medio de su Hijo Unigénito (Juan 3:16).
Hijos de Dios
Esto es algo que Juan lo expuso desde el comienzo de su Evangelio, es decir, que Jesús es el Hijo de Dios.[1] Sin embargo, algunos si creyeron en Jesús por sus milagros (y no solo en sus milagros), y aceptaron con todo su corazón y mente lo que Cristo siempre dijo de Él mismo: ser el Hijo Unigénito de Dios (lo cual significa igual a Dios en su esencia y divinidad, y por eso escribimos “Hijo” con “H” mayúscula). Y así, por medio de Cristo, sus discípulos también podrían llegar a convertirse ellos mismos en hijos de Dios (Juan 1: 12), hijos (con “h” minúscula), no por razones de “linaje” o étnicas, como los judíos pensaban (Juan 8: 33, 39-44), sino por voluntad de Dios Padre.
En este sentido, al aceptar por nuestra decisión propia que Jesús es el Señor, nosotros nos convertimos en hijos adoptados de Dios también, y descubrimos que (quizás de alguna manera u otra que no entendamos 100% bien), esto es lo que Dios ya había escogido antes hacer con nosotros, pues Él ya nos conocía aun antes de nuestro nacimiento (Romanos 8:29).
Las bodas de Caná: La primera Señal de Jesús
También es importante mencionar aquí que, según este Evangelio, esta fue la primera de las «señales» (Juan 2: 11) que el Señor Jesús hizo ante sus discípulos: la señal de transformar el agua en vino (tradicionalmente se identifican 7 señales principales en este evangelio[2]). “Señal” era entonces la palabra que el Apóstol Juan utilizaba para describir estas obras sobrenaturales; sin embargo, los autores de los evangelios previos a San Juan utilizaban el término que en nuestro idioma se traduce comúnmente como “milagros”.
Pero por supuesto, en este caso específico en Caná, un pequeño pueblo al norte de Jerusalén en una región llamada Galilea[3], el Señor fue movido por su amor y compasión hacia esta pareja. El propósito principal de Jesús a la hora de realizar este milagro era entonces el poder ayudar a este matrimonio en los que estoy seguro serían los días más felices de sus vidas, los días que contrajeron matrimonio teniendo como privilegio de tener como invitado al Verbo Encarnado.
Un milagro aparentemente designado a no llamar atención
Como se menciona en el primer capítulo de este Evangelio, los primeros dos discípulos creyeron primero en Jesús por el testimonio poderoso que dio Juan el Bautista sobre el Señor, pero ahora todos los discípulos iban a presenciar el poder de Dios en la tierra a través de un milagro que no fue aparentemente designado para traer la atención de las masas. Esto es lo que algunos comentaristas han opinado pues en el texto se puede deducir claramente que solo los servidores de la boda y los que fueron al matrimonio con el Señor (su madre y sus discípulos) sabían de esta agua transformada en vino.
Con este milagro, quizás Juan el Apóstol también trataba de mostrar otras de las cualidades que Jesús tenía para con los hombres: Su amor y compasión. Y en este caso en particular, Dios muestra su amor y su compasión para con esta pareja en el día más feliz de sus vidas.
Con respecto a su meta principal al escribir el Evangelio, esta señal fue aparentemente seleccionada por el autor para probar que Jesús es el Señor y para que creyendo en Él todos puedan alcanzar la salvación eterna (Juan 20:30-31). Si bien aparentemente Jesucristo hizo esta señal para reforzar la fe de sus primeros discípulos, el autor selecciona esta historia en su narrativa para ayudar a sus lectores iniciales a tener fe en Dios, pero es la providencia del bendito Espíritu Santo, el verdadero autor de este Evangelio, el plan divino de tener esta historia a disposición de todos los discípulos de varias generaciones en todos los lugares del mundo para fortalecer la fe en Cristo Jesús, el Mesías prometido a los judíos y el Hijo del Dios de la creación.
Sin embargo, como veremos más adelante (Juan 2:23-25), las señales y milagros que Jesús generalmente hacía en presencia de todos los demás, aunque podían también producir una fe superficial en Jesús, no producirían siempre un discipulado genuino (más adelante en este capítulo veremos también como a pesar de que algunos judíos creían en Jesús, el Señor no confiaría en ellos, lo cual no dice ya de antemano que no se convirtieron en verdaderos discípulos de Jesús).
Aunque nos desviemos un poquito del tema principal, es entonces ya importante desde ahora aclarar que los milagros de Jesús reforzarían la fe de aquellos que ya creían en el Señor por el poder de su Palabra (que se incluye hoy en día al escuchar no solo sermones en un pulpito sino también testimonios de personas a quien nosotros respetamos). El Logos de Dios, la Palabra o el Evangelio de Jesús, tienen poder suficiente como para producir una nueva creación, pero las señales y milagros por sí solas, pueden solo producir un tipo de fe superficial en aquellos que no se convertirán en discípulos genuinos de Dios.
¿Porque estaba el novio en apuros?
Regresando a nuestra historia, esta era una boda que en la tradición de ese lugar y tiempo demoraba una semana entera. La hospitalidad por parte de los novios era algo que se tomaba extremadamente en serio en esa cultura en particular. Una falla o descuido en la manera que se brindaba su hospitalidad para con los invitados podría tener repercusiones extremadamente negativas en la reputación del novio.
Esto no es una exageración. Si los novios no podrían suplir a sus invitados con una cantidad adecuada de vino, a la pareja se les podría inclusive multar, no importando aun si eran pobres. Esto entonces sería mucho más que un simple acto de vergüenza pública.[4] Podría haber entonces graves consecuencias legales, sociales y financieras. Sé que este tipo de costumbre nos podría parecer extraño para nosotros, pero acuérdense que estamos hablando de una historia que paso hace mucho tiempo atrás en un lugar también muy lejano al nuestro.
El Rol de María la madre de Dios: Posibles Interpretaciones
II-a) Primera interpretación: María como la intercesora
En este contexto había entonces una necesidad que cubrir, un problema que resolver, y así la madre de Jesús le dice a su Hijo que faltaba vino (versículo 3).
Algunos interpretan este simple acto de preocupación fraternal hacia los demás como una prueba que manifiesta algún tipo de rol duradero de parte de María, la madre de Jesús, un papel que se extiende permanentemente como interceptora o mediadora entre Dios y el hombre.[5] Estas personas ven en esta historia en particular una situación análoga, paralela, a lo que ellos entienden que pasa hoy en el cielo. Es decir, según esta interpretación, así como en aquel día en Caná de Galilea, María intercedió ante Cristo a favor de esta joven pareja, así también muchos mantienen que hoy en día que María puede también interceder a favor de los hombres cuando estos le piden bajo oración tal intersección.
Estas son conclusiones que algunos teólogos católicos hacen acerca de María, a la cual se refieren comúnmente también como la Virgen María, y son interpretaciones con las cuales yo muy respetuosamente difiero.
Realmente nada en el texto sugiere, por ejemplo, que la pareja que se estaba casando, o cualquier otro invitado, le pidió a María a interceder por ellos ante Cristo. En aquel tiempo todavía, en aquellos precisos momentos, el Señor no había realizado todavía su primera señal registrada en este Evangelio, y solo algunos pocos seguidores de Juan el Bautista veían a Jesús como el Mesías.
De nuevo, nada aquí sugiere que alguien le rogó a María, la madre de Jesús en la tierra, que intercediese ante Jesús por esta pareja. Por lo menos no en esta historia al comienzo del ministerio de Jesús en la tierra. Aun, si bien es cierto que esta petición si sucedió, eso no indica que este rol de intersección se extendería después de la muerte de María, pues ella, aunque era una mujer muy buena y ejemplar, eventualmente murió como todos los demás.
Segunda interpretación: María como la servidora de Jesús
De acuerdo a la segunda interpretación de estos hechos en particular, y también de acuerdo a todas las Santas Escrituras en general, María fue y sigue siendo hoy en el cielo una discípula y servidora de Señor, como todos los demás hombres y mujeres en el mundo que después de dormir encontraron la vida y salvación eterna en Cristo Jesús.
Además, en ningún lugar de la Biblia hay algún versículo o frase que diga, o aun que sugiera indirectamente que María, o alguna otra persona o ángel, es el intercesor entre Dios y los hombres. Sin embargo, Juan el Apóstol, el mismo autor original de la lectura de hoy, si nos dice más adelante (en Juan 14: 6) que Jesús es el único camino al Padre. Más claramente aun, en 1 Timoteo 2:5, el Pablo declara que “…hay un solo Dios, y un solo mediador entre Dios y los hombres, Jesucristo hombre.” (RVR1960). Entonces, años después de la muerte y resurrección de Jesús, el Apóstol Pablo declara enfáticamente, y en tiempo presente, que el único mediador entre Dios y los hombres es Jesús. Esta es una de esas enseñanzas bíblicas que son, en mi opinión, bastantes directas y claras.
Ahora, con estos últimos comentarios no deseo de ninguna manera quitarle la honra a la mujer quien Dios Padre escogió para llevar en su vientre a su Hijo encarnado, pues al hacer esto, es claro que María debió de ser una mujer piadosa, amorosa, y con una fe digna de ser imitada por muchas. María la madre de Jesús era definitivamente una mujer muy favorecida ante los ojos de Dios, como le anuncio el ángel Gabriel en Lucas 1:28.
Jesús: “¿Qué tienes conmigo?, Mujer”
El tema del carácter de María nos permite también de descartar una posible interpretación errónea que uno podría tomar si uno lee Juan 2:4.
La pregunta que el Señor le hace a su madre parece venir de una frase muy común en el Antiguo Testamento – una pregunta que de acuerdo con nuestra versión se traduce al español como “¿Qué tienes conmigo?” Esta era una frase que era usada para denotar o revelar más que nada distanciamiento: una frase que usualmente se usa en otras partes de la Biblia para ilustrar una diferencia entre dos personas diferentes. Y en este caso, Jesús usa aparentemente esta frase para denotar una diferencia entre Él y María; para expresar una diferencia entre el Creador del universo y una parte de su creación[6].
Entonces, la palabra “Mujer” (la palabra que Jesús para dirigirse a su madre), no era tampoco considerada en esos tiempos como una palabra degradante o inapropiada.[7] El Señor simplemente estaba usando una palabra que, en el contexto de su tiempo y de su ministerio, era apropiada. Quizás hoy en día y en nuestro idioma, si uno llama a su madre así, “mujer”; esto nos podría sonar algo así como una palabra un poquito rara, quizás hasta irrespetuosa. Pero ese no era el caso con esta palabra que se traduce de un griego antiguo y de un dialogo que se realizó muy posiblemente en otro idioma también muy antiguo, el arameo.
La palabra griega que se traduce como “mujer” se refiere a una persona del género femenino, sin ninguna connotación negativa que puede llevar a cabo en nuestro idioma según el contexto con que se usa. El Señor, por consiguiente, no estaba usando de ninguna manera una palabra inapropiada para referirse a su madre en la tierra. Para MacArthur y otros autores, sin embargo, ese termino si denota cierto distanciamiento respetuoso entre Jesús y María.
La frase usada para hacer esta pregunta y la palabra que Jesús utilizo para referirse a María probablemente indican que Jesús ya se estaba enfocando más en su ministerio, la razón por la cual vino a la tierra. El Señor ya había empezado su ministerio divino, y ahora María debería ver a Jesús no tanto como su hijo en la tierra, un miembro de su familia más cercana, sino más que nada como el Hijo de su Dios.
“Al parecer, [el Señor] quiere dejar en claro que ha entrado en una nueva etapa de Su ministerio, y que Su identidad como hijo de ella ha sido eclipsada por Su identidad como Mesías. Su pregunta, ‘¿Qué hay entre tú y yo?’ [otra forma de traducir esta pregunta en el v.4], debe verse como confrontar a María con la nueva relación que debe existir entre los dos a partir de este momento.”[8]
Otras posibles reflexiones y explicaciones
Si nos ponemos a reflexionar sobre esta misma situación nuevamente, quizás ahora desde la perspectiva menos trascendental que María podría haber tenido ante esta situación en particular, podríamos llegar a una conclusión más simple, pero creo yo, más lógica. Después de todo, muchas veces las situaciones más complejas se pueden interpretar mejor con las explicaciones más simples.
Muchas veces las mujeres en general suelen ser mejores observadoras que nosotros los hombres (esto creo que no ha cambiado mucho con el tiempo). María, estaba allí en una celebración muy importante, más importante quizás aun para las mujeres; y estando allí observo que simplemente estaba faltando el vino; y ella sabía que el potencial de que los novios se metieran en una situación vergonzosa, con implicaciones legales, era real y verdadera (nuevamente según el contexto cultural de aquellos lugares vimos antes).
Entonces, viendo las cosas desde esta posible perspectiva, quizás podríamos aceptar la posibilidad de que María simplemente había notado un problema, y que así decide actuar para ayudar a esta pobre pareja de una forma pragmática. Después de todo, para aquel matrimonio, ese sería uno de los eventos más importantes de sus vidas.
Realmente nosotros nunca vamos a saber exactamente en qué María estaba pensando, pero yo creo que la mejor hipótesis seria de que ella decide simplemente actuar sobre un problema; actuar y resolver una situación sin pensar en las futuras consecuencias que este simple acto de preocupación humana por los problemas de los demás podría ocasionar debates teológicos y divisiones religiosas entre católicos y protestantes en generaciones futuras.
Tampoco estaría pensando dentro del contexto del plan divino que Cristo ya había comenzado a ejercer en el mundo. Dios siempre está en control de toda situación, pero aun así, en un acto de amor y omnipotencia que sería imposible para nosotros poder entender del todo, el Señor sin embargo, decide acomodar los deseos de su querida madre en la tierra para así tratar de ayudar a esta joven pareja.
La verdad es que es muy triste pensar que este simple acto de amor y compasión que ella tubo hacia los demás podría traer interpretaciones tan diversas que iban a contribuir a divisiones entre diferentes grupos cristianos. Quizás todo lo que ella simplemente quería hacer era solo ayudar en esos momentos, y como ella no podría realmente hacer nada, humanamente posible, pide la ayuda a su Hijo que era, y es todavía, nadie menos que Dios mismo encarnado en la forma de hombre.
Jesucristo si estaba en una posición muy diferente a la de María. El Señor Jesús si podía ayudar, y cuando se le presenta la oportunidad, Él decide convertir el agua en vino en una historia que se conoce hoy en día como las Bodas de Caná.
¿Ningún rol en la tierra o en el cielo?
Estoy también seguro de que el autor de este evangelio no quiso tampoco fomentar un debate en el futuro sobre el rol o papel que María jugaría en el cielo, y que Juan, el autor de este evangelio, también pensó que la madre de Jesús solo estaba haciendo una petición practica ante una situación precaria. En realidad, en esta petición se debería ver a María como un ser humano que pide a Jesús interceder por ella, aunque realmente no era el problema de María, ella sin embargo es la que hace la petición.
Quizás no sea una exageración decir que muchas veces las mujeres son más sensitivas que los hombres, en cuanto a las necesidades humanas, aunque creo también que ese instinto femenino se esta perdiendo ya en nuestros días.
Nosotros también debemos pedir a Jesucristo que interceda por nosotros y nos ayude con nuestros problemas, sean estas situaciones extremas o problemas cotidianos. Nuestras oraciones pueden ser dirigidas a Cristo (Hechos 7:59-60), pero la forma en que Él nos enseñó hacer esto es pedirle todo directamente a Dios Padre en oración en el Nombre de Jesús (Juan 16:24). Y esto es algo que nosotros los cristianos evangélicos lo hacemos normalmente, sobre todo al final de nuestras oraciones.
Es posible que esta costumbre pueda eventualmente parecer cotidiana, como una parte automática al final de nuestras oraciones, por eso yo personalmente trato de acordarme de este requisito directo usando diferentes frases. Es mi forma particular que me hace acordar que, a la hora de orar, pedir en el Nombre y bajo la Autoridad de Jesús es un acto importante y necesario si de verdad queremos que nuestras oraciones sean contestadas.
Decir “todo esto se lo pedimos en el nombre de Jesús” justo antes del “amén” es algo que no lo debemos de hacer de forma monótona, pero esa es nuestra tendencia humana. Por eso, podemos utilizar varias palabras diferentes y esto nos hará acordar de lo que Jesús clara y directamente nos mandó a hacer. Debemos pedir la intersección de Jesús ante Dios Padre porque Cristo es realmente el único intercesor entre Dios y los hombres. Nosotros también podemos abogar por otros en nuestras oraciones (por nuestros familiares, amigos, vecinos, y últimamente, sobre todo, por las autoridades), pero nuestras peticiones en esos casos también necesitan ser hechas en el Nombre de Aquel que es sobre todo Nombre.
Sus sueños y nuestras preocupaciones en el día del altar:
¿Quiénes de nosotros, por ejemplo, no hemos escuchado a una niña o mujer soñar despierta, hablando de cómo le gustaría que su futura boda se realice, con todos los detalles habidos y por haber? Es casi como una niña de 12 años se vería en un cuento de hadas. Creo que se podría decir entonces sin temor a equivocarme, que las mujeres generalmente son más sensibles a todos los detalles que podrían pasar en una boda.
Por otro lado, nosotros los hombres somos generalmente más sensibles a los gastos que generalmente tenemos que pagar por estos costos, muchas veces excesivos, y en vez de soñar despiertos con el día de la boda, tenemos más bien la tendencia a tener pesadillas de día y de noche de cómo vamos a poder pagar por todas esas cosas.
¿Crisis Providencial?
Por último, otra posible interpretación sobre el rol que María jugo en las bodas de Caná es que ella pensó que esta era sencillamente una crisis providencial. Nadie en este mundo alrededor de Jesús podría conocer mejor a Jesús que la madre que lo vio crecer. Jesús fue un niño primero, después un adolescente, y todos estos años sería difícil para María ver a Jesús como el Creador del universo.
A la misma vez, María podría pensar y meditar constantemente sobre los acontecimientos que pasaron cuando Cristo nació; la revelación del ángel Gabriel; las circunstancias con las que nació Juan el Bautista (el primo de Jesús); y sobre todo esto, más recientemente, María también podría ya haber oído para ese entonces que Juan el Bautista había declarado que Jesús era el Hijo de Dios (Juan 1:34).
Ante esta situación, algunos razonan que quizás María le quiso ayudar a su hijo — o por lo menos a motivarlo — a hacer su primer milagro. Algunos piensan que la madre de Jesús solo quería ayudar a su hijo a empezar ya con su ministerio que Dios Padre le había encomendado en el cielo. Quizás también lo quería hacer porque María habría notado que todavía había ciertas dudas en los corazones de estos primeros 5 o 6 discípulos que siguieron a Jesús (Juan, Andrés, Pedro, Felipe, Natanael, y posiblemente Jacobo el hermano de Juan).
Mientras que nosotros sabemos que Jesús, el Hijo del Dios Perfecto, no necesitaría de ninguna ayuda, apoyo, o motivación por parte de su madre para hacer su primer milagro y así empezar su ministerio con más “credibilidad”; aun así, es quizás importante saber sobre esta interpretación, que algunos piensan que María si podría haber pensado que ella podría ayudar. Después de todo, aunque María era una mujer buena y piadosa, ella era también un ser humano, con todos sus defectos y virtudes, y quizás al ser también su madre, ella lo que más quería y deseaba en el mundo era ayudar a su Hijo carnal a empezar la misión que Dios, el verdadero Padre de Jesús, le había encomendado.
¿Por qué Jesús decide dar vino a los hombres?
Hablemos ahora sobre la decisión de Cristo de dar a los hombres vino, una bebida que, por supuesto, en esos tiempos era también alcohólica, pero primero les quisiera hacer unas preguntas.
¿Algunos de ustedes saben porque cuando María dice “no tienen vino”, Jesús le responde después “aún no ha venido mi hora”? ¿Alguno de ustedes sabe o se imagina porque Jesús pudo haber usado la frase “aún no ha venido mi hora”? (versículo 4).
Lo más posible que Jesús estuviera haciendo referencia al vino que representaría su sangre; la sangre que iba a derramar por el perdón de nuestros pecados. Pues como mostró más adelante, en la Última Cena que Él tuvo con los discípulos, Jesús instituye la celebración de la Pascua para conmemorar su muerte en la cruz y sobre todo su resurrección.
En la Pascua cristiana, el pan sin levadura simbolizaría su carne, y el vino que tomaríamos representaría la sangre que Cristo derramó por amor a nosotros los pecadores. El objetivo de la Santa Cena es conmemorar la muerte de Cristo en la Cruz y para reflexionar también sobre nuestra propia cruz, si estamos realmente caminando en la vía difícil pero derecha. Es un acto simbólico que nos obliga a reflexionar sobre nosotros mismos, si somos dignos a participar de tal Cena.
¿Cantidad o Calidad?
Entonces, había allí 6 tinajas o jarras vacías a las cuales se le añadió de agua. En cantidad o volumen, se calcula que estas podrían llevar de 120 a 180 galones. Una cantidad enorme de vino, pero la cantidad de los invitados también lo era. Solo Jesús con su mamá, sus discípulos y posiblemente sus hermanos, todos ellos eran como 11 personas en total como mínimo (Jesús tenía cuatro hermanos, según Mateo 13: 55-56, un número que no se sabe de hermanas, y en esos momentos 5 o 6 discípulos).
Además, estas bodas no duraban un día o una tarde, como en nuestros tiempos, sino una semana entera. Entonces iban a necesitar mucho vino para una cantidad enorme de invitados que festejarían esta boda por varios días. Pero quizás más significativo que la cantidad, era la calidad de vino, y este era vino de buena calidad. Como todo lo que Dios hace, Dios lo hace bueno (cf. Génesis 1:31). Tanto que el propio maestresala dijo que era buen vino. Esta era la persona que estaba preparada en la administración de la boda.
¿Estarían Ebrios?
Notamos que el maestresala también le dice al novio que lo que se hace generalmente es servir el buen vino primero, y después cuando ya los invitados hayan bebido mucho, se sirve el vino de inferior calidad (versículo 10). Entonces, lo que el maestresala realmente estaba diciendo es que cuando los invitados estaban “picados” (quizás no ebrios pero picados), entonces se le servía el vino de inferior calidad para que no se dieran cuenta de ello.
Se ha argumentado en el pasado que lo que servían en realidad era jugo de uva, pero no creo que en aquellos tiempos existían los procesos químicos necesarios para evitar la fermentación del jugo de la uva por más de una semana. Hay un término bíblico que pudiera quizás referirse a esto: el mosto. Cristo, por supuesto, podría haber hecho eso también, pues poder no le faltaba. Pero nada en el texto sugiere eso.
¿Es tomar licor pecado?
Este relato nos puede llevar a preguntarnos a nosotros mismos una pregunta: si ante los ojos de Dios es pecado o no tomar vino. Y desafortunadamente, a través de los siglos, estoy seguro de que muchas personas han tratado de justificar el uso y el abuso del alcohol citando como evidencia el milagro que Jesús hizo en las Bodas de Caná.
Estoy seguro de que eso no es exactamente lo que Jesús quiso enseñar.
La verdad de que en ciertas ocasiones especiales de aquellos tiempos (bodas, celebraciones religiosas, rituales, etc.), estaba bien tomar una cantidad moderada de vino hasta sentirse bien — hasta sentirse “alegre”. En Salmos 104: 15, por ejemplo, David parece justificar la costumbre de tomar el vino para alegrar el “corazón del hombre”. Quizás aún más directamente, Eclesiastés 9:7 pareciera inclusive promover el consumo del vino con las comidas o meriendas “Anda, y come tu pan con gozo, y bebe tu vino con alegre corazón; porque tus obras ya son agradables a Dios.”
Quizás algunos podrían usar estos versículos para tratar de argüir que en nuestros propios tiempos también es lícito, ante los ojos de Dios, tomar con moderación. Pero entonces uno también tendría que considerar otras implicaciones, tanto las de salud como las legales.
Por ejemplo, ¿cómo uno podría definir legalmente el término “moderación”? Es fácil cuantificar la cantidad de bebidas alcohólicas que uno toma, pero nuestros propios cuerpos ofrecen resistencia al estado de embriaguez en diferentes magnitudes. Sobre esto, lo que es legal en una ciudad o país puede ser diferente en otra, sobre todo a la hora de manejar. Unos se podrían hasta jactar a que ellos pueden “aguantar” dos o tres cervezas tranquilo, pero la policía que es la que escribe las multas de tráfico podría pensar diferente, según las leyes del lugar.
Otra consideración extremadamente importante es para los que sí han sido alcohólicos anteriormente. Considere las presiones sociales a la hora de tomar alcohol en grupo; estas personas podrían así comenzar todo su horrendo vicio de nuevo. En estos casos, es mejor evitar totalmente esta tentación. Uno debe tener cuidad con asistir a reuniones donde este tipo de situaciones se podrían presentar.
Tomar bebidas alcohólicas pueden tener consecuencias legales, económicas y hasta de salud que uno debe tener en cuenta.
En cuanto a lo espiritual, que es lo que más tratamos aquí, también uno tendría que considerar el hecho que quizás, aunque uno crea en el corazón que es licito tomar un poco de vino en el matrimonio de tu hermano, por ejemplo, tendrías que ver como este simple acto podría afectar tu testimonio como cristiano, y si otros te podrían acusar de ser hipócrita o de usar dobles estándares. Vivimos en tiempos de gracia, y creo que tenemos libertades, pero que no debemos abusarlas. Aunque todo nos sea licito, no todo nos conviene (ver 1 Corintios 10:23-26 que, aunque habla de comer carne, creo que es una enseñanza que se aplica también al tema general de mantener un buen testimonio ante hermanos que puedan pensar diferente).
Por otro lado, también quisiera compartir con ustedes una parte de un mensaje que San Pablo escribió a los Gálatas. En la epístola de este mismo nombre, Gálatas, capitulo 5, versículos 19 al 21, San Pablo dice que las “borracheras” son obra de la carne, entre otras cosas (como lo son también las relaciones sexuales ilícitas, hechicerías, enemistades, pleitos, celos, contiendas, herejías, etc.). Los que practican tales cosas no van a heredar el reino de Dios (1 Corintios 6:9-10)
Hay también otros pasajes, pero creo que la Biblia nos enseña claramente que la costumbre de tomar demasiado, llegar a un estado de embriaguez, no es compatible con la vida cristiana.
Conclusión
En resumen, hoy hemos visto uno de los milagros más hermosos que Jesús hizo cuando caminaba físicamente en la tierra, el milagro de convertir el agua en vino durante las Bodas de Caná. Fue una “señal”, como Juan el autor la describía, que aparentemente fue hecho como un milagro en “demanda”; es decir, no fue realmente designado para llamar la atención de las muchedumbres, pero que si sirvió para fortalecer la fe de los primeros cinco discípulos de Jesús y sobre todo para ayudar a una joven pareja en lo que bien podría ser los días más felices de sus vidas.
También hablamos de que si bien es cierto que la madre de Jesús intercedió a favor de esa pareja para que Jesucristo hiciera el milagro de convertir el agua en vino, esto no significa que ella está ahora en el cielo intercediendo por nosotros los pecadores. Por lo menos no hay evidencia en la Biblia sobre eso. Lo que sí es claro que Cristo dijo que Él es el camino, la verdad y la vida, y que nadie, repito nadie, viene al Padre sino por medio de Jesús. Esto también es importante de acordarnos porque hay sectas y religiones por allí que creen que hay varios caminos o formas de llegar al cielo. Esto no es verdad.
El hecho de que Jesucristo convirtió el agua en vino en las Bodas de Caná no significa en sí, que Dios aprobaría el abuso del alcohol en nuestros días. San Pablo también específicamente nos menciona que las personas que andan en borracheras o contiendas no van a heredar el reino de Dios.
Por último, notemos que este milagro fue la primera de las siete señales que Juan nos menciona en su Evangelio. Él también nos dice que todos estas señales o milagros se escribieron para que nosotros creamos que Jesús es el Cristo, el Hijo de Dios, y para que creyendo tengamos vida en su nombre. Este es tópico central de este precioso Evangelio, el cual se menciona estratégicamente casi al final del mismo, es decir, en Juan 20:30-31.
Notas:
[1] Ver Juan 1:34, por ejemplo, en las palabras de Juan el Bautista donde al Señor se le describe enfáticamente como el “Hijo de Dios”. Este testimonio es importante porque el Bautista hizo una declaración no solo de tipo personal, como la que uno daría a sus familiares y amigos, sino además una declaración con claras repercusiones legales, proféticas y teológicas. Notar también como en Juan 3:16 el Propio Señor Jesús se menciona a si mismo en tercera persona, como era hay veces su costumbre hacer (quizás por motivos de énfasis), y en este caso añadiendo el adjetivo “Unigénito” al sustantivo «Hijo«. En este contexto en particular, Unigénito significa que Jesús es el Hijo Único de Dios Padre, es decir, en cuanto a su esencia y naturaleza divina. Nosotros también podemos ser hijos adoptados de Dios, pero no por eso podemos decir que somos como dioses.
[2] De hecho, se habla incluso del “Libro de Señales”, identificándolo con los 12 primeros capítulos del Evangelio según San Juan (ver: https://en.wikipedia.org/wiki/Book_of_Signs). Se identifican tradicionalmente como las Siete Señales del Evangelio de Juan a las siguientes:
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- El milagro de convertir el agua en vino en Caná (en Juan 2:1-11, cf. el “principio de señales” en v. 11)
- La curación del hijo de un oficial del rey en Capernaúm (Juan 4: 46-54)
- La sanación del paralítico en Betesda (Juan 5: 1-15)
- La alimentación de los cinco mil (Juan 6: 5-14)
- Jesús camina sobre el agua (Juan 6: 16-24)
- La sanación a un ciego de nacimiento (Juan 9: 1-7)
- La resurrección de Lázaro (Juan 11: 1-45)
El milagro más grande que este y los otros tres evangelios mencionan es, por supuesto, la Resurrección de Cristo en la Cruz; y este podría ser mencionado como una categoría separada. Es además doctrina esencial cristiana. Es el milagro que debería ser suficiente para creer en el Señor Jesús, uno que fortalece nuestra fe y nos produce esperanza en el futuro. No hay más milagros necesarios que Dios tenga que hacer en el día de hoy para creer genuinamente en Cristo Jesús. Pero, en mi opinión, el milagro más grande que Dios hizo en aquellos tiempos y que continúa haciendo hoy en día es transformar la vida y los corazones de aquellos que siguen fielmente los caminos del Señor. El milagro más grande y de todos los tiempos: el milagro del nuevo nacimiento (Juan 3:3; 2 Corintios 5:17).
[3] Caná estaba cerca a otro pueblo, Nazaret, donde el Señor creció (aunque Jesús había nacido en Belén, ver Mateo 2:1). Estas dos aldeas estaban en la misma región de Galilea, y por eso las personas en esos tiempos describían generalmente al Señor como nazareno o galileo (ver por ej. Juan 1:45-46).
[4] Morris: “En esta ocasión, el vino se acabó antes del final de la fiesta. Esto significó algo más que la interrupción de las festividades. Hubo algo así como un insulto a los anfitriones, porque no habían cumplido plenamente con los deberes de la hospitalidad. Esto puede indicar que eran pobres y habían hecho la provisión mínima, esperando lo mejor. También es posible que la falta de vino supusiera otra vergüenza, ya que hizo que la familia del novio pudiera ser demandada. Estaban legalmente obligados a proporcionar una fiesta de un cierto nivel.” Leon Morris, The Gospel according to John, The New International Commentary on the New Testament (Grand Rapids, MI: Wm. B. Eerdmans Publishing Co., 1995), 157–158.
[5] Mulcahy: “Juan nos dice: ‘Este, el primero de sus signos, lo hizo Jesús en Caná de Galilea, y manifestó su gloria; y sus discípulos creyeron en él’ (2:11). María intervino en Caná por las necesidades de los demás, por lo que continúa haciendo intercesión celestial por las necesidades de los santos en la tierra (ICSB confiando en CCC 969).” Intercesión Notable de María en Caná por Thomas L. Mulcahy, M.A (nombre del artículo el inglés original Mary’s Remarkable Intercession at Cana, visitado el 27 de Febrero del 2021). Ver también https://catholicstand.com/the-power-of-a-queen-marys-intercession/. Se recomienda leer estos dos artículos, como todo lo demás, en contexto.
[6] De la Biblia de Estudio de MacArthur: “Qué tienes conmigo. Esta expresión, común en el idioma semítico (Jueces 11:12; 2 Samuel 16:10), ponía siempre distancia entre las dos partes y denotaba cierto reproche por parte del que hablaba. El tono de Jesús no fue áspero, pero sí severo. La frase cuestiona lo que hay en común entre las dos partes. El motivo del comentario de Jesús era su convicción del propósito de su misión en la tierra por la cual supeditaba a su cumplimiento todas las actividades. María debía reconocerlo no tanto como el hijo a quien había criado, sino como al Mesías prometido y al Hijo de Dios.” Más adelante, en la traducción de esta misma Biblia de Estudio se añade: “mujer. El término no es necesariamente descortés, pero produce un distanciamiento entre Jesús y su madre, así como de su petición. Quizá su equivalente sea “señora”.” John MacArthur, Biblia de Estudio MacArthur (Nashville, TN: Thomas Nelson, 1997), Jn 2:4.
[7] La palabra utilizada por Jesús para dirigirse a su madre, “mujer”, es “una expresión de distancia cortés, al igual que su pregunta para ella.” Crossway Bibles, The ESV Study Bible (Wheaton, IL: Crossway Bibles, 2008), 2022.
[8] Jack Wilson Stallings, The Gospel of John, ed. Robert E. Picirilli, First Edition, The Randall House Bible Commentary (Nashville, TN: Randall House Publications, 1989), 42.