Las bodas de Caná – Capítulo 2: 1 – 12

La historia de las Bodas de Caná, del día cuando Jesucristo, nuestro Señor, convierte el agua en vino.  Es una historia muy conocida aun en el mundo no cristiano, y hoy espero que podamos leer y reflexionar sobre esta lectura bajo la dirección del bendito Espíritu de Dios.

También vamos a revisar dos de las interpretaciones más comunes que tradicionalmente han sobrevivido a través de los tiempos, y de estas interpretaciones también han surgido dos de las preguntas más difíciles que normalmente se han hecho durante el transcurso de la lectura y estudio de estos 12 versículos.  Son preguntas que quizás ya nos hemos hecho en algún momento en nuestras vidas.  Algunas de estas preguntas pueden ser difíciles de contestar, por tener además en sí mismas interpretaciones distintas, con implicaciones doctrinales que han inclusive causado divisiones a lo largo de por lo menos los últimos 15 siglos de cristianismo.

Sin embargo, aun así, son también preguntas legítimas, y esta es la razón por la cual las analizaremos.  La primera es más que nada un asunto estrictamente teológico, y tiene que ver con el supuesto papel o función que María hoy en día desempeña en el mundo.  La segunda pregunta tiene que ver más bien con la vida espiritual del creyente, sus acciones y su testimonio personal frente al prójimo, y por consiguiente es uno de esos temas con aplicaciones más prácticas en la vida diaria del creyente.

Espero que la mayoría de nosotros aquí vamos a poder lidiar adecuadamente con estos dos temas tradicionalmente difíciles en interpretación, especialmente el primero que acabo de mencionar, tratando de exponerlas de una forma clara y objetiva.  Y, por supuesto, confiando que todos nosotros podemos escuchar y respetar diferentes interpretaciones y respuestas que se han dado sobre este corto pero poderoso pasaje sobre Jesús y la región de Caná de Galilea.

Pero antes, por favor inclinemos nuestros rostros para pedir al Señor que Él sea realmente quien dirija la lectura y el estudio de su palabra.

Las Bodas de Caná: Versos: 1 – 12

Las bodas de Caná
1 Al tercer día se hicieron unas bodas en Caná de Galilea; y estaba allí la madre de Jesús.
2 Y fueron también invitados a las bodas Jesús y sus discípulos.
3 Y faltando el vino, la madre de Jesús le dijo: No tienen vino.
4 Jesús le dijo: ¿Qué tienes conmigo, mujer? Aún no ha venido mi hora.
5 Su madre dijo a los que servían: Haced todo lo que os dijere.
6 Y estaban allí seis tinajas de piedra para agua, conforme al rito de la purificación de los judíos, en cada una de las cuales cabían dos o tres cántaros.
7 Jesús les dijo: Llenad estas tinajas de agua. Y las llenaron hasta arriba.
8 Entonces les dijo: Sacad ahora, y llevadlo al maestresala. Y se lo llevaron.
9 Cuando el maestresala probó el agua hecha vino, sin saber él de dónde era, aunque lo sabían los sirvientes que habían sacado el agua, llamó al esposo,
10 y le dijo: Todo hombre sirve primero el buen vino, y cuando ya han bebido mucho, entonces el inferior; mas tú has reservado el buen vino hasta ahora.
11 Este principio de señales hizo Jesús en Caná de Galilea, y manifestó su gloria; y sus discípulos creyeron en él.
12 Después de esto descendieron a Capernaum él, su madre, sus hermanos y sus discípulos; y estuvieron allí no muchos días.

Historia detrás de una historia

Una de las características más fascinantes del Evangelio según San Juan es que aquí, detrás de todo relato mencionado, hay también otra historia o lección para aprender.  Juan aparentemente no se sintió obligado a escribir sobre todos y cada uno de los milagros de Jesús realizo cuando estuvo en la tierra en forma humana.

Para ese entonces, cuando el Apóstol Juan había empezado a escribir su propia versión sobre los hechos y las enseñanzas del Señor Jesús, ya se habían escrito los tres otros evangelios sobre Jesucristo (los de Mateo, Marcos y Lucas).  Y es quizás esta la razón por la cual Juan podría haber sentido que él podía ser más selectivo acerca de las cosas que escribiría, suministrando material fresco para su audiencia inicial y para todos los que después tendríamos la bendición de leer estos nuevos pasajes.

El efecto obvio

Este es entonces uno de esos pasajes “exclusivos”, pues la historia sobre la boda en Caná no está registrada en ningún otro evangelio de la Biblia, y como es característica de este autor, aquí también encontraremos una historia detrás de la historia principal.

Si por ejemplo Juan describía un milagro, él estaba también interesado en ver las reacciones de las personas que verían tal milagro, evento que el autor escogió más bien describir con otra palabra griega que se podría traducir mejor como “señal”, en vez de “milagro”, quizás para enfatizar un propósito teológico en esta historia: Confirmar la divinidad de Jesús y creer en su Persona para nuestra propia salvación (Juan 8:36: 20:31).  Porque la verdad era que no todos creían en Jesús al ver sus milagros.

Nosotros pensaríamos que todas las multitudes, al presenciar todos estos increíbles milagros o señales, su reacción natural u obvia seria de aceptar genuinamente a Jesús como el Mesías prometido, el Hijo del Dios Viviente.  Pero desafortunadamente para ellos, esto no era siempre así (Juan 12: 37).  A las finales, la gran mayoría de sus contemporáneos no aceptaron a Aquel quien hablaba no solo la verdad (cf. Juan 8:45), sino quien también dijo ser la Verdad (Juan 14:6), para la propia perdición eterna de aquellos que ignoran el llamado que Dios hace por medio de su Hijo Unigénito (Juan 3:16).

Hijos de Dios

Esto es algo que Juan lo expuso desde el comienzo de su Evangelio, es decir, que Jesús es el Hijo de Dios.[1]  Sin embargo, algunos si creyeron en Jesús por sus milagros (y no solo en sus milagros), y aceptaron con todo su corazón y mente lo que Cristo siempre dijo de Él mismo: ser el Hijo Unigénito de Dios (lo cual significa igual a Dios en su esencia y divinidad, y por eso escribimos “Hijo” con “H” mayúscula).  Y así, por medio de Cristo, sus discípulos también podrían llegar a convertirse ellos mismos en hijos de Dios (Juan 1: 12), hijos (con “h” minúscula), no por razones de “linaje” o étnicas, como los judíos pensaban (Juan 8: 33, 39-44), sino por voluntad de Dios Padre.

En este sentido, al aceptar por nuestra decisión propia que Jesús es el Señor, nosotros nos convertimos en hijos adoptados de Dios también, y descubrimos que (quizás de alguna manera u otra que no entendamos 100% bien), esto es lo que Dios ya había escogido antes hacer con nosotros, pues Él ya nos conocía aun antes de nuestro nacimiento (Romanos 8:29).

Las bodas de Caná: La primera Señal de Jesús

También es importante mencionar aquí que, según este Evangelio, esta fue la primera de las «señales» (Juan 2: 11) que el Señor Jesús hizo ante sus discípulos: la señal de transformar el agua en vino (tradicionalmente se identifican 7 señales principales en este evangelio[2]).  “Señal” era entonces la palabra que el Apóstol Juan utilizaba para describir estas obras sobrenaturales; sin embargo, los autores de los evangelios previos a San Juan utilizaban el término que en nuestro idioma se traduce comúnmente como “milagros”.

Pero por supuesto, en este caso específico en Caná, un pequeño pueblo al norte de Jerusalén en una región llamada Galilea[3], el Señor fue movido por su amor y compasión hacia esta pareja.  El propósito principal de Jesús a la hora de realizar este milagro era entonces el poder ayudar a este matrimonio en los que estoy seguro serían los días más felices de sus vidas, los días que contrajeron matrimonio teniendo como privilegio de tener como invitado al Verbo Encarnado.

Un milagro aparentemente designado a no llamar atención

Como se menciona en el primer capítulo de este Evangelio, los primeros dos discípulos creyeron primero en Jesús por el testimonio poderoso que dio Juan el Bautista sobre el Señor, pero ahora todos los discípulos iban a presenciar el poder de Dios en la tierra a través de un milagro que no fue aparentemente designado para traer la atención de las masas.  Esto es lo que algunos comentaristas han opinado pues en el texto se puede deducir claramente que solo los servidores de la boda y los que fueron al matrimonio con el Señor (su madre y sus discípulos) sabían de esta agua transformada en vino.

Con este milagro, quizás Juan el Apóstol también trataba de mostrar otras de las cualidades que Jesús tenía para con los hombres: Su amor y compasión.  Y en este caso en particular, Dios muestra su amor y su compasión para con esta pareja en el día más feliz de sus vidas.

Con respecto a su meta principal al escribir el Evangelio, esta señal fue aparentemente seleccionada por el autor para probar que Jesús es el Señor y para que creyendo en Él todos puedan alcanzar la salvación eterna (Juan 20:30-31).  Si bien aparentemente Jesucristo hizo esta señal para reforzar la fe de sus primeros discípulos, el autor selecciona esta historia en su narrativa para ayudar a sus lectores iniciales a tener fe en Dios, pero es la providencia del bendito Espíritu Santo, el verdadero autor de este Evangelio, el plan divino de tener esta historia a disposición de todos los discípulos de varias generaciones en todos los lugares del mundo para fortalecer la fe en Cristo Jesús, el Mesías prometido a los judíos y el Hijo del Dios de la creación.

Sin embargo, como veremos más adelante (Juan 2:23-25), las señales y milagros que Jesús generalmente hacía en presencia de todos los demás, aunque podían también producir una fe superficial en Jesús, no producirían siempre un discipulado genuino (más adelante en este capítulo veremos también como a pesar de que algunos judíos creían en Jesús, el Señor no confiaría en ellos, lo cual no dice ya de antemano que no se convirtieron en verdaderos discípulos de Jesús).

Aunque nos desviemos un poquito del tema principal, es entonces ya importante desde ahora aclarar que los milagros de Jesús reforzarían la fe de aquellos que ya creían en el Señor por el poder de su Palabra (que se incluye hoy en día al escuchar no solo sermones en un pulpito sino también testimonios de personas a quien nosotros respetamos).  El Logos de Dios, la Palabra o el Evangelio de Jesús, tienen poder suficiente como para producir una nueva creación, pero las señales y milagros por sí solas, pueden solo producir un tipo de fe superficial en aquellos que no se convertirán en discípulos genuinos de Dios.

¿Porque estaba el novio en apuros?

Regresando a nuestra historia, esta era una boda que en la tradición de ese lugar y tiempo demoraba una semana entera.  La hospitalidad por parte de los novios era algo que se tomaba extremadamente en serio en esa cultura en particular.   Una falla o descuido en la manera que se brindaba su hospitalidad para con los invitados podría tener repercusiones extremadamente negativas en la reputación del novio.

Esto no es una exageración.  Si los novios no podrían suplir a sus invitados con una cantidad adecuada de vino, a la pareja se les podría inclusive multar, no importando aun si eran pobres.  Esto entonces sería mucho más que un simple acto de vergüenza pública.[4]  Podría haber entonces graves consecuencias legales, sociales y financieras.  Sé que este tipo de costumbre nos podría parecer extraño para nosotros, pero acuérdense que estamos hablando de una historia que paso hace mucho tiempo atrás en un lugar también muy lejano al nuestro.

El Rol de María la madre de Dios: Posibles Interpretaciones

II-a) Primera interpretación: María como la intercesora

En este contexto había entonces una necesidad que cubrir, un problema que resolver, y así la madre de Jesús le dice a su Hijo que faltaba vino (versículo 3).

Algunos interpretan este simple acto de preocupación fraternal hacia los demás como una prueba que manifiesta algún tipo de rol duradero de parte de María, la madre de Jesús, un papel que se extiende permanentemente como interceptora o mediadora entre Dios y el hombre.[5]  Estas personas ven en esta historia en particular una situación análoga, paralela, a lo que ellos entienden que pasa hoy en el cielo.  Es decir, según esta interpretación, así como en aquel día en Caná de Galilea, María intercedió ante Cristo a favor de esta joven pareja, así también muchos mantienen que hoy en día que María puede también interceder a favor de los hombres cuando estos le piden bajo oración tal intersección.

Estas son conclusiones que algunos teólogos católicos hacen acerca de María, a la cual se refieren comúnmente también como la Virgen María, y son interpretaciones con las cuales yo muy respetuosamente difiero.

Realmente nada en el texto sugiere, por ejemplo, que la pareja que se estaba casando, o cualquier otro invitado, le pidió a María a interceder por ellos ante Cristo.  En aquel tiempo todavía, en aquellos precisos momentos, el Señor no había realizado todavía su primera señal registrada en este Evangelio, y solo algunos pocos seguidores de Juan el Bautista veían a Jesús como el Mesías.

De nuevo, nada aquí sugiere que alguien le rogó a María, la madre de Jesús en la tierra, que intercediese ante Jesús por esta pareja.  Por lo menos no en esta historia al comienzo del ministerio de Jesús en la tierra.  Aun, si bien es cierto que esta petición si sucedió, eso no indica que este rol de intersección se extendería después de la muerte de María, pues ella, aunque era una mujer muy buena y ejemplar, eventualmente murió como todos los demás.

Segunda interpretación: María como la servidora de Jesús

De acuerdo a la segunda interpretación de estos hechos en particular, y también de acuerdo a todas las Santas Escrituras en general, María fue y sigue siendo hoy en el cielo una discípula y servidora de Señor, como todos los demás hombres y mujeres en el mundo que después de dormir encontraron la vida y salvación eterna en Cristo Jesús.

Además, en ningún lugar de la Biblia hay algún versículo o frase que diga, o aun que sugiera indirectamente que María, o alguna otra persona o ángel, es el intercesor entre Dios y los hombres.  Sin embargo, Juan el Apóstol, el mismo autor original de la lectura de hoy, si nos dice más adelante (en Juan 14: 6) que Jesús es el único camino al Padre.  Más claramente aun, en 1 Timoteo 2:5, el Pablo declara que “…hay un solo Dios, y un solo mediador entre Dios y los hombres, Jesucristo hombre.” (RVR1960).  Entonces, años después de la muerte y resurrección de Jesús, el Apóstol Pablo declara enfáticamente, y en tiempo presente, que el único mediador entre Dios y los hombres es Jesús.  Esta es una de esas enseñanzas bíblicas que son, en mi opinión, bastantes directas y claras.

Ahora, con estos últimos comentarios no deseo de ninguna manera quitarle la honra a la mujer quien Dios Padre escogió para llevar en su vientre a su Hijo encarnado, pues al hacer esto, es claro que María debió de ser una mujer piadosa, amorosa, y con una fe digna de ser imitada por muchas.  María la madre de Jesús era definitivamente una mujer muy favorecida ante los ojos de Dios, como le anuncio el ángel Gabriel en Lucas 1:28.

Jesús: “¿Qué tienes conmigo?, Mujer”

El tema del carácter de María nos permite también de descartar una posible interpretación errónea que uno podría tomar si uno lee Juan 2:4.

La pregunta que el Señor le hace a su madre parece venir de una frase muy común en el Antiguo Testamento – una pregunta que de acuerdo con nuestra versión se traduce al español como “¿Qué tienes conmigo?”  Esta era una frase que era usada para denotar o revelar más que nada distanciamiento: una frase que usualmente se usa en otras partes de la Biblia para ilustrar una diferencia entre dos personas diferentes.  Y en este caso, Jesús usa aparentemente esta frase para denotar una diferencia entre Él y María; para expresar una diferencia entre el Creador del universo y una parte de su creación[6].

Entonces, la palabra “Mujer” (la palabra que Jesús para dirigirse a su madre), no era tampoco considerada en esos tiempos como una palabra degradante o inapropiada.[7]  El Señor simplemente estaba usando una palabra que, en el contexto de su tiempo y de su ministerio, era apropiada.  Quizás hoy en día y en nuestro idioma, si uno llama a su madre así, “mujer”; esto nos podría sonar algo así como una palabra un poquito rara, quizás hasta irrespetuosa.  Pero ese no era el caso con esta palabra que se traduce de un griego antiguo y de un dialogo que se realizó muy posiblemente en otro idioma también muy antiguo, el arameo.

La palabra griega que se traduce como “mujer” se refiere a una persona del género femenino, sin ninguna connotación negativa que puede llevar a cabo en nuestro idioma según el contexto con que se usa.  El Señor, por consiguiente, no estaba usando de ninguna manera una palabra inapropiada para referirse a su madre en la tierra.  Para MacArthur y otros autores, sin embargo, ese termino si denota cierto distanciamiento respetuoso entre Jesús y María.

La frase usada para hacer esta pregunta y la palabra que Jesús utilizo para referirse a María probablemente indican que Jesús ya se estaba enfocando más en su ministerio, la razón por la cual vino a la tierra.  El Señor ya había empezado su ministerio divino, y ahora María debería ver a Jesús no tanto como su hijo en la tierra, un miembro de su familia más cercana, sino más que nada como el Hijo de su Dios

Al parecer, [el Señor] quiere dejar en claro que ha entrado en una nueva etapa de Su ministerio, y que Su identidad como hijo de ella ha sido eclipsada por Su identidad como Mesías. Su pregunta, ‘¿Qué hay entre tú y yo?’ [otra forma de traducir esta pregunta en el v.4], debe verse como confrontar a María con la nueva relación que debe existir entre los dos a partir de este momento.[8]

Otras posibles reflexiones y explicaciones

Si nos ponemos a reflexionar sobre esta misma situación nuevamente, quizás ahora desde la perspectiva menos trascendental que María podría haber tenido ante esta situación en particular, podríamos llegar a una conclusión más simple, pero creo yo, más lógica.  Después de todo, muchas veces las situaciones más complejas se pueden interpretar mejor con las explicaciones más simples.

Muchas veces las mujeres en general suelen ser mejores observadoras que nosotros los hombres (esto creo que no ha cambiado mucho con el tiempo).  María, estaba allí en una celebración muy importante, más importante quizás aun para las mujeres; y estando allí observo que simplemente estaba faltando el vino; y ella sabía que el potencial de que los novios se metieran en una situación vergonzosa, con implicaciones legales, era real y verdadera (nuevamente según el contexto cultural de aquellos lugares vimos antes).

Entonces, viendo las cosas desde esta posible perspectiva, quizás podríamos aceptar la posibilidad de que María simplemente había notado un problema, y que así decide actuar para ayudar a esta pobre pareja de una forma pragmática.  Después de todo, para aquel matrimonio, ese sería uno de los eventos más importantes de sus vidas.

Realmente nosotros nunca vamos a saber exactamente en qué María estaba pensando, pero yo creo que la mejor hipótesis seria de que ella decide simplemente actuar sobre un problema; actuar y resolver una situación sin pensar en las futuras consecuencias que este simple acto de preocupación humana por los problemas de los demás podría ocasionar debates teológicos y divisiones religiosas entre católicos y protestantes en generaciones futuras.

Tampoco estaría pensando dentro del contexto del plan divino que Cristo ya había comenzado a ejercer en el mundo.  Dios siempre está en control de toda situación, pero aun así, en un acto de amor y omnipotencia que sería imposible para nosotros poder entender del todo, el Señor sin embargo, decide acomodar los deseos de su querida madre en la tierra para así tratar de ayudar a esta joven pareja.

La verdad es que es muy triste pensar que este simple acto de amor y compasión que ella tubo hacia los demás podría traer interpretaciones tan diversas que iban a contribuir a divisiones entre diferentes grupos cristianos.  Quizás todo lo que ella simplemente quería hacer era solo ayudar en esos momentos, y como ella no podría realmente hacer nada, humanamente posible, pide la ayuda a su Hijo que era, y es todavía, nadie menos que Dios mismo encarnado en la forma de hombre.

Jesucristo si estaba en una posición muy diferente a la de María.  El Señor Jesús si podía ayudar, y cuando se le presenta la oportunidad, Él decide convertir el agua en vino en una historia que se conoce hoy en día como las Bodas de Caná.

¿Ningún rol en la tierra o en el cielo?

Estoy también seguro de que el autor de este evangelio no quiso tampoco fomentar un debate en el futuro sobre el rol o papel que María jugaría en el cielo, y que Juan, el autor de este evangelio, también pensó que la madre de Jesús solo estaba haciendo una petición practica ante una situación precaria.  En realidad, en esta petición se debería ver a María como un ser humano que pide a Jesús interceder por ella, aunque realmente no era el problema de María, ella sin embargo es la que hace la petición.

Quizás no sea una exageración decir que muchas veces las mujeres son más sensitivas que los hombres, en cuanto a las necesidades humanas, aunque creo también que ese instinto femenino se esta perdiendo ya en nuestros días.

Nosotros también debemos pedir a Jesucristo que interceda por nosotros y nos ayude con nuestros problemas, sean estas situaciones extremas o problemas cotidianos.  Nuestras oraciones pueden ser dirigidas a Cristo (Hechos 7:59-60), pero la forma en que Él nos enseñó hacer esto es pedirle todo directamente a Dios Padre en oración en el Nombre de Jesús (Juan 16:24).  Y esto es algo que nosotros los cristianos evangélicos lo hacemos normalmente, sobre todo al final de nuestras oraciones.

Es posible que esta costumbre pueda eventualmente parecer cotidiana, como una parte automática al final de nuestras oraciones, por eso yo personalmente trato de acordarme de este requisito directo usando diferentes frases.  Es mi forma particular que me hace acordar que, a la hora de orar, pedir en el Nombre y bajo la Autoridad de Jesús es un acto importante y necesario si de verdad queremos que nuestras oraciones sean contestadas.

Decir “todo esto se lo pedimos en el nombre de Jesús” justo antes del “amén” es algo que no lo debemos de hacer de forma monótona, pero esa es nuestra tendencia humana.  Por eso, podemos utilizar varias palabras diferentes y esto nos hará acordar de lo que Jesús clara y directamente nos mandó a hacer.  Debemos pedir la intersección de Jesús ante Dios Padre porque Cristo es realmente el único intercesor entre Dios y los hombres.  Nosotros también podemos abogar por otros en nuestras oraciones (por nuestros familiares, amigos, vecinos, y últimamente, sobre todo, por las autoridades), pero nuestras peticiones en esos casos también necesitan ser hechas en el Nombre de Aquel que es sobre todo Nombre.

Sus sueños y nuestras preocupaciones en el día del altar:

¿Quiénes de nosotros, por ejemplo, no hemos escuchado a una niña o mujer soñar despierta, hablando de cómo le gustaría que su futura boda se realice, con todos los detalles habidos y por haber?  Es casi como una niña de 12 años se vería en un cuento de hadas.  Creo que se podría decir entonces sin temor a equivocarme, que las mujeres generalmente son más sensibles a todos los detalles que podrían pasar en una boda.

Por otro lado, nosotros los hombres somos generalmente más sensibles a los gastos que generalmente tenemos que pagar por estos costos, muchas veces excesivos, y en vez de soñar despiertos con el día de la boda, tenemos más bien la tendencia a tener pesadillas de día y de noche de cómo vamos a poder pagar por todas esas cosas.

¿Crisis Providencial?

Por último, otra posible interpretación sobre el rol que María jugo en las bodas de Caná es que ella pensó que esta era sencillamente una crisis providencial.  Nadie en este mundo alrededor de Jesús podría conocer mejor a Jesús que la madre que lo vio crecer.  Jesús fue un niño primero, después un adolescente, y todos estos años sería difícil para María ver a Jesús como el Creador del universo.

A la misma vez, María podría pensar y meditar constantemente sobre los acontecimientos que pasaron cuando Cristo nació; la revelación del ángel Gabriel; las circunstancias con las que nació Juan el Bautista (el primo de Jesús); y sobre todo esto, más recientemente, María también podría ya haber oído para ese entonces que Juan el Bautista había declarado que Jesús era el Hijo de Dios (Juan 1:34).

Ante esta situación, algunos razonan que quizás María le quiso ayudar a su hijo — o por lo menos a motivarlo — a hacer su primer milagro.  Algunos piensan que la madre de Jesús solo quería ayudar a su hijo a empezar ya con su ministerio que Dios Padre le había encomendado en el cielo.  Quizás también lo quería hacer porque María habría notado que todavía había ciertas dudas en los corazones de estos primeros 5 o 6 discípulos que siguieron a Jesús (Juan, Andrés, Pedro, Felipe, Natanael, y posiblemente Jacobo el hermano de Juan).

Mientras que nosotros sabemos que Jesús, el Hijo del Dios Perfecto, no necesitaría de ninguna ayuda, apoyo, o motivación por parte de su madre para hacer su primer milagro y así empezar su ministerio con más “credibilidad”; aun así, es quizás importante saber sobre esta interpretación, que algunos piensan que María si podría haber pensado que ella podría ayudar.  Después de todo, aunque María era una mujer buena y piadosa, ella era también un ser humano, con todos sus defectos y virtudes, y quizás al ser también su madre, ella lo que más quería y deseaba en el mundo era ayudar a su Hijo carnal a empezar la misión que Dios, el verdadero Padre de Jesús, le había encomendado.

¿Por qué Jesús decide dar vino a los hombres?

Hablemos ahora sobre la decisión de Cristo de dar a los hombres vino, una bebida que, por supuesto, en esos tiempos era también alcohólica, pero primero les quisiera hacer unas preguntas.

¿Algunos de ustedes saben porque cuando María dice no tienen vino”, Jesús le responde después “aún no ha venido mi hora”? ¿Alguno de ustedes sabe o se imagina porque Jesús pudo haber usado la frase “aún no ha venido mi hora”? (versículo 4).

Lo más posible que Jesús estuviera haciendo referencia al vino que representaría su sangre; la sangre que iba a derramar por el perdón de nuestros pecados.  Pues como mostró más adelante, en la Última Cena que Él tuvo con los discípulos, Jesús instituye la celebración de la Pascua para conmemorar su muerte en la cruz y sobre todo su resurrección.

En la Pascua cristiana, el pan sin levadura simbolizaría su carne, y el vino que tomaríamos representaría la sangre que Cristo derramó por amor a nosotros los pecadores.  El objetivo de la Santa Cena es conmemorar la muerte de Cristo en la Cruz y para reflexionar también sobre nuestra propia cruz, si estamos realmente caminando en la vía difícil pero derecha.  Es un acto simbólico que nos obliga a reflexionar sobre nosotros mismos, si somos dignos a participar de tal Cena.

¿Cantidad o Calidad?

Entonces, había allí 6 tinajas o jarras vacías a las cuales se le añadió de agua.  En cantidad o volumen, se calcula que estas podrían llevar de 120 a 180 galones.  Una cantidad enorme de vino, pero la cantidad de los invitados también lo era.  Solo Jesús con su mamá, sus discípulos y posiblemente sus hermanos, todos ellos eran como 11 personas en total como mínimo (Jesús tenía cuatro hermanos, según Mateo 13: 55-56, un número que no se sabe de hermanas, y en esos momentos 5 o 6 discípulos).

Además, estas bodas no duraban un día o una tarde, como en nuestros tiempos, sino una semana entera.  Entonces iban a necesitar mucho vino para una cantidad enorme de invitados que festejarían esta boda por varios días.  Pero quizás más significativo que la cantidad, era la calidad de vino, y este era vino de buena calidad.  Como todo lo que Dios hace, Dios lo hace bueno (cf. Génesis 1:31).  Tanto que el propio maestresala dijo que era buen vino.  Esta era la persona que estaba preparada en la administración de la boda.

¿Estarían Ebrios?

Notamos que el maestresala también le dice al novio que lo que se hace generalmente es servir el buen vino primero, y después cuando ya los invitados hayan bebido mucho, se sirve el vino de inferior calidad (versículo 10).  Entonces, lo que el maestresala realmente estaba diciendo es que cuando los invitados estaban “picados” (quizás no ebrios pero picados), entonces se le servía el vino de inferior calidad para que no se dieran cuenta de ello.

Se ha argumentado en el pasado que lo que servían en realidad era jugo de uva, pero no creo que en aquellos tiempos existían los procesos químicos necesarios para evitar la fermentación del jugo de la uva por más de una semana.  Hay un término bíblico que pudiera quizás referirse a esto: el mosto.  Cristo, por supuesto, podría haber hecho eso también, pues poder no le faltaba.  Pero nada en el texto sugiere eso.

¿Es tomar licor pecado?

Este relato nos puede llevar a preguntarnos a nosotros mismos una pregunta: si ante los ojos de Dios es pecado o no tomar vino.  Y desafortunadamente, a través de los siglos, estoy seguro de que muchas personas han tratado de justificar el uso y el abuso del alcohol citando como evidencia el milagro que Jesús hizo en las Bodas de Caná.

Estoy seguro de que eso no es exactamente lo que Jesús quiso enseñar.

La verdad de que en ciertas ocasiones especiales de aquellos tiempos (bodas, celebraciones religiosas, rituales, etc.), estaba bien tomar una cantidad moderada de vino hasta sentirse bien — hasta sentirse “alegre”.  En Salmos 104: 15, por ejemplo, David parece justificar la costumbre de tomar el vino para alegrar el “corazón del hombre”.  Quizás aún más directamente, Eclesiastés 9:7 pareciera inclusive promover el consumo del vino con las comidas o meriendas “Anda, y come tu pan con gozo, y bebe tu vino con alegre corazón; porque tus obras ya son agradables a Dios.” 

Quizás algunos podrían usar estos versículos para tratar de argüir que en nuestros propios tiempos también es lícito, ante los ojos de Dios, tomar con moderación.  Pero entonces uno también tendría que considerar otras implicaciones, tanto las de salud como las legales.

Por ejemplo, ¿cómo uno podría definir legalmente el término “moderación”?  Es fácil cuantificar la cantidad de bebidas alcohólicas que uno toma, pero nuestros propios cuerpos ofrecen resistencia al estado de embriaguez en diferentes magnitudes.  Sobre esto, lo que es legal en una ciudad o país puede ser diferente en otra, sobre todo a la hora de manejar.  Unos se podrían hasta jactar a que ellos pueden “aguantar” dos o tres cervezas tranquilo, pero la policía que es la que escribe las multas de tráfico podría pensar diferente, según las leyes del lugar.

Otra consideración extremadamente importante es para los que sí han sido alcohólicos anteriormente.  Considere las presiones sociales a la hora de tomar alcohol en grupo; estas personas podrían así comenzar todo su horrendo vicio de nuevo.  En estos casos, es mejor evitar totalmente esta tentación.  Uno debe tener cuidad con asistir a reuniones donde este tipo de situaciones se podrían presentar.

Tomar bebidas alcohólicas pueden tener consecuencias legales, económicas y hasta de salud que uno debe tener en cuenta.

En cuanto a lo espiritual, que es lo que más tratamos aquí, también uno tendría que considerar el hecho que quizás, aunque uno crea en el corazón que es licito tomar un poco de vino en el matrimonio de tu hermano, por ejemplo, tendrías que ver como este simple acto podría afectar tu testimonio como cristiano, y si otros te podrían acusar de ser hipócrita o de usar dobles estándares.  Vivimos en tiempos de gracia, y creo que tenemos libertades, pero que no debemos abusarlas.  Aunque todo nos sea licito, no todo nos conviene (ver 1 Corintios 10:23-26 que, aunque habla de comer carne, creo que es una enseñanza que se aplica también al tema general de mantener un buen testimonio ante hermanos que puedan pensar diferente).

Por otro lado, también quisiera compartir con ustedes una parte de un mensaje que San Pablo escribió a los Gálatas.  En la epístola de este mismo nombre, Gálatas, capitulo 5, versículos 19 al 21, San Pablo dice que las “borracheras” son obra de la carne, entre otras cosas (como lo son también las relaciones sexuales ilícitas, hechicerías, enemistades, pleitos, celos, contiendas, herejías, etc.).  Los que practican tales cosas no van a heredar el reino de Dios (1 Corintios 6:9-10)

Hay también otros pasajes, pero creo que la Biblia nos enseña claramente que la costumbre de tomar demasiado, llegar a un estado de embriaguez, no es compatible con la vida cristiana.

Conclusión

En resumen, hoy hemos visto uno de los milagros más hermosos que Jesús hizo cuando caminaba físicamente en la tierra, el milagro de convertir el agua en vino durante las Bodas de Caná.  Fue una “señal”, como Juan el autor la describía, que aparentemente fue hecho como un milagro en “demanda”; es decir, no fue realmente designado para llamar la atención de las muchedumbres, pero que si sirvió para fortalecer la fe de los primeros cinco discípulos de Jesús y sobre todo para ayudar a una joven pareja en lo que bien podría ser los días más felices de sus vidas.

También hablamos de que si bien es cierto que la madre de Jesús intercedió a favor de esa pareja para que Jesucristo hiciera el milagro de convertir el agua en vino, esto no significa que ella está ahora en el cielo intercediendo por nosotros los pecadores.  Por lo menos no hay evidencia en la Biblia sobre eso.  Lo que sí es claro que Cristo dijo que Él es el camino, la verdad y la vida, y que nadie, repito nadie, viene al Padre sino por medio de Jesús.  Esto también es importante de acordarnos porque hay sectas y religiones por allí que creen que hay varios caminos o formas de llegar al cielo.  Esto no es verdad.

El hecho de que Jesucristo convirtió el agua en vino en las Bodas de Caná no significa en sí, que Dios aprobaría el abuso del alcohol en nuestros días.  San Pablo también específicamente nos menciona que las personas que andan en borracheras o contiendas no van a heredar el reino de Dios.

Por último, notemos que este milagro fue la primera de las siete señales que Juan nos menciona en su Evangelio.  Él también nos dice que todos estas señales o milagros se escribieron para que nosotros creamos que Jesús es el Cristo, el Hijo de Dios, y para que creyendo tengamos vida en su nombre.  Este es tópico central de este precioso Evangelio, el cual se menciona estratégicamente casi al final del mismo, es decir, en Juan 20:30-31.

 

 

 

 

Notas:

[1] Ver Juan 1:34, por ejemplo, en las palabras de Juan el Bautista donde al Señor se le describe enfáticamente como el “Hijo de Dios”.  Este testimonio es importante porque el Bautista hizo una declaración no solo de tipo personal, como la que uno daría a sus familiares y amigos, sino además una declaración con claras repercusiones legales, proféticas y teológicas.  Notar también como en Juan 3:16 el Propio Señor Jesús se menciona a si mismo en tercera persona, como era hay veces su costumbre hacer (quizás por motivos de énfasis), y en este caso añadiendo el adjetivo “Unigénito” al sustantivo «Hijo«.  En este contexto en particular, Unigénito significa que Jesús es el Hijo Único de Dios Padre, es decir, en cuanto a su esencia y naturaleza divina.  Nosotros también podemos ser hijos adoptados de Dios, pero no por eso podemos decir que somos como dioses.

 

[2] De hecho, se habla incluso del “Libro de Señales”, identificándolo con los 12 primeros capítulos del Evangelio según San Juan (ver: https://en.wikipedia.org/wiki/Book_of_Signs).  Se identifican tradicionalmente como las Siete Señales del Evangelio de Juan a las siguientes:

    1. El milagro de convertir el agua en vino en Caná (en Juan 2:1-11, cf. el “principio de señales” en v. 11)
    2. La curación del hijo de un oficial del rey en Capernaúm (Juan 4: 46-54)
    3. La sanación del paralítico en Betesda (Juan 5: 1-15)
    4. La alimentación de los cinco mil (Juan 6: 5-14)
    5. Jesús camina sobre el agua (Juan 6: 16-24)
    6. La sanación a un ciego de nacimiento (Juan 9: 1-7)
    7. La resurrección de Lázaro (Juan 11: 1-45)

El milagro más grande que este y los otros tres evangelios mencionan es, por supuesto, la Resurrección de Cristo en la Cruz; y este podría ser mencionado como una categoría separada.  Es además doctrina esencial cristiana.  Es el milagro que debería ser suficiente para creer en el Señor Jesús, uno que fortalece nuestra fe y nos produce esperanza en el futuro.  No hay más milagros necesarios que Dios tenga que hacer en el día de hoy para creer genuinamente en Cristo Jesús.  Pero, en mi opinión, el milagro más grande que Dios hizo en aquellos tiempos y que continúa haciendo hoy en día es transformar la vida y los corazones de aquellos que siguen fielmente los caminos del Señor.  El milagro más grande y de todos los tiempos: el milagro del nuevo nacimiento (Juan 3:3; 2 Corintios 5:17).

[3] Caná estaba cerca a otro pueblo, Nazaret, donde el Señor creció (aunque Jesús había nacido en Belén, ver Mateo 2:1).  Estas dos aldeas estaban en la misma región de Galilea, y por eso las personas en esos tiempos describían generalmente al Señor como nazareno o galileo (ver por ej. Juan 1:45-46).

[4] Morris: “En esta ocasión, el vino se acabó antes del final de la fiesta. Esto significó algo más que la interrupción de las festividades. Hubo algo así como un insulto a los anfitriones, porque no habían cumplido plenamente con los deberes de la hospitalidad. Esto puede indicar que eran pobres y habían hecho la provisión mínima, esperando lo mejor. También es posible que la falta de vino supusiera otra vergüenza, ya que hizo que la familia del novio pudiera ser demandada. Estaban legalmente obligados a proporcionar una fiesta de un cierto nivel.” Leon Morris, The Gospel according to John, The New International Commentary on the New Testament (Grand Rapids, MI: Wm. B. Eerdmans Publishing Co., 1995), 157–158.

[5] Mulcahy: “Juan nos dice: ‘Este, el primero de sus signos, lo hizo Jesús en Caná de Galilea, y manifestó su gloria; y sus discípulos creyeron en él’ (2:11). María intervino en Caná por las necesidades de los demás, por lo que continúa haciendo intercesión celestial por las necesidades de los santos en la tierra (ICSB confiando en CCC 969).”  Intercesión Notable de María en Caná por Thomas L. Mulcahy, M.A (nombre del artículo el inglés original Mary’s Remarkable Intercession at Cana, visitado el 27 de Febrero del 2021).  Ver también https://catholicstand.com/the-power-of-a-queen-marys-intercession/.  Se recomienda leer estos dos artículos, como todo lo demás, en contexto.

[6] De la Biblia de Estudio de MacArthur: “Qué tienes conmigo. Esta expresión, común en el idioma semítico (Jueces 11:12; 2 Samuel 16:10), ponía siempre distancia entre las dos partes y denotaba cierto reproche por parte del que hablaba. El tono de Jesús no fue áspero, pero sí severo. La frase cuestiona lo que hay en común entre las dos partes. El motivo del comentario de Jesús era su convicción del propósito de su misión en la tierra por la cual supeditaba a su cumplimiento todas las actividades. María debía reconocerlo no tanto como el hijo a quien había criado, sino como al Mesías prometido y al Hijo de Dios.”  Más adelante, en la traducción de esta misma Biblia de Estudio se añade:mujer. El término no es necesariamente descortés, pero produce un distanciamiento entre Jesús y su madre, así como de su petición. Quizá su equivalente sea “señora”. John MacArthur, Biblia de Estudio MacArthur (Nashville, TN: Thomas Nelson, 1997), Jn 2:4.

[7] La palabra utilizada por Jesús para dirigirse a su madre, “mujer”, es “una expresión de distancia cortés, al igual que su pregunta para ella.Crossway Bibles, The ESV Study Bible (Wheaton, IL: Crossway Bibles, 2008), 2022. 

[8] Jack Wilson Stallings, The Gospel of John, ed. Robert E. Picirilli, First Edition, The Randall House Bible Commentary (Nashville, TN: Randall House Publications, 1989), 42.

 

 

 

 

 

Los Primeros Discípulos – Capítulo 1: 35-51

Los primeros dos discípulos de Jesucristo fueron llamados gracias al testimonio de Juan el Bautista, y eventualmente, estos también se convirtieron en misioneros e hicieron el llamado también a sus hermanos y amigos.  Algunos teólogos como Lenski creen que la forma en que estuvo escrita originalmente el versículo 41 en el griego original implica también que el Discípulo Amado (el Apóstol Juan, autor de este Evangelio) encontró además a su propio hermano Jacobo, y que así los dos pares de hermanos fueron los primeros discípulos de Jesús (Andrés y su hermano Pedro, junto con Juan y su hermano Jacobo, conocido también como Santiago).

Estos pasajes entonces enfatizan la importancia del testimonio personal ante nuestros hermanos y amigos.  El deseo de compartir las buenas nuevas con las personas más cercanas a nosotros es un síntoma de una conversión legitima.  Es una necesidad que parte del corazón.  Cuando el Santo Espíritu de Dios viene a nuestras vidas, tenemos el deseo de compartir la Perla de Gran Precio con todos los demás, y naturalmente empezamos con nuestros parientes y amigos más cercanos.

Los Primeros Discípulos de Jesucristo

Los primeros discípulos:
35 El siguiente día otra vez estaba Juan, y dos de sus discípulos.
36 Y mirando a Jesús que andaba por allí, dijo: He aquí el Cordero de Dios.
37 Le oyeron hablar los dos discípulos, y siguieron a Jesús.
38 Y volviéndose Jesús, y viendo que le seguían, les dijo: ¿Qué buscáis? Ellos le dijeron: Rabí (que traducido es, Maestro), ¿dónde moras?
39 Les dijo: Venid y ved. Fueron, y vieron donde moraba, y se quedaron con él aquel día; porque era como la hora décima.
40 Andrés, hermano de Simón Pedro, era uno de los dos que habían oído a Juan, y habían seguido a Jesús.
41 Este halló primero a su hermano Simón, y le dijo: Hemos hallado al Mesías (que traducido es, el Cristo).
42 Y le trajo a Jesús. Y mirándole Jesús, dijo: Tú eres Simón, hijo de Jonás; tú serás llamado Cefas (que quiere decir, Pedro o Piedra).

Jesús llama a Felipe y a Natanael:
43 El siguiente día quiso Jesús ir a Galilea, y halló a Felipe, y le dijo: Sígueme.
44 Y Felipe era de Betsaida, la ciudad de Andrés y Pedro.
45 Felipe halló a Natanael, y le dijo: Hemos hallado a aquél de quien escribió Moisés en la ley, así como los profetas: a Jesús, el hijo de José, de Nazaret.
46 Natanael le dijo: ¿De Nazaret puede salir algo de bueno? Le dijo Felipe: Ven y ve.
47 Cuando Jesús vio a Natanael que se le acercaba, dijo de él: He aquí un verdadero israelita, en quien no hay engaño.
48 Le dijo Natanael: ¿De dónde me conoces? Respondió Jesús y le dijo: Antes que Felipe te llamara, cuando estabas debajo de la higuera, te vi.
49 Respondió Natanael y le dijo: Rabí, tú eres el Hijo de Dios; tú eres el Rey de Israel.
50 Respondió Jesús y le dijo: ¿Porque te dije: Te vi debajo de la higuera, crees? Cosas mayores que estas verás.
51 Y le dijo: De cierto, de cierto os digo: De aquí adelante veréis el cielo abierto, y a los ángeles de Dios que suben y descienden sobre el Hijo del Hombre.

Andrés y Juan

Entonces vemos que el versículo 37 habla de dos discípulos de Juan que siguieron a Jesús. Uno de ellos era Andrés (versículo 40) y el otro se cree que fue el mismo autor de este evangelio, es decir, Juan el Apóstol (quien nunca se identificaba aun como autor de este libro aparentemente por humildad). Y como decía anteriormente, estos dos varones de Dios fueron primeros discípulos de Juan el Bautista, que luego decidieron seguir a Jesús.

Ahora bien, en la tradición judía, era realmente raro que los discípulos de un maestro o rabí siguieran a otro maestro. Pues había entre el maestro y sus discípulos una relación personal, un compromiso especial que los unía. Por consiguiente este relato seria muy poco común, que dejaran a Juan y siguieran a Jesús.

Pero de ninguna manera esto fue ofensivo para Juan. Al contrario, Juan sabia que su misión en la tierra era preparar y dar testimonio sobre Jesús. Más adelante, por ejemplo, en Juan 3:30, Juan el Bautista dijo “Es necesario que el (Jesús) crezca, pero que yo mengue.”

Entonces, de acuerdo a lo que leímos, de acuerdo a estos versículos 35 al 38, Juan dice a sus discípulos nuevamente que Jesús es el Cordero de Dios. Y estos dos discípulos, al oír las palabras de Juan el Bautista, siguen a Jesús de Nazaret. Hay una clara relación causa-efecto aquí.

Noten por favor que en estos momentos, Jesús todavía era un personaje relativamente nuevo para Andrés y Juan. Nosotros ya sabemos que es lo que pasa después, pero lo importante por ahora es notar que en estos momentos estos dos discípulos recién estaban conociendo a la persona divina de nuestro Señor Jesucristo.

Entonces la próxima pregunta más lógica seria, ¿Por qué estos dos discípulos deciden seguir los pasos de Jesús? Y creo que todos nosotros estaríamos de acuerdo en afirmar que ellos — al comienzo – siguieron a Jesús por el testimonio de Juan el Bautista.

Definitivamente – sin lugar a dudas – una vez que Andrés y Juan comenzaron a tener una relación más personal con el Dios Viviente hecho carne, ese conocimiento y certeza de que Jesús es el Hijo de Dios seria reafirmada continuamente. La fe y convicción de estos dos hombres de Dios de que Jesús de Nazaret era realmente el Mesías era tan grande y fuerte, que ellos terminarían el resto sus vidas predicando el evangelio bendito de Jesús.

Pero yo creo que es importante notar estas cosas para que nos demos cuenta de nuestros testimonios personales también pueden afectar la vida de otros. Si nosotros nos ganamos la reputación de que tratamos (por lo menos tratamos) de vivir una vida consagrada a Dios, nuestros testimonios podrán a las finales valer algo, y por consiguiente las vidas de nuestros amigos y familiares podrán también ser transformadas en el proceso.

Pedro (llamado antes Simón)

Después vemos en el versículo 41 que Andrés busca a su hermano Simón Pedro y le dice que han hallado al Mesías. Creo que aquí también es claro que el testimonio de Andrés afecta la vida de Pedro. No se menciona específicamente que Pedro a partir de ese día sigue a Jesús, pero nosotros sabemos que esto es exactamente lo que pasa, pues a partir de ahora el personaje de Pedro también se menciona con mucha frecuencia .

Aquí también vemos como el testimonio de una persona puede afectar entonces las decisiones y los corazones de otros, en este caso el de Pedro.

Felipe y Natanael

En el caso de Felipe, Jesús le dijo solo una palabra “sígueme”. No fue mucho, pero acuérdense que la palabra de Jesús era poderosa. Una sola palabra de Él podría cambiar o transformar un corazón entero.

Con respecto a Natanael (45 al 50), este también escucha el testimonio de Felipe, pero aparentemente al comienzo tenia dudas (sus palabras “¿De Nazaret puede salir algo de bueno?” parecen indicar eso, dudas).

Pero después si cree porque Jesús (no estando allí en el momento antes que Felipe le llama a Natanael) le dice que había estado bajo un árbol de una higuera (árbol de higo). Esto fue un acto sobrenatural, algo que Jesús pudo ver a pesar de la barrera de la distancia. Por esto, Natanael se asombra y le dice “Rabí, tú eres el Hijo de Dios; tú eres el Rey de Israel.”

Un cielo abierto

Pero eso no fue todo, Jesús le dice que va a ver cosas mayores que esa “De aquí en adelante veréis el cielo abierto, y a los ángeles de Dios que suben y descienden sobre el Hijo del Hombre.”

La siguiente pregunta es quizás para muchos una pregunta difícil, pero las interpretaciones pueden variar, así que en este caso no hay tal cosa como una respuesta acertada o no.

Esta pregunta es sobre el versículo 51: ¿Qué es lo que ustedes piensan que es lo que ustedes creen que Jesús implica o quiere decir con eso de un “cielo abierto” y con lo de ángeles de Dios que suben y bajan sobre el Hijo del Hombre?

1) Se cree que quizás Jesús se estaba refiriendo también a uno de los sueños de Jacob, el cual esta descrito en Génesis 28: 12:

Y soñó: y he aquí una escalera que estaba apoyada en tierra, y su extremo tocaba en el cielo; y he aquí ángeles de Dios que subían y descendían por ella.

2) También creo que esto se podría tomar también como un testimonio sobre Jesús, que el Señor Jesús es superior a los ángeles, los cuales servirán al Hijo de Dios, como le sirvieron después del ayuno de 40 días y de la tentación del diablo (ver Mateo 4:11, en donde se lee que los ángeles bajaron a la tierra para servirle al Mesías). También el autor de Hebreos, creyó en la necesidad de dedicar una gran parte del capítulo 1 para clarificar este hecho, de que Jesús por ser Hijo de Dios es inmensamente superior a los ángeles.

3) Quizás el mensaje más importante, era que Jesús les estaba diciendo que a partir de esos momentos, iba a ver un “cielo abierto”, es decir, una comunión abierta entre Dios y el hombre, y que esta iba a ser a través del Hijo de Dios el cual es Jesucristo. Esta comunión con Jesús nos daría entonces acceso al reino de los cielos: un cielo “abierto”.

Un Cielo Abierto: La Vida Eterna

El regalo de la vida eterna

Quisiera concluir con un énfasis que Jesús hace, el regalo más maravilloso que puede darnos, el regalo de tener una comunicación especial con Dios, un “cielo abierto”: el regalo la vida eterna.

En el capitulo 10 de Lucas se nos habla de cómo Jesús encargo a 70 discípulos (no los 12 discípulos principales, llamados también los apóstoles, sino a otro grupo más grande de seguidores) para que fueran a predicar las buenas nuevas por todo Palestina. Los mando de dos en dos.

El versículo 17 menciona que estos 70 seguidores de Cristo regresaron muy gozosos a Jesús, diciéndoles:

“Señor, aun los demonios se nos sujetan en tu nombre.”

Pero Jesús, entre otras cosas les dijo (versículo 20):

Pero no os regocijéis que los espíritus se os sujetan, sino regocijaos de que vuestros nombres están escritos en los cielos.

Entonces hermanos, el regalo más grande que pueden recibir de Dios jamás: el regalo de la vida eterna. Sus nombres están ahora inscritos en el cielo.

No les digo que inmediatamente después de dar sus corazones a Cristo van a ser automáticamente perfectos (las cosas generalmente no son así) el crecimiento espiritual es algo que generalmente toma su tiempo. Pero van a llegar allí – no en esta vida, no creo que nunca alcanzaremos perfección en esta vida, pero si intentamos vivir una vida perfecta y sin pecado, por lo menos ante los ojos de Dios, seremos como bebitos recién nacidos: Sin manchas ni pecados.

El Señor nos va a dar las fuerzas que necesitamos para vivir una vida en santidad, no perfecta, pero si como si lo fuéramos pues antes los ojos de Dios, somos seres limpios y sin pecados por la obra redentora de Cristo en la cruz. Amén.

El Cordero de Dios – Capítulo 1: 29-34

Seguimos con la lectura y el estudio de la palabra de Dios, continuando a partir de Juan 1: 29.

Recordando el contexto de los versículos que vamos a leer, habíamos visto anteriormente como un grupo de fariseos y saduceos le habían preguntado a Juan el Bautista sobre su persona y sobre su misión en la tierra.  Juan les había dicho claramente que él no era el Mesías, pero que ya había Uno en medio de ellos, el cual ellos no conocían, pero que si era el mismo Cristo.  Este Hombre, el Verbo de Dios, comenzaría su ministerio después de Juan, pero existía mucho antes que Juan.

Para mí lo increíble es notar como estos hombres religiosos, quienes habían viajado muchas millas de Jerusalén a ese lado del rio Jordán, para preguntar a Juan el Bautista si él era «el» profeta, Elías, o Cristo el Mesías prometido; al escuchar a Juan que entre ellos (v. 26) ya estaba «el Cristo» (aunque no dijo este título específicamente si creo que esta fue la implicación); y aun así, escuchando estas palabras, estos hombres de “religión” no preguntaron a Juan quien era exactamente el Mesías.  No trataron de identificarlo ni siquiera por curiosidad.

Quizás no le iban a creer de todas formas si Juan les decía que el Mesías era este o aquel hombre.  Es probable que Juan, en esos momentos, todavía no sabía que su pariente Jesús de Nazaret era el Cristo; pero si sabemos que Dios ya le había revelado a Juan que el Mesías ya estaba en la tierra; es decir, por lo menos Juan ya sabía que el Cristo ya estaba en este mundo y que estaba »en medio” de los judíos (v. 26).

Aun así, al escuchar esta información tan valiosa, estos religiosos judíos se mostraron totalmente indiferentes.  Ellos solo estaban interesados, enfocados ciegamente en su misión u objetivo inmediato; es decir, saber quién Juan era, o mejor dicho, saber quien Juan profesaba ser (según la perspectiva de ellos), y aparte de recibir esta información, no les interesaba saber nada más.

Esto me hace acordar a muchos cristianos religiosos de nuestros propios días, de aquellos que solo están interesados en cumplir lo que su religión, denominación, o iglesia les dicen que hagan; en especial con respecto a sus costumbres, ritos u ordenanzas.  Pero ellos casi nunca van más allá de eso, especialmente nunca o muy poco van a la Biblia para comparar y verificar ellos mismos, bajo oración, si realmente las enseñanzas y doctrinas de su denominaciones o iglesias son iguales a las que enseñó el Señor Jesús; Aquel a quien todos los cristianos reconocen –- por lo menos en palabras –- como el Hijo de Dios.

De todas formas en los siguientes pasajes veremos como Juan el Bautista testifica a muchos que Jesús es el “Cordero de Dios” (v. 29).  Después, en otra oportunidad, Juan reiteraría nuevamente esto sobre Jesús (en el v. 36), pero esta segunda vez delante de dos de sus discípulos.  Entonces, en la lectura de hoy, Juan llama a Jesús «el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo«, pues como veremos en este Evangelio, para esto vino el Hijo del Dios a la tierra: para morir por nuestros pecados.

Lo que por ahora si es nuevo para nosotros es Juan 1: 29-34, y de esto vamos a hablar esta tarde.  Sin embargo, para entender el contexto de los versículos que estamos leyendo, leamos antes los versículos de 19 al 28 también.  Son unos 16 versículos en total que hablan sobre el testimonio de Juan el Bautista, sobre la condición divina de Jesús por ser Hijo de Dios, y después más adelante, este capítulo además habla sobre los primeros discípulos de Jesucristo.

Como siempre, antes de continuar, inclinemos nuestros rostros en oración para pedir a Dios que sea Él realmente Quien guie esta reunión, y que nos hable a nosotros de una forma personal, y que para que escuchando, podamos siempre seguir y obedecer a Jesús.

El Cordero de Dios

29 El siguiente día vio Juan a Jesús que venía a él, y dijo: He aquí el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo.
30 Este es aquel de quien yo dije: Después de mí viene un varón, el cual es antes de mí; porque era primero que yo.
31 Y yo no le conocía; más para que fuese manifestado a Israel, por esto vine yo bautizando con agua.
32 También dio Juan testimonio, diciendo: Vi al Espíritu que descendía del cielo como paloma, y permaneció sobre él.
33 Y yo no le conocía; pero el que me envió a bautizar con agua, aquél me dijo: Sobre quien veas descender el Espíritu y que permanece sobre él, ése es el que bautiza con el Espíritu Santo.
34 Y yo le vi, y he dado testimonio de que éste es el Hijo de Dios.

El Cordero Pascual en el judaísmo

Entonces vemos que en el versículo 29, Jesús caminaba por ese lugar, y al verlo, Juan el Bautista le llama «Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo».  ¿Por qué creen ustedes que Juan llama a Jesús el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo?

Porque para esto vino Cristo al mundo, para morir por nuestros pecados, y la idea de celebrar la Pascua cristiana es justamente esa: celebrar la muerte de Jesús, Quien murió para limpiar nuestros pecados y para así poder resucitarnos en los días postreros.

Como habíamos visto antes, se podría decir también que la Santa Cena del Señor, o la Eucaristía (como quieran ustedes llamarlo) tienen como predecesor a la Pascua judía, o el “Pésaj”, en el cual se celebra la liberación del pueblo judío en Egipto.  Entonces así como los judíos celebran su libertad de la opresión egipcia, así también se podría decir que nosotros los cristianos celebramos con la Santa Cena la libertad de la opresión del pecado, la cual la obtenemos con la muerte de Cristo en el Calvario.

Lo más probable es entonces que Juan estaba comparando a Jesús con el cordero (Zeroa), el cual se comía en la celebración de la Pascua judía (Pésaj), un plato que no debía faltar en estas fiestas religiosas.  Entonces, ¿por qué los judíos comían el cordero?  Porque era un primeramente parte de un mandato de Dios para los judíos (Éxodo 12:1-12), al celebrar el Pésaj, y así pensar acerca de las épocas antiguas, cuando Dios los rescato de Egipto.  Esta celebración era una oportunidad que tenían para acordarse y reflexionar sobre tal  liberación, y como parte de este recordatorio, la sangre de este cordero se rociaba en la puerta y su carne se comía.

Hay también otras alusiones acerca de lo que Juan, bajo la dirección del Espíritu Santo, podría haber tenido en mente al llamar a Jesús «el Cordero de Dios«.  Son otras explicaciones que en conjunto nos dan una idea más clara aun sobre esta analogía o ilustración, una practica muy común en el pensamiento judío.  Pero esta interpretación sobre el «Cordero Pascual» es quizás la más tradicional — y también la explicación más corta a una interpretación teológica aun más compleja, que va mas allá del propósito de estos comentarios, el de brindar una simple exposición y comentario sobre el Evangelio de Juan.  Pero el lector interesado podrá visitar mi otro sitio web para leer sobre estas interpretaciones (comentario sobre Juan 1: 29).

Jesucristo mismo nos mandó a celebrar nuestra propia Pascua, comiendo figurativamente Su “carne” y bebiendo Su “sangre.”  Por supuesto, estas dos palabras (carne y sangre), el Señor las utilizó como una referencia ilustrativa al antiguo ritual judío.  En esta analogía, Jesús seria el Cordero que con su muerte Él rescataría a la humanidad entera — no solo al pueblo israelí — de sus pecados.

No fue la intención de Jesucristo a enseñarnos a que, en algún momento durante la Santa Sena, el pan se convertiría milagrosamente en Su carne y el vino se convertiría en Su sangre; y que después, nosotros deberíamos de comer literalmente su carne y beber su sangre.  ¡Jesús no nos mandó a convertirnos en caníbales y vampiros!

Manifestado a Israel, pero para salvación del mundo

Noten que en el versículo 31, el autor de este Evangelio dice que Juan enseñó que Jesús “fue manifestado a Israel” (subrayado por énfasis); es decir, el Señor se presento primero a la nación judía.  Sin embargo, regresando al versículo 29, Juan llama a Jesús “Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo” (subrayado también por énfasis).  No dice “Cordero de Dios que quita el pecado de Israel” o “…el pecado de Jerusalén”, sino que Jesús quita el pecado de todo el mundo entero.

Entonces, el Señor fue manifestado primero a las ovejas perdidas de Israel (cp. con Mateo 15:24, siempre en contexto).  Y es que el Señor Dios Todopoderoso únicamente ha hecho pacto con los judíos.  En la Biblia podemos notar que Dios nunca hizo un pacto con los gentiles (los no judíos), sino siempre los hizo con los israelitas.

Ahora bien, en ese último pacto, el Nuevo Pacto, Dios hizo un convenio con los judíos que iba a incluir a nosotros los gentiles (demos gracias a Dios por su misericordia).  Pero el pacto Dios lo hizo con Israel (ver, por ejemplo, Jeremías 31:31, Jeremías 50:5 y Miqueas 4:2).  Eso sí que quede claro.  Más adelante también, en Juan 4: 22, Jesús le dice a la mujer samaritana (es decir una mujer que era considerada gentil), que “la salvación viene de los judíos”.

Sabiendo todas estas cosas, realmente no entiendo cómo puede haber tanto anti-semitismo entre los «cristianos».  Sobre todo cuando se viene la temporada de la Pascua o Semana Santa, donde muchos cristianos condenan y discriminan a los judíos por haber dado muerte a nuestro Señor Jesucristo.

Pero acuérdense, realmente no fueron los judíos los que mataron a Jesús; ellos fueron solo un instrumento.  Fuimos básicamente nosotros los que matamos a Cristo, quien se ofreció voluntariamente a morir por nuestros pecados, por nuestras culpas.  Esto, por supuesto, no justifica a aquellos judíos que en particular buscaron la muerte de Cristo.  Ellos si tuvieron culpa, pero fueron parte del papel divino y soberano de Dios para la salvación del mundo, el cual incluye a judíos y a gentiles.

Además, humanamente hablando, Jesús era también judío.  Todos los apóstoles eran igualmente judíos.  Casi todos los personajes piadosos del Viejo Testamento y también la gran mayoría en el Nuevo Testamento eran judíos.  No hay entonces razón o excusa para que los cristianos odien a los judíos.  Eso no es bíblico.  Ese tipo de sentimiento no viene de Dios.

El ejemplo de Juan el Bautista:

Estos versículos también hablan del papel que desempeñó Juan el Bautista de preparar los caminos del Señor, de introducir a Jesús al mundo.

Juan era pues un verdadero emisario de Dios, un profeta de arrepentimiento que uso todo el poder e influencia que tenía para guiar a las multitudes al arrepentimiento, a la reconciliación con Dios.  Juan tenía una pequeña multitud de seguidores fieles a él, los cuales lo admiraban por el poder de sus enseñanzas, y también por el denuedo que tenía este en denunciar la hipocresía del sector religioso de su época.

La gente común y piadosa reconocía, veía a Juan el Bautista como todo un profeta.  Acuérdense también que inclusive el Apóstol Juan, el autor de este Evangelio, fue primero un seguidor de Juan el Bautista.  El autor de este libro abandonó a su antiguo maestro Juan para seguir los pasos de Jesús.  Pero aun así, Juan el Bautista nunca tuvo celos o envidia a Jesús.  Juan reconocía el rol limitado que tenia que seguir en la tierra.  Él era simplemente un seguidor de Dios, quien tenía como meta o misión en la tierra la de preparar los caminos del Mesías: Jesús de Nazaret.

Durante el tiempo en que este Evangelio fue escrito (80–90 d.C. según John MacArthur), se cree que había todavía muchas personas en Israel que continuaban dando una reverencia inapropiada al que muchos años atrás era conocido como Juan el Bautista (mirar por ejemplo Hechos 19: 1-7).  Inclusive mucho antes de eso, durante el mismo ministerio de Juan, algunos de los que le escuchaban pensaban que él podría ser el Mesías (Lucas 3:15).

Fue quizás esa la razón por la cual el autor de este Evangelio vio una necesidad de demarcar claramente el limitado rol de Juan el Bautista, su antiguo mentor y amigo.  Juan el Apóstol, como seguidor antiguo de Juan el Bautista no quería tampoco desacreditar a su antiguo maestro.  Pero si tenia que poner bien en claro que Juan el Bautista era solo un servidor de Jesús, pues Jesús es nadie menos que el mismo Hijo de Dios.

Por eso, si nosotros examinamos cuidadosamente estos versículos del primer capitulo, podremos ver que el autor describe claramente que el mismo Juan el Bautista siempre trataba de poner bien en alto el Nombre del Mesías, Jesús de Nazaret, sin que Juan quisiera o intentara de darse atención o crédito a él mismo.

Este es un ejemplo de humildad muy hermoso.  En la cadena de cristianos famosos y los justos de este mundo, Juan el Bautista está en la cima (Lucas 7: 28).  Pero aun así, como vemos en este capitulo primero, él no trataba de darse crédito alguno, y quería estar completamente fuera de la luz del espectáculo.  Como habíamos visto antes, inclusive se compara consigo mismo a un esclavo al decir que él no era digno de desatar el calzado de Jesús (Juan 1: 27).  Más adelante, en Juan 3: 30, Juan también dice que era necesario que el ministerio de Jesús creciera y que el de Juan menguara.

Y en este mismo capítulo, en el versículo 33, como leímos, Juan en cierta forma también trata de mostrar la superioridad del Señor cuando dice que él solo bautizaba con agua, pero que el que venía, Jesús, iba a bautizar con el Espíritu Santo:

Y yo no le conocía; pero el que me envió a bautizar con agua, aquél me dijo: Sobre quien veas descender el Espíritu y que permanece sobre él, ése es el que bautiza con el Espíritu Santo.

El bautismo con el Espíritu Santo:

Pienso que este último versículo, Juan 1: 33, merece un análisis detenido porque este verso habla de un tipo de bautismo que ha generado demasiadas interpretaciones erradas, aun cuando aquí dice claramente que es Jesús, no Juan, el que bautiza con el Espíritu Santo.  También este versículo no dice que es el Espíritu Santo Quien bautiza, sino (nuevamente) Jesús es el que bautiza con el Espíritu Santo.

Noten nuevamente que Juan dice que mientras él bautizaba solo con agua, Jesús iba a bautizar con el Espíritu Santo.  ¿Qué significa este contraste? 

Para mí, esto significa que este acto visible del bautismo con el agua lo iba a hacer Juan simbólicamente.  Pero que detrás de este bautismo físico de arrepentimiento de pecados, iba a ver cambios espirituales más profundos en la vida el creyente siendo bautizado.  Estos cambios espirituales los iba a hacer Dios mismo, en el nombre de Jesús, y por medio del Espíritu Santo.

La aplicación de esta enseñanza para nuestros días es bastante clara.  Un pastor te podrá bautizar físicamente por sumergimiento en agua, pero al menos que opere Jesús (por medio del Espíritu Santo) en ti, ese bautismo va a ser nada más que un acto puramente físico, algo así como el equivalente de meterte a una piscina por un breve momento.  No van a ver repercusiones espirituales al menos que Dios mismo actúe en tu persona.

Pero si el arrepentimiento de tus pecados y tu relación personal con Jesús es verdadera y genuina; entonces, con este bautismo muestras a otros, como testigos, que realmente estas muriendo a este mundo y que en el futuro vas a resucitar de entre los muertos, tal como Jesús mismo lo hizo en el pasado.  Entonces, en este caso, este bautismo si va a tener trascendencia eterna (ver Romanos 6: 3-4).  Va a ser un bautismo real y verdadero, uno que realmente representa un cambio espiritual profundo, un cambio que comenzó en el día que entregaste tu vida a Dios.

El bautismo físico de agua va a representar el bautismo espiritual que recibiste cuando entregaste tu corazón a Jesús por primera vez, cuando fuiste sellado con el Espíritu de Dios.  Se realizo en el día que abriste la puerta de tu corazón a Dios por primera vez.  Cuando hiciste un compromiso, un pacto personal con Jesús, de entregarle tu vida a Él.

Si tu acto de arrepentimiento, representado por tu bautismo de agua, es entonces verdadero y genuino, tu vida va a ser transformada en este mundo, vas a rechazar el pecado de una forma natural, y vas a buscar santidad con todo tu corazón, y este cambio perenne va a testificar ante los demás que tu eres verdaderamente un hijo o una hija de Dios.

No estoy diciendo que vas a ser perfecto (pues solo Dios es perfecto).  Tampoco quiero decir que el bautismo en si te va a dar la salvación (Cristo, no el bautismo, es Quien salva), sino que tu salvación eterna va a ser representada ante los hombres por medio de tu bautismo que se realiza como testimonio personal.  Pero aun así, el testimonio más grande que puedes mostrar ante los hombres son los cambios que se van a reflejar en tu persona, en la forma que hablas, y las prioridades que ahora tienes en tu vida.

Por eso, lo bueno que hagas en el mundo, las «obras de caridad» como algunos prefieren llamarlas, van a tener repercusiones eternas.  Acuérdate cuando Jesús mismo nos exhorta a hacer tesoros en el cielo en Mateo 6: 19-21.  Es decir, las buenas obras van a producir bendiciones adicionales para el creyente que ya ha sido salvo.  Pero por favor nota nuevamente que el cristiano puede ser salvo solo por gracia, no por las obras en si (Efesios 2: 8-9).

Jesús explicó estas verdades espirituales a Pedro (Mateo 16: 19), como también a sus doce discípulos (Juan 20: 23), y después más adelante a todos sus seguidores en general cuando dijo que «todo lo que atéis en la tierra, será atado en el cielo; y todo lo que desatéis en la tierra, será desatado en el cielo” (ver Mateo 18: 18 en contexto).

Ahora bien, los que eran primero discípulos de Juan (ver como ejemplo nuevamente Hechos 19: 1-7, donde un grupo de ellos también se convierten en discípulos de Jesús), como también los propios apóstoles de Cristo (Juan 20: 19-23), tuvieron que esperar a algún momento especifico después de la resurrección de Jesús para poder recibir al bendito Espíritu de Dios (Juan 16: 7).  La Tercera Persona de la Santa Trinidad, Quien la Biblia también se refiere como el Consolador (Juan 14: 16), vino a su Iglesia en Hechos 2: 1-13, en un evento que se conoce como el Día de Pentecostés, el cual marca el inicio del cristianismo.

En el ejemplo de Hechos 19: 1-7, se habla allí de un grupo de personas que conocían el bautismo de Juan el Bautista solamente.  En otras palabras, ellos habían sido bautizados de acuerdo a la doctrina que enseñó Juan, pero no estaban todavía familiarizadas con la doctrina verdadera de Cristo — ni siquiera habían escuchado hablar del Espíritu Santo (v. 2) — y por eso recibieron el Bautismo del Espíritu Santo después de recibir el bautismo «en el nombre del Señor Jesús«; es decir, el bautismo de agua realizado de acuerdo con la doctrina y bajo la autoridad de nuestro Señor Jesucristo (v. 5), no en el nombre de Juan el Bautista o en el nombre del Apóstol Pablo (cp. 1 Corintios 1: 15).

Este grupo de personas de Éfeso (ciudad en la provincia romana de Asia Menor, en el país que hoy conocemos como Turquía), nuevamente, no estaban familiarizadas con la doctrina verdadera de Jesús.  Sin embargo, si tenían una actitud apropiada, la del arrepentimiento de sus pecados, el mensaje central que predicó Juan el Bautista.  Por eso, cuando Pablo les explicó las Buenas Nuevas de Cristo, este grupo de seguidores gentiles creyeron en Jesús, se bautizaron con agua, y recibieron el bautismo del Espíritu Santo en ese mismo día.

El bautismo de Jesús era algo que Pablo realizó por mandato divino, pues Jesús mismo mandó a bautizar a todos los nuevos creyentes.  No importaba mucho si era el Apóstol Pablo o algún otro líder de la iglesia primitiva de Cristo el que bautizara físicamente con el agua, lo importante era hacerlo de acuerdo a la doctrina de Cristo, que todavía no era muy conocida por todos en aquellos tiempos.  Y es el mandato directo de Jesús que los nuevos creyentes sean bautizados específicamente «en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo» (Mateo 28:19).

En 1 Corintios 1: 10-17, el Apóstol Pablo exhorta a los Corintos por el “nombrede Cristo (v. 10) a que no hubiera división entre ellos, y que no se consideren seguidores de él mismo, ni de Apolos, ni de Cefas (Pedro); sino seguidores de Cristo (cp. vv. 11 y 12).  Pablo inclusive se alegra de que no él mismo no había bautizado personalmente a muchos creyentes en la ciudad de Corinto (v. 14), para que no digan que él había bautizado en el “nombre” de Pablo (v. 15).  El apóstol no quería que los corintios se confundieran y se considerasen seguidores de Pablo, pues no fue Pablo crucificado por sus pecados, como tampoco ellos fueron “bautizados en el nombre de Pablo” (cp. v. 13).

El Hijo de Dios

Regresando al Evangelio de Juan, versículo 34, recordemos que aunque Juan el Bautista había admitido de que él inicialmente no sabía quién era exactamente el Mesías (vv. 31 y 33), aquí descrito como el Cordero de Dios (v. 29), Juan si sabía como iba a identificar al Mesías:  Dios Padre (“el que me envió a bautizar con agua”, v. 33) le había dicho que cuando viera reposar el Espíritu Santo sobre un hombre, Él seria el Mesías.  Y aunque el Evangelio de Juan no menciona específicamente el relato del Bautismo de Jesús, si hace una referencia clara sobre este importante evento en el versículo 32: “Vi al Espíritu que descendía del cielo como paloma, y permaneció sobre él.” (Cp. con Mateo 3: 16).  Fue por eso que Juan pudo identificar al Cordero de Dios; pues el Espíritu Santo reposó sobre Jesús, tomando un forma visible, como la de una “paloma” (v. 32).

Esto no significa, por supuesto, que previamente a la identificación de Jesús como el Mesías, Juan no conocía a Jesús de Nazaret.  La Biblia es bastante clara en explicarnos que sus madres, Elizabet y María, eran parientes (Lucas 1:36), probablemente primas; y esto, por supuesto, significa que Juan y Jesús — humanamente hablando — eran también parientes.

Aunque se podría argüir que era posible que antes del bautismo de Jesús, el Señor no había tenido un contacto personal con su pariente Juan (p. ej. porque ellos habían crecido en diferentes regiones de Israel); es claro que aun antes del bautismo, Juan ya tenia un alto estima con respecto a la Persona de Jesús.  Esto lo podemos inferir porque Juan el Bautista no se consideraba digno de bautizar a Jesús (Mateo 3:14).  Quizás Juan pensaba que su pariente Jesús se convertiría en una de las figuras escatológicas que precederían al Mesías, es decir, alguien tan digno como Elías o el profeta que menciono Moisés; pero esto tampoco lo sabemos a ciencia cierta.  Todo lo que podemos deducir de Mateo 3:14, por seguro y sin temor a equivocarnos,  es que Juan tenia una gran estima y respeto por Jesús.

Lo que si es claro es que Jesús es posteriormente identificado como el Hijo de Dios, ya que durante el Bautismo del Señor (Mateo 3:13-17; Marcos 1:9-11; Lucas 3:21-22), Juan el Bautista vio descender sobre Jesús al Espíritu Santo, Quien tomó la forma corporal como la de una paloma (Mt. 3:16; Mr. 1:10; Lc. 3:22).  Este signo visible del Espíritu Santo fue más que suficiente como para que Juan el Bautista tuviera la convicción que Jesús de Nazaret era el Mesías prometido.  Pero aparte de esta señal visual, hubo también una audible; es decir, desde el cielo, Juan también escuchó de parte de Dios mismo un testimonio directo sobre la identidad divina del Mesías:  Jesús es el Hijo mismo de Dios (Mt. 3:17; Mr. 1:11; Lc. 3:22).

Entonces, para resumir, aunque el Evangelio del Juan no narra directamente el Bautismo de Jesús (donde el Padre, Hijo, y Espíritu Santo estuvieron claramente presentes), si hay una referencia clara en los versículos 32 y 33, los cuales culminan con una conclusión enfática de parte de Juan el Bautista:

Y yo le vi, y he dado testimonio de que éste [Jesús] es el Hijo de Dios (Juan 1: 34).

Jesús es entonces más que el Ungido o el Mesías prometido.  Ahora Dios Padre había revelado a Juan el Bautista que Cristo es primeramente su propio Hijo (leer sobre la Revelación Progresiva), con la misma esencia Divina del Padre, Quien realiza un ungimiento completo del Espíritu Santo para que Jesús, quien estaba en esos días en la forma de hombre, con todas sus debilidades físicas, pudiera tener el poder de realizar su ministerio sobre la tierra.

En el Antiguo Testamento Dios había ungido a profetas, sacerdotes y reyes para misiones específicas; Eliseo recibió una “doble porción o doble ungimiento del Espíritu de Dios que estaba sobre Elías (2 Reyes 2: 9); pero solo Jesús, por ser “Hijo de Dios”, recibe todo el poder o ungimiento completo del Espíritu Santo de parte del Padre Celestial.  En este caso, el Señor recibe el ungimiento en el momento de su bautismo, no solo para recibir poder, sino también como testimonio ante los hombres.

Como había mencionado antes, a nosotros también se nos ha instruido a bautizarnos de acuerdo al nombre o a la doctrina de Jesús, la que enseñó Cristo, y de acuerdo a tal, nosotros debemos de ser bautizados en “el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo” como podemos verificar en Mateo 28: 19.  En esa oportunidad, antes de que Jesús subiera al cielo, a los discípulos (lo cual incluyen todos los creyentes), se les instruye también de ir y hacer discípulos.

Esto es exactamente lo que Pedro y Juan comenzaron a hacer, después de la resurrección de Cristo, poco después de la venida del Espíritu Santo a la tierra en Hechos 2, ellos comenzaron a predicar con denuedo el Mensaje de la Salvación en Hechos 4.  Y cuando le preguntaron con que “potestad” o en qué “nombre” ellos predicaban (Hechos 4:7), Pedro (lleno del Espíritu Santo) dijo que ellos predicaban en “en el nombre de Jesucristo de Nazaret” (v. 10).  En este versículo es claro que “nombre” significa “potestad” o inclusive “autoridad” (ver Hechos 4:7 en varias versiones).

Nota Adicional: Nombre de Jesús

Estas notas adicionales las menciono porque hoy en día hay mucha confusión sobre el mandato de bautizar en el “nombre de Jesús” (p. ej. en Hechos 2:38).  Los pentecostales unitarios, por ejemplo, arguyen que en el momento del bautismo, el pastor debe bautizar en el nombre de Jesús solamente, un mandato que se menciona muy a menudo en Hechos.  Pero, como hemos visto, bautizar en el nombre de Jesús realmente significa bautizar de acuerdo a la doctrina o autoridad de Jesús.  No es una formula para bautizar, es solo una referencia al bautismo de acuerdo a la doctrina que enseñó Cristo, es decir, bautizarse en el «nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo» (Mt. 28: 19).

Creo que la razón fundamental por la cual algunos rehúsan realizar el bautismo de acuerdo a la formula de Mateo 28: 19 es que muchos de estos grupos simplemente no creen en la Santa Trinidad.  Arguyen, por ejemplo, que la palabra “Trinidad” no esta en la Biblia, lo cual es cierto.  Pero tampoco la Biblia (en sus idiomas originales) contiene la palabra “abuelo”, pero aun así, nadie en su sano juicio alegaría que en los tiempos del Antiguo y Nuevo Testamento no existían los queridos “abuelos”.  Sin embargo, con respecto a la Santa Trinidad, aunque esta palabra no esta en la Biblia, allí si habla claramente de un solo Dios en tres Personas: Padre, Hijo y Espíritu Santo.

También creo que es importante hablar sobre dos temas más generales aun: lo que se conoce hoy en día como el Bautismo del Espíritu Santo y el Don de Lenguas.

Notemos que, estrictamente hablando, Jesucristo es el que bautiza con el Espíritu Santo al momento de la conversión, no es el Espíritu Santo quien bautiza al creyente después de la conversión.  De todas forma, lo que comúnmente hoy en día se refiere como el «Bautismo del Espíritu Santo» no es una experiencia posterior a la salvación.

La implicación clara seria que aquellos cristianos que se han arrepentido de verdad de sus pecados, aquellos que dan buen testimonio en sus vidas mostrando, por ejemplo, el fruto del Espíritu Santo, pero que aun así no han tenido la supuesta «experiencia» posterior a la conversión de «hablar en lenguas» que no hayan estudiado antes; estos (según la practica en la teología pentecostal) no son supuestamente cristianos de verdad (algunos pentecostales negaran esta enseñanza, pero en la practica aquellos creyentes que no hablan en lenguas no pueden ser pastores o misioneros en iglesias pentecostales).

Pero la verdad bíblica es que realmente no existen cristianos de segunda clase.  Uno es cristiano, o no lo es.  Todos los verdaderos creyentes en Cristo ya tienen al Espíritu Santo morando en sus corazones (cp. Romanos 8:9 y Efesios 1:13-14, donde dice que los que creen en el Evangelio son sellados por el Espíritu Santo).

Si bien es cierto que la mayoría de los primeros discípulos de Cristo tuvieron que esperar al Día de Pentecostés para recibir al Espíritu Santo (Hechos 2: 1-13), nosotros en la actualidad no tenemos que hacerlo.  En Hechos 2 leemos que se aparecieron tres señales bastante claras: (i) un estruendo o ruido fuerte como de viento recio (v. 2); (ii) se vieron lenguas como de fuego (v. 3); (iii) los que recibieron las lenguas de fuego hablaron idiomas humanos que otros pudieron entender (v. 4, vv. 6-11).

El propósito claro de este don de hablar en lenguas era para que los creyentes que venían de otras regiones fuera de Israel pudieran también creer.  Entonces, al oír y entender a otros judíos de Galilea (v. 7) hablar en sus propias lenguas o idiomas, muchos de estos extranjeros creyeron en el nombre de Jesucristo, y lo hicieron en grandes números (Hechos 2: 37 y 41).

Los otros dos casos que se registran en Hechos sobre el don sobrenatural de lenguas se encuentran en Hechos 10 y 19; específicamente, en Hechos 10:46 y 19:6 (leer en contexto Hechos 10: 1-48 y Hechos 19: 1-7).

Vemos que estos dos casos también se relacionan con la conversión de creyentes gentiles (es decir, no judíos).  En Hechos 10, los judíos que estaban con Pedro se asombraron de ver que el Espíritu Santo se derramase también sobre gentiles, pues estos comenzaron a hablar en lenguas (v. 45-46).  En el caso de Hechos 19, los que hablaron en lenguas fueron también gentiles de Éfeso (v. 1).  En ambos casos, el Señor quería mostrar a los judíos que la salvación de Dios también estaba disponible para los gentiles.

Aunque en estos dos otros casos de Hechos no se mencionan específicamente las otras señales (aparte de la de escuchar a otros hablar en lenguas), podemos asumir que en estos dos casos también se pudo escuchar el ruido de viento impetuoso, como también se pudo ver las leguas de forma de fuego (señales que por motivos ilustrativos los llame anteriormente señales i y ii).

Lo que he notado en varias iglesias pentecostales contemporáneas es que, aunque muchas personas profesan hablar en lenguas, no parece haber el elemento evangelístico por parte de personas que hablan otros idiomas (p. ej. predicar en inglés, francés, ruso o incluso idiomas indígenas de la selva en Sudamérica para que otros puedan escuchar y ser salvos).  En las iglesias pentecostales en la que antes asistía, por ejemplo, nunca pude ver lenguas de fuego venir del cielo, ni tampoco pude escuchar ruido de viento impetuoso.

En varios casos — no en todos — he visto también mucho desorden en las iglesias cuando sus miembros hablan o gritan supuestamente en lenguas desconocidas, creando de esa forma un escena insólita o estrafalaria; y sobre todo, esta constituye una practica que va claramente en contra de las enseñanzas bíblicas (1 Corintios 14:23).

No estoy negando que el don de lenguas no pueda existir en nuestros días.  Dios es soberano, y Él hay veces actúa en formas extraordinarias.  Pero creo que el don de lenguas que se practica hoy en día no es el mismo don de lenguas que se practicaba en el Nuevo Testamento.

Por último, en una nota aún más personal, quisiera hacer también una pequeña aclaración sobre el contenido original de este sitio web; y al hacerlo, aprovechar además la oportunidad para explicar, con la anécdota que aparece a continuación, porque porque creo que los dones de lengua que se practican hoy en día no lo hacen como en los tiempos bíblicos.

Estos comentarios bíblicos sobre el Evangelio según San Juan originalmente los compartí con reclusos hispanos en la cárcel del Condado de Linn, ciudad de Cedar Rapids, en el estado de Iowa (E.E.U.U.).  La razón que me invitaron a compartir allí fue que, en ese entonces (2006-2007), no había una persona que pudiera (o quisiera) compartir el evangelio con los reclusos hispanos (muchos de los cuales solo hablaban español).

Sin embargo, en esta ciudad había varias iglesias pentecostales de habla inglesa (y me imagino que hoy en día hay aun más), incluyendo algunas que si mandaban a sus miembros a la cárcel de Linn.

Al comienzo de mi ministerio en la cárcel, una persona que creo que era de una de estas iglesias, sin embargo, se opuso públicamente a que yo vaya a compartir la palabra de Dios por mi falta de experiencia (en ese entonces) en este ministerio de las cárceles.  Esto a pesar de que no había otro hermano dispuesto a voluntarizarse para ir a la cárcel en ese entonces.

Reflexionado sobre aquellos tiempos, ahora pienso que si les hubiera dicho que yo sí tenia el don de lenguas todo hubiera sido mas fácil para mí.  Pero esto no era así, ni hoy en día tampoco tengo el don de lenguas (aunque si creo tener cierto talento humano para aprender idiomas, por lo cual le doy gracias a Dios por ello).

Pero a pesar de todo, el Señor me abrió las puertas para compartir su palabra en esta cárcel de Iowa (Estados Unidos), pues aparentemente muchos de aquellos que si decían tener el don de lenguas no podían predicar la palabra de Dios en español.

Creo que seria también útil mencionar aquí que después de algún tiempo, varios años después de empezar yo con este ministerio, si se aparecieron más voluntarios de otras iglesias, incluyendo un pastor hispano de una iglesia pentecostal unitaria, con el cual muy respetuosamente difiero en doctrina, como ya lo he aclarado antes.  Pero también eventualmente vi a otros maestros de diferentes religiones como Testigos de Jehová, varios rabinos (judíos) e inclusive por lo menos un imán (sacerdote musulmán).

Después de estas experiencias, es mi convicción que hoy en día la Iglesia Universal de Cristo, la cual es invisible e incluye miembros de varias denominaciones cristianas, tiene una necesidad especial de discernimiento con respecto a la doctrina pura de Cristo, pues hay mucha confusión, doctrinas falsas, y apostasía en nuestros días (1 Timoteo 4:1).

Por eso, hoy más que nunca, es necesario que se levanten siervos y siervas de Dios para enseñar la palabra pura e inalterada de Jesucristo: La mies es mucha y los obreros siguen siendo pocos.

Por otro lado, son demasiados los creyentes que han preferido permanecer callados, en vez de denunciar públicamente lo que son practicas que realmente no son bíblicas.  Pienso que quizás no lo hagan por miedo, indiferencia, o para no querer ofender a los demás.  Esto se debe también a que en la actualidad, y en mi humilde opinión, hay muchísimos más miembros de sectas o grupos pseudo cristianos que de creyentes verdaderos de iglesias cristianas (aquellas que han permanecido con la doctrina de verdad).

Yo por mi parte, estoy plenamente consciente que al compartir estos comentarios en el Internet, particularmente cuando hable de temas controversiales como lo son la Teología de la Prosperidad y el tipo del don de lenguas que generalmente se practica en la actualidad.  Yo sé que no voy a hacerme necesariamente famoso o popular (ni tampoco esa es mi intención).  Al contrario, sé que voy a hacerme de muchos enemigos, pero eso algo que tengo que hacer, es decir, denunciar doctrinas no bíblicas.  Es la obligación que tengo como cristiano.  Es necesario obedecer a Dios antes que los hombres (Gálatas 1:10).

Testimonio de Juan – Capítulo 1: 19-28

Continuamos con el estudio del Evangelio según San Juan, con el Capítulo 1, versículos 19 al 28.  Esta noche veremos el papel que desempeñó Juan el Bautista en el Nuevo Testamento, el profeta que preparo los caminos del Señor Jesús.  Pero antes, quisiera ilustrar un ejemplo por medio de una analogía.

Una pregunta.  Digamos que ustedes tienen como pasatiempo favorito la historia.  Y que les fascina leer todo relacionado con este tema, incluyendo la historia de los Estados Unidos.  Digamos también que quisieran saber sobre la vida de alguna persona famosa — digamos en este ejemplo sobre la vida de Abraham Lincoln — el presidente norteamericano que es famoso por haber dado la libertad a los esclavos.  Y que aquí, en la biblioteca de la cárcel solo tienen tres libros sobre el tema, y que se les permite tomar prestado solo UNO de ellos,  ¿Cuál de los siguientes libros leerían?

Libro A: Un libro escrito por un famoso historiador contemporáneo (es decir de nuestros días), quien a su vez, ha leído también muchísimos libros acerca de Lincoln, incluyendo libros escritos solo por otras personas de aquellos tiempos.

Libro B: Un libro escrito por un periodista que vivió en los tiempos del Sr. Lincoln, y que tuvo la oportunidad de escribir varios reportajes en la época sobre el ex-presidente.  Un escritor quien vio personalmente a Lincoln, pero solo en momentos de entrevistas periodísticas o en actos públicos.

Libro C: Un libro escrito por el mejor amigo de Abraham Lincoln, quien fue también su consejero personal desde el momento que Lincoln era un abogado hasta sus últimos días.

Nota: Este ejemplo fue tomado y adaptado del libro John: Encountering Christ in a Life-Changing Way (Juan: Encuentro con Cristo de una Manera que Transforme la Vida), páginas 13 y 14.

¿Cual de estos tres libros preferirían leer?

Me imagino que preferirían leer el Libro C, el tercero, pues este personaje, siendo un amigo y consejero cercano a al presidente, es el que conocería al Señor Lincoln mejor que nadie.

De la misma manera, el Evangelio según San Juan es uno de los mejores libros de la Biblia que tenemos para aprender sobre nuestro Señor Jesucristo, pues fue escrito por una persona bastante allegada a Jesús; es decir, fue escrito por un amigo cercano a Él, Juan el Apóstol, el «discípulo amado» de Jesús.

Juan describe la vida y las enseñanzas de Cristo desde un punto de vista que va mas allá de simples hechos históricos.  Él no solo relata las historias de la vida de Jesús, sino que también muchas veces nos explica sus enseñanzas y sus significados teológicos.  Quizás mejor que cualquier otro escritor bíblico, Juan fue utilizado por el Espíritu Santo para hablarnos directamente a nuestras mentes y corazones.

Todos los libros de la Biblia son igualmente inspirados por Dios, pero creo que este evangelio en particular podrá ser de bendición especial para nosotros.

Continuemos entonces con la lectura de la palabra de Dios, leyendo Juan capitulo 1, versículos del 19 al 28.  Pero antes de empezar, porque no inclinamos nuestros rostros para orar y pedir al Dios Todopoderoso que sea Él realmente el que dirija esta pequeña reunión.

Oremos.

Testimonio de Juan el Bautista

(Revisar primero 6-8 por motivos de contexto)

6 Hubo un hombre enviado de Dios, el cual se llamaba Juan.
7 Este vino por testimonio, para que diese testimonio de la luz, a fin de que todos creyesen por él.
8 No era él la luz, sino para que diese testimonio de la luz.

19 Este es el testimonio de Juan, cuando los judíos enviaron de Jerusalén sacerdotes y levitas para que le preguntasen: ¿Tú, quién eres?
20 Confesó, y no negó, sino confesó: Yo no soy el Cristo
21 Y le preguntaron: ¿Qué pues? ¿Eres tú Elías? Dijo: No soy. ¿Eres tú el profeta? Y respondió: No.
22 Le dijeron: ¿Pues quién eres? para que demos respuesta a los que nos enviaron. ¿Qué dices de ti mismo?
23 Dijo: Yo soy la voz de uno que clama en el desierto: Enderezad el camino del Señor, como dijo el profeta Isaías.
24 Y los que habían sido enviados eran de los fariseos.

¿Quién era Juan?

¿El Cristo?

Entonces, como ustedes sabrán, en aquellos tiempos los judíos esperaban la llegada del Mesías — del Cristo — desde hacia mucho tiempo.  Juan parecía saber lo que le iban a preguntar, por eso les dijo claramente en el versículo 20 que él no era el Cristo.

Noten, por otro lado, que los Israelitas no le estaban preguntando tampoco por su nombre “Juan”, pues ellos si sabían que su nombre era Juan.  Sino que al igual que muchos hombres en nuestros tiempos (donde muchas veces el título o rango de la persona era más importante que el mismo nombre) — esta gente religiosa no quería realmente preguntarle cual era su nombre, sino cual era su misión en la tierra.

Estos fariseos, sacerdotes y levitas (v. 19 y 24) habían venido desde la capital (Jerusalén, v. 19), caminando varios días a pie o quizás cabalgando con burritos, y querían entonces saber cual era su misión o propósito; porque predicaba así (con autoridad); y sobre todo porque Juan bautizaba.  Pues aunque Juan no quería darse crédito así mismo, él si creía en la necesidad de bautizar a aquellos que se arrepentían de sus pecados.

Por eso, decirles que su nombre era Juan estaba de más.  Juan el Bautista parecía saber lo que esta gente tenia en sus mentes.  Estos hombres de religión aparentemente pensaban que Juan era el Cristo, o quizás más bien sospechaban que quizás Juan estaba diciendo por allí a sus discípulos que él era el Cristo.  Por eso, Juan se les adelanto a decir que él no era el Cristo, que Juan no era el Mesías prometido.

De todas formas, aunque Juan hubiera sido el Cristo (lo cual no era así), los judíos tenían una idea distorsionada sobre el que iba a ser el Cristo.  Ellos sabían, por ejemplo, que iba a ser descendiente de David, un rey israelita, lo cual era verdad.  Jesús, el Cristo, era legalmente descendiente del Rey David.

Pero quizás por esto, los judíos esperaban que el Cristo o el Mesías fuera a ser un líder militar que los iba a liberar de la opresión romana.  Bueno, como ustedes ya saben, Juan no era el Cristo, Jesús es el Cristo (y digo “es” no “era” pues Cristo vive en estos mismos momentos), y que Él vino para liberarnos del pecado.  Es decir Jesucristo vino para lograr un cambio espiritual en nuestros corazones, no para promover un cambio político o militar en Palestina.

¿Elías?

Por otro lado, como segunda pregunta (o primera pregunta explicita), este grupo de religiosos judíos le preguntó también a Juan en el versículo 21 si él era el profeta Elías, a lo que Juan también les respondió que no, que Juan el Bautista no era Elías el profeta.

Ahora bien, ¿alguno de ustedes sabe por qué entre tantos profetas que los Judíos habían tenido en el Antiguo Testamento, por qué de todos ellos los judíos le preguntaron precisamente por Elías?  ¿Por qué Elías?  ¿Por qué no Moisés, o Eliseo, Samuel, Isaías, Jeremías, Ezequiel, Óseas o algún otro profeta del AT?

Bueno, primero que nada, noten que Dios no había mandando a ningún profeta a la tierra hace 400 años.  ¡Cuarenta décadas!  Esto es bastante tiempo. Estaban pues a la expectativa de que algo grande iba a pasar.  Ellos estaban pues, muy alertas sobre la venida de un profeta nuevo o la venida del Mesías, y el profeta Elías era uno de los que esperaban que viniese antes que el Cristo.

Además, Elías nunca murió.  Él fue llevado al cielo vivo, y en carne y huesos.  Es una historia un poco larga, por eso no creo que la debamos leerla aquí.  Pero si desean leer la historia completa más adelante, cual si les recomiendo, la encontraran en 2 Reyes 2: 11 (página 363 en mi Biblia).

Los judíos también habían interpretado que Dios había dicho por medio de otro profeta, Malaquías, que antes que viniese el Mesías, tenia que regresar Elías, el profeta que nunca conoció la muerte.  Esto es porque en Malaquías 4: 5 (p. 872) dice:

He aquí, yo os envío el profeta Elías, antes que venga el día de Jehová, grande y terrible.

Sin embargo, después vemos que Jesús aclaró que lo que Dios quiso decir por medio de Malaquías era que Juan el Bautista iba a venir con el espíritu y el poder de Elías (Mateo 11:14), no que Elías iba a bajar del cielo, con el mismo cuerpo y alma con el que subió al cielo hacia 900 años atrás.  Por eso le preguntaban a Juan si él era Elías.

¿EL Profeta?

También le preguntaron en el versículo 21 si Juan era el profeta.  Noten que dice “el” profeta (con artículo definido), no “un” profeta (con artículo indefinido).

Y la verdad es que la primera vez que leí estos versículos, yo también pensé que estos judíos se referían a cualquier profeta en general.  Pero no.  Cuando me preparaba por primera vez para esta clase bíblica descubrí que estaban hablando de un profeta en particular, uno que Dios le prometió a Moisés en Deuteronomio 18: 15 (p. 196):

Profeta de en medio de ti, de tus hermanos, como yo, te levantará Jehová tu Dios; a él oiréis;

Pero a esto también Juan el Bautista les dijo que no; él no era tal profeta tampoco.  Sin embargo, parece que los sacerdotes y levitas tenían el presentimiento que algo grande iba a pasar, y que Juan no era simplemente otro Juan más de entre la multitud.  No por las puras tendría tantos seguidores.  Tenia que ser alguien más.

Además, estas personas que habían venido desde Jerusalén, habían viajado quizás varios días, no iban a regresar a la capital para decirles que solamente sabían que Juan no era ni el Cristo (el Ungido de Dios), ni Elías, ni el profeta del que hablo Moisés.  Estos entonces tenían que justificarse con sus preguntas.

Por eso este grupo de hombres religiosos insistían a Juan que ellos tenían que llevar una respuesta especifica a los que los mandaron, y decirles a esa gente importante de Jerusalén quien era realmente Juan, para saber la misión de este hombre bajo la tierra.  Entonces Juan respondió (en el versículo 23):

Yo soy la voz de uno que clama en el desierto: Enderezad el camino del Señor, como dijo el profeta Isaías (Isaías 40:3, p. 679).

Juan no estimaba importante decir quien él realmente era

Ahora les voy a hacer otra pregunta.  A Juan le estaban preguntando si él era el Cristo, Elías, o el profeta que menciono Moisés; para lo cual Juan contestó negativamente en todos estos casos.  En otras palabras, le preguntaban uno por uno quien podría ser él, quizás porque sintieron que como que Juan no quería realmente cooperar mucho con esta delegación judía. 

Después cuando insistieron, Juan dijo les contestó que él era la «voz de uno que clama en el desierto: Enderezad el camino del Señor.»  Ahora bien, ¿Por qué creen que Juan estaba respondiendo así?  ¿Estaría Juan esquivando todas estas preguntas, no queriendo él realmente contestar?

Énfasis en el mensaje, no en el mensajero

Yo personalmente creo que para Juan, no era realmente importante decir quien era él.  Aunque les contestaba con la verdad (por ejemplo él dijo que no era él el Cristo), no les decía que él era simplemente un «profeta» llamado Juan — porque para Juan, no era importante realmente quien era él.

Lo importante era lo que decía: su mensaje.  Y esto hoy en día no debe cambiar, realmente lo que importa no es el mensajero de Dios, sino el mensaje que Dios mismo trae al pecador.  Cada uno de los mensajeros del evangelio de salvación solo deben verse a sí mismos como una herramienta más de Dios.  La gloria siempre debe ser para Dios, no para el hombre.

Esto es también un gran contraste que vemos con muchos lideres religiosos y políticos de hoy.  Estos últimos generalmente se quieren gloriar a si mismos, y en sus campañas publicitarias ponen sus nombres muy en alto.  Los actores de televisión y todas las personas importantes del mundo también buscan gloriarse a si mismos promocionando sus nombres con letras gigantescas, algunos de ellos van a los extremos de inclusive hacer logotipos con sus nombres.

Pero, nuevamente, este no era el caso en nuestra historia de hoy.  A Juan el Bautista no le importaba gloriarse a si mismo, sino que lo que era importante para él era el mensaje que él estaba tratando de transmitir: Que enderecharan sus caminos — que abrieran y prepararan sus corazones a Dios.

Esto me parece, nuevamente, que es también un buen ejemplo para todos los pastores y religiosos de hoy, que no busquen glorificar sus propios nombres, llamándose así mismos en algunos casos «apóstoles» porque el titulo de «pastor» ya no les parece lo suficientemente atractivo como para sus personas.  Los mensajeros que realmente conocen a Dios deben de regresar más bien a lo básico del Cristianismo, lo cual incluye hablar del mensaje divino de Dios para la salvación de todas las almas.

El Bautismo

25 Y le preguntaron, y le dijeron: ¿Por qué, pues, bautizas, si tú no eres el Cristo, ni Elías, ni el profeta?
26 Juan les respondió diciendo: Yo bautizo con agua; más en medio de vosotros está uno a quien vosotros no conocéis.
27 Este es el que viene después de mí, el que es antes de mí, del cual yo no soy digno de desatar la correa del calzado.
28 Estas cosas sucedieron en Betábara, al otro lado del Jordán, donde Juan estaba bautizando.

Los Fariseos: ¿Por qué pues bautizas?

Juan bautizaba con agua como ejercitando una profesión de arrepentimiento, como un signo externo de la bendición espiritual interna que iba en anticipación de la venida de Cristo, el cual si iba a bautizar con el Espíritu Santo (Mateo 3: 11).  Este es el Mesías, a quien Juan les dijo que estaba en medio de ellos (pues Jesús ya estaba en la tierra en forma humana y estaba además a punto de empezar su ministerio), y de quien el profeta Juan dijo que él no era inclusive digno de desatar la correa de su calzado.

En aquellos tiempos, los discípulos y seguidores de cada maestro no solían pagarle sus lideres por impartir sabiduría.  Sin embargo, se esperaba que los discípulos sirvieran al maestro en ciertas formas, pero nunca desatando la correa de sus sandalias.  Este era un acto que se consideraba demasiado degradante, algo que solo los esclavos de más bajo estatus podrían hacer.  Por eso, los maestros estaban prohibidos de esperar esto de sus discípulos.

Cuando Juan dijo que él no era digno de desatar ni siquiera la correa del calzado de Cristo, Juan estaba tratando de explicar que él no era nadie — absolutamente nadie — comparado al que estaba a punto de empezar su ministerio, Jesús, el Hijo de Dios.  Los lideres judíos estaban preguntando a Juan sobre Juan, la persona equivocada.  Ellos deberían preguntar más bien quien era Aquel del cual hablaba Juan — pero esto no lo hicieron — lo cual es algo increíble.

El Bautismo para los cristianos

En esos días, cuando Juan bautizaba en el rio, él probablemente tomaba el peso del que iba a ser bautizado, lo sumergía en el agua, y luego lo levantaba del agua.  Este era entonces un acto físico externo que simbolizaba un cambio espiritual interno.  ¿Alguno de ustedes saben porque este rito todavía se practica así, en nuestros días, un pastor toma el cuerpo de la persona, lo sumerge bajo el agua, y la sube arriba?  ¿Qué simboliza entonces este acto?

Este acto físico simboliza un cambio espiritual muy profundo, es decir, el que se bautiza baja dentro del agua, simbolizando su muerte al mundo; y al subir del agua, esto simboliza que esta resucitando para con Cristo Jesús.  Es decir, la persona siendo bautizada, se arrepiente de sus pecados, muere a las cosas de este mundo, y resucita tal y como Cristo mismo resucitó de entre los muertos, a los tres días después de su crucifixión.

Si alguno esta interesado en analizar este tópico más profundamente, ver Romanos 6: 3-8.  Esta es una de las interpretaciones cristianas sobre el bautismo; una expuesta por San Pablo.  También hay otras interpretaciones, pero esta es la que yo creo que más se menciona.

El Bautismo para los judíos

Sin embargo, ¿alguno de ustedes sabe cúal era el papel que desempeñaba el bautismo en la religión judía?  ¿Era el bautismo un acto simbólico practicado por los mismos judíos ya creyentes, o este era más bien un ritual de purificación reservado solo para los que se convertían al judaísmo?

¿Quiénes podían bautizarse?

Cuando algún gentil (es decir, una persona no judía) se convertía al judaísmo, si era hombre se circuncidaba.  Además de esto, todo nuevo creyente (sea hombre o mujer) tenía que purificarse (bautizarse).  Este rito religioso simbolizaba una limpieza espiritual de todo lo que era gentil o pagano.

Pero, Juan el Bautista estaba realmente causando escándalo en Palestina al insistir que todos los judíos también tenían que bautizarse; todos — que inclusive la crema y nata del judaísmo — los fariseos y saduceos, e inclusive los que tenían alto rango en aquella religión, se bautizaran.  ¿Se imaginan lo que es esto?

Pongamos esto en perspectivas actuales.  Supongan, que viene un hombre vestido de pieles de camello, que se alimenta de solo miel y langostas (saltamontes).  Este viene a ustedes, y al verlo, creen al comienzo que es un loco más de la calle, pero después de escucharlo, se maravillan que esta predicando la palabra de Dios.

Después, se enteran, que esta persona que se viste con piel de camello y se alimenta solo de miel y langostas es actualmente escuchado por las masas; y no solamente eso, las autoridades no le hacen nada porque le tienen miedo.  Y lo que es más sorprendente aun, les dice que aun inclusive conocidos pastores «evangelistas» como Joel Osteen, Benny Hinn, y grandes lideres católicos, como el propio Papa, tienen que volverse a bautizar.  ¿No seria esto un escándalo?  Por supuesto que lo seria, y más aun si estas autoridades religiosas no sabrían quien era realmente este predicador.

Ahora veamos porque los judíos relacionan a Juan el Bautista con alguna de estas figuras escatológicas (relacionados al fin del mundo) que habíamos hablado antes; es decir, el Cristo, Elías, o “el” profeta.

¿Quién sería el que bautizaría de acuerdo al Antiguo Testamento?

Basado en Zacarías 13:1, donde dice que habrá «un manantial abierto… para la purificación del pecado y la inmundicia«, y especialmente en Ezequiel 36:25, en donde se habla sobre «agua limpia» que limpiará las «inmundicias» de los judíos; algunos eruditos entendían que todos iban a ser bautizados solo en los días finales, para la venia del Mesías.  Pero como Juan negaba que él era el Mesías, los Fariseos querían entonces una explicación del porque Juan estaba bautizando.

Reflexión Final

Como vimos también antes, Juan en vez de contestarles porque bautizaba, les dice que su bautismo era solo de agua, pero que –- en esos mismos momentos — ya había alguien entre ellos quien si seria el que estaban buscando.  Es decir, ya estaba en el mundo alguien entre los propios judíos que, ellos mismos no conocían, pero quien existía aún antes Juan, y quien este no era ni siquiera digno de desatar la correa del su calzado.

Ahora no sabemos que exactamente pasa después de esta declaración.  Pero yo me imaginaria que los judíos le deberían haber preguntado quien era ese tal Señor tan importante que venia, pero aparentemente los fariseos no le preguntaron por esa Persona.  Quizás no estaban interesados en su doctrina, solo querían saber que era lo que Juan decía de si mismo; y por más que Juan quería apuntarles hacia el Hijo de Dios, decirles que él mismo (Juan) era solo un enviado, los fariseos no estaban interesados en escuchar una respuesta a la pregunta que Juan quería que les hiciera.

Muchas veces pienso que aquí en este lugar, los reclusos tienen también muchas preguntas que quieren hacerle a Dios, pero solo para escuchar una respuesta determinada, que reafirme sus convicciones personales, sin querer escuchar realmente la voz de Dios.  Muchos reclusos, por ejemplo, quieren saber porque están aquí.  Si realmente lo que hicieron era tan malo como para merecer estar entre las rejas.

Quizás algunos de ustedes tenían planes de juntar dinero por unos meses o años, y después de eso, irse a sus países a trabajar y poner un negocio allí.  Quizás pensaban casarse y juntar para comprar una casita y ser así «felices».  Pero de repente, ¡pun!, vino la migra, y todos sus sueños, planes, y aspiraciones se fueron al piso.  Se rompieron sus ilusiones, sus esperanzas, y ahora se ven en una situación que quizás les parezca que no tienen a donde ir.  Quizás les parezca que están en un callejón si salida.  Sin esperanza y sin futuro.

Pero yo estoy aquí para decirles que las cosas no pasan así por así.  Que hay un Dios sobre los cielos que siempre mira las obras de los hombres.  Alguien realmente Grande y Omnipotente Quien realmente sabe que los años que vivimos en este mundo son realmente pasajeros y que realmente estos tiempos que estamos aquí hay algo inclusive más importante de que preocuparse.

Estoy aquí también para decirles que al venir aquí, a este estudio Bíblico, de una forma voluntaria, quizás ya estaban tomando una actitud adecuada.  Pero tal vez, a pesar de tener la actitud apropiada, aun así, se estaban haciendo las preguntas equivocadas.  Se están preocupando de cosas que aunque son importantes, son sin embargo pasajeras.

Por favor no me vayan mal entender –- Dios sabe lo importante que es para ustedes su trabajo, su bienestar económico, su familia; pero hay algo aun más importante que quizás ustedes, algunos de ustedes, han estado desatendiendo:  Su salvación eterna.

Por eso es importante hablar más bien de Jesús.  El Hijo Unigénito de Dios.  El Dios hecho carne que vino a nosotros hace más bien de dos mil años para que nosotros un día pudiésemos ser salvos.  La pregunta que es realmente más importante, la que se deberían hacer es:  ¿Quien es Jesús y que es lo que realmente Él representa para ti?

Si para ti Jesús fue solo un hombre lejano, un buen predicador, alguien que invento una buena religión.  Bueno, eso es entonces será Jesús para ti, y allí se acabo la historia.  No han consecuencias eternas como resultado de tal razonamiento u opinión.

Pero si tu crees en tu corazón que Jesús es realmente el Señor, el Creador del Mundo, el Dios hecho carne; y quieres que el Señor te de más fe para que sigas creyendo eso, entonces lo que tienes que hacerle es confesar con tu boca que Jesús es el Señor, el Hijo del Dios Viviente.

No te voy a decir que es necesario que entiendas completamente bien todo lo que se refiere al cielo, el misterio de la Santa Trinidad, el perdón de los pecados, la resurrección de entre los muertos.  Todas esas cosas son cosas importantes, pero se pueden aprender a su debido tiempo, pues en estos momentos, este no es un examen de religión.  Lo que les voy a pedir es tomar un paso de fe, consciente de sus implicaciones, el primer paso que puede comenzar un largo peregrinaje a la Tierra Prometida.

Jesús mismo dijo en Apocalipsis 3: 20: “He aquí, yo estoy a la puerta y llamo; si alguno oye mi voz y abre la puerta, entraré a él, y cenaré con él, y él conmigo.

Dios quiere que le des tu corazón.  Jesús tiene el poder de abrir la puerta de tu corazón a la fuerza, pero esa no es su voluntad.  Dios no nos creo como robots que le obedecieran al Creador sin voluntad propia.  Dios nos dio libre albedrío para escoger entre el bien y el mal; y hoy día, esta es tu oportunidad para escoger el bien, lo justo, la salvación.  Esta es tu oportunidad para escoger a Jesús como tu Señor y tu Salvador.

Dios no te esta prometiendo que vas a salir de la cárcel de un momento a otro, y que después vas a conseguir el mejor trabajo que deseas, y que de allí tus problemas se van a arreglar de la noche a la mañana antes del desayuno.  Si, Dios te quiere ayudar y tiene un camino específico para ti, pero uno tiene que esperar que todo pase en el horario de Dios, no en el de los hombres.

Quizás los planes específicos para ti, sea un camino modesto, sencillo, como servir en el futuro como un diacono, o quizás aun como un pastor de una iglesia, cuando salgas de aquí.  O tal vez Dios tiene otros planes diferentes para ti, para que seas un hombre de negocio en el futuro.  O que quizás no lo seas — pues las riquezas generalmente pueden ser un obstáculo al Cielo.  Yo no he venido aquí a compartir las falsas promesas de la Teología de la Prosperidad.

Yo no se que es lo que Dios tiene preparado específicamente para ti en este mundo, si lo aceptas a Él.

Pero hay algo que si te puedo prometer, no en mi nombre — porque yo no soy nadie — sino en el nombre de Dios.  El Señor si te puede brindar una vida llena de gozo, a pesar de la pobreza o riqueza que Él te quiere dar; gozo y plenitud a pesar de las pruebas y dificultades por la que atraviesas ahora.  Y sobre todo, Dios si te puede prometer la vida eterna.  Un lugar en el cielo.

Jesús mismo dijo Juan 14: 1-3:

1 No se turbe vuestro corazón; creéis en Dios, creed también en mí.
2 En la casa de mi Padre muchas moradas hay; si así no fuera, yo os lo hubiera dicho; voy, pues, a preparar lugar para vosotros.
3 Y si me fuere y os preparare lugar, vendré otra vez, y os tomaré a mí mismo, para que donde yo estoy, vosotros también estéis.

Después Jesús dice en el versículo 27, del mismo capitulo 14 de Juan:

27 La paz os dejo, mi paz os doy; yo no os la doy como el mundo la da. No se turbe vuestro corazón, ni tenga miedo.

Si deseas entablar una relación personal con Jesucristo, yo te invito a que levantes tu mano como señal de aceptación para que repitas conmigo una simple oración.

No tengas miedo ni te avergüenzas de Dios.  Si tú te avergüenzas de Dios ahora, el Señor también se avergonzara de ti delante de sus ángeles.  Si ya alguna vez en tu vida has aceptado a Cristo en tu corazón, yo te invito a reafirmar de todas formas ese hermoso paso de fe, levantando tu mano nuevamente, como diciendo al Señor todos los días que “yo te amo, y quiero que seas mi Señor y mi Dios por el resto de mi vida

Si quieres hoy entregar tu vida a Dios, o si ya se la has entregado antes y quieres hoy día reafirmar nuevamente tu fe, pues tu sabes que te apartaste de Él; yo te invito de todas formas a que repitas esta oración en voy alta y sin pena o vergüenza.  Pues vergüenza se tiene para robar o hacer cosas malas.  Tantas personas hay aquí que han hecho cosas realmente malas y sin tener vergüenza o remordimiento: ¿Por qué pues vas a tener tu vergüenza de aceptar que eres un pecador y que necesitas del amor y protección de Dios?

Si esta es tu decisión, por favor repite con voy alta esta oración:

Señor Jesús, reconozco que soy un pecador.
Gracias por venir al mundo para morir por mis pecados.
Gracias Espíritu Santo por su amor y consolación.
Y a Usted, oh Dios Padre celestial, gracias por mandar a Jesús, su Hijo Unigénito, y al Espíritu Santo, nuestro Consolador.
Gracias por Jesús, a quien Usted lo levanto de entre los muertos.
Y que hoy esta sentado a su diestra.
Confieso con mi boca que Jesús es el Señor.
Creo en mi corazón que es Dios.
Reconozco oh Señor que soy un pecador.
Y en estos momentos le pido perdón por todos mis pecados.
Deseo cambiar como persona, con Su ayuda, y empezar así una nueva vida, ser nueva criatura, viviendo en santidad.
Le entrego oh Dios mi alma, mi espíritu, mi corazón, mi mente, mis fuerzas, todo lo que tengo se lo doy.
En el nombre de Cristo Jesús lo hago y le pido estas cosas.

Amén.

Dios les bendiga.

Hijos de Dios – Capítulo 1: 10-18

Nuevamente estamos aquí para continuar con el estudio y la lectura de la palabra de Dios, con el evangelio San Juan, capitulo 1.

Esta noche veremos como el mundo, en su mayoría, no recibió al Señor Jesús, ni lo reconoció como el Hijo Unigénito de Dios.  Veremos también porque aquella minoría que si lo acepto, porque ante los ojos del Señor, ellos si son reconocidos como hijos de Dios.

Veremos entonces porque todos los seres humanos — solo por virtud de su nacimiento — no son necesariamente hijos de Dios.  Porque tiene que haber una experiencia personal.  Una entrega personal a Dios.  Porque es necesario creer que Jesús es el Señor — el Hijo de Dios — y que para que creyendo en Él, seamos salvos (y no salvos por obras sino por gracia).

Leamos entonces la palabra de Dios, pero antes inclinemos nuestros rostros para pedir a Dios sabiduría para entender su palabra y para poder aplicarla a nuestras vidas.  Que sea Él el que nos guíe, nos guarde, nos hable esta noche. Y que recibamos su mensaje con humildad, con aceptación, reconociendo realmente que nosotros no somos nadie, y que el Señor lo es realmente todo.

Oremos.

Versículos 10-14: Los que le Recibieron al Creer en Jesús

10 En el mundo estaba, y el mundo por él fue hecho; pero el mundo no le conoció.
11 A lo suyo vino, y los suyos no le recibieron.
12 Mas a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios;
13 los cuales no son engendrados de sangre, ni de voluntad de carne, ni de voluntad de varón, sino de Dios.
14 Y aquel Verbo fue hecho carne, y habitó entre nosotros (y vimos su gloria, gloria como del unigénito del Padre), lleno de gracia y de verdad.

 

Entonces, en los versículos 10 y 11, leímos que el mundo no recibió al Verbo, al Hijo del Dios.  Que el mundo no conoció, ni recibió al Señor Jesús.  ¿Por qué creen que a pesar que Cristo (como parte de la Santa Trinidad) creó al mundo, el mundo no lo conoció?

Creo que realmente esta pregunta es quizás un poquito más difícil de lo que al comienzo parece. ¿Por qué el mundo no reconoció a Jesús como el Hijo de Dios?

¿Qué piensan ustedes?

¿Por qué creen ustedes que la creación no recibió a su Creador? ¿Algunas ideas o teorías por allí?

Dije que pienso que esta pregunta es difícil, no porque sea necesariamente difícil imaginar las respuestas [y algunas de las respuestas que se han dando pueden ser validas]. Pero pienso que uno siempre debe tener mucho cuidado con estas cosas porque cuando un hace una pregunta acerca de un versículo en la Biblia, uno debe responderlo de acuerdo al contexto bíblico de dicho versículo, nunca sacando el versículo fuera del contexto o fuera de la historia que se esta revisando.

Si uno busca respuestas fuera del contexto bíblico, uno podría terminar sacando conclusiones erradas, equivocadas.  Por ejemplo, alguien por allí podría haber pensado que si la mayoría de los contemporáneos de Jesús no lo recibieron como Dios y Salvador, era por sus apariencias físicas.  Es decir, que a pesar de sus grandes milagros y sus poderosos sermones, aun así, Cristo era — en el parecer físico y ante los ojos de la mayoría — de apariencia promedio (Isaías 53: 2), que en esos términos Jesús parecía ser uno más de la multitud.

El Señor no se vestía con ropas lujosas, ni esplendorosas (Juan 19:23).  Él era muy humilde en su forma de ser y en su forma de vestir.  Por eso (algunos podrían argüir) que a muchos judíos de su época les podría haber sido difícil imaginar que este hombre, de procedencia tan humilde, era nadie menos que el mismo Hijo del Dios.  Pero si lo era y lo siguen siendo en el día de hoy.  A pesar de sus apariencias físicas de aquellos tiempos.

Entonces, esta posible respuesta se podría aplicar muy bien — por lo menos teóricamente — a los sucesos históricos del Siglo I: ¿Por qué los contemporáneos de Jesús, en su gran mayoría, no lo reconocieron como a Hijo de Dios?  La respuesta seria, de acuerdo a esta teoría, que la gente en la época Jesús no lo recibieron como Hijo de Dios porque ellos solo veían las apariencias físicas y materiales del Señor, y no podían entender como un hombre de procedencia tan humilde, de apariencia tan promedio, y de vestimentas tan sencillas, podría ser el mismo Hijo de Dios.

El problema con esta explicación es que esta no se aplica bien al hombre moderno del día de hoy.  Porque la verdad es que nosotros, en el día de hoy, no podemos ya ver a Jesús de una forma física (tal y como lo hacían los judíos del Siglo I).  Entonces esta posible respuesta (aunque podría parecer tan lógica) no puede ser la respuesta correcta o universal porque la verdad es que en el día de hoy, el hombre moderno del Siglo 21, en la actualidad, en su mayoría, todavía rechaza a Dios.

Entonces, de todas formas, como dije hace un momento, lo mejor que uno puede hacer cuando uno tiene una pregunta bíblica es buscar la respuesta dentro del contexto bíblico de dicho versículo, de a cuerdo a la historia o enseñanza que se esta revisando.

Entonces la respuesta correcta la tenemos que encontrar en la Biblia, generalmente en el mismo capítulo, y esta es una regla general importante, pero también algunas veces la respuesta la vamos a encontrar en algunos capítulos cercanos.

En nuestra historia, como recordaran, en el versículo 9 ya se hablaba de la luz que vino al mundo, mientras que en los versículos 10 y 11 se afirma que los hombres, en su mayoría, no recibieron a Jesús.

Pero creo que en este caso especifico, la verdadera respuesta la podemos encontrar mucho más adelante: En el capítulo 3 del evangelio según San Juan, en los versículos 18 y 19:

18 El que en él [en Jesús] cree, no es condenado; pero el que no cree, ya ha sido condenado, porque no ha creído en el nombre del unigénito Hijo de Dios.

19 Y esta es la condenación: que la luz vino al mundo, y los hombres amaron más las tinieblas que la luz, porque sus obras eran malas.

Esta creo que podría ser la mejor respuesta a nuestra pregunta original: «¿Por qué el mundo no recibió a su Creador?»  La respuesta entonces seria que (de acuerdo los versículos que hemos leído) la mayoría de la humanidad no recibió a Jesús, ni lo acepto, porque la gente amaba más las tinieblas que la luz — porque sus obras eran malas.

Esta es la mejor respuesta porque proviene de la Biblia — Es la respuesta bíblica — y si se ponen también a pensar, esta respuesta también tiene mucho sentido.  Si Jesús es la luz del mundo, y nosotros siempre vivimos una vida correcta y sin pecado, no nos va a importar que la gente vea nuestras obras.  Al contrario, vamos a querer muchas veces que la gente note nuestras obras. Porque ellas son buenas.

Por otro lado, si nosotros somos hombres impíos y pecadores, entonces no vamos a querer que la gente vea nuestras faltas y pecados.  Vamos a querer permanecer en la oscuridad para que nuestras obras no sean expuestas.  No vamos a querer, si somos malos, aceptar la Persona de nuestro Señor Jesucristo.

Al menos que Dios obre primero en nuestros corazones, vamos a preferir la oscuridad.

En otras palabras, cuando no hay intervención divina, si el hombre es dejado solo para escoger entre el pecado y la santidad, el hombre siempre va a escoger pecado.  Solo cuando Dios habla directamente al corazón del hombre, recién allí, él va a escoger santidad.  Y esto en si ya es un milagro.

Tiene que intervenir Dios en nuestros corazones para que podamos ser salvos. Todavía tenemos libre albedrío, pero el Señor nos escoge primero.  Todavía tendremos la libertad de rechazar rechazar a Dios, pero Él todavía nos da a escoger.

Esto podrá parecer una contradicción, pero lo que pudiera parecer ilógico para nosotros, es lógico para Dios.  El señorío de Dios y el libre albedrío son dos enseñanzas bíblicas.  Ya veremos más de esto más adelante.

Esto ya va tocando el tema de los versículos 12 y 13, donde dice que los hijos de Dios “…no son engendrados de sangre, ni de voluntad de carne, ni de voluntad de varón, sino de Dios”.

Ahora les voy a hacer otra preguntita a ustedes.  Esta si creo que más fácil.  ¿Que quiere decir con esto, que los hijos de Dios no son “engendrados de sangre, carne, ni de voluntad de varón”?

En realidad, yo por lo menos pienso que esto quiere decir que uno no es “hijo de Dios” solo por razón de nacimiento, por la religión de los padres, por razón étnica, o nada parecida.  El hecho de que uno nazca en un hogar cristiano no significa que uno va a ser automáticamente hijo de Dios.

Por ejemplo, por allí uno podría decir que nació de una familia cristiana y conservadora, católica o evangélica, una familia muy piadosa y reconocida en su pueblo, de buenas «obras de caridad», pero esto no creo que significa mucho para Dios.

Lo que a Jesús le importa no es de donde vienen; o si tus padres son cristianos o no; o si te bautizaron de niño o no.  Lo que Dios quiere ver es tu interior: como eres tú realmente, y de acuerdo a lo que Él mira en ti, te podrá llamar hijo suyo, es decir de acuerdo a su preconocimiento de tu persona, su voluntad infinita y sobre todo de acuerdo a su amor incomprensible.  (Ver también Juan 1:12-13 Explicación).

Leamos ahora los cuatro versículos siguientes.

Versículos 15-18

15 Juan dio testimonio de él, y clamó diciendo: Este es de quien yo decía: El que viene después de mí, es antes de mí; porque era primero que yo.
16 Porque de su plenitud tomamos todos, y gracia sobre gracia.
17 Pues la ley por medio de Moisés fue dada, pero la gracia y la verdad vinieron por medio de Jesucristo.
18 A Dios nadie le vio jamás; el unigénito Hijo, que está en el seno del Padre, él le ha dado a conocer.

Versículo 16 y 17 hablan de la ley de Moisés y la gracia de Jesucristo, ¿que relación se podría establecer entre la ley de Moisés y la gracia de Jesucristo?

En otras palabras, ¿Que papel desempeñó Moisés en el plan de Dios para con el hombre? y ¿Cual fue la obra que Jesús terminó para salvar a la humanidad de sus pecados?

Moisés trajo la ley de Dios al pueblo judío.  Dios reveló al pueblo israelita, por medio de Moisés, su nombre; Jehová, le dio su ley, los 10 mandamientos; y les dio instrucciones al pueblo judío sobre lo que tenían que hacer sus sacerdotes para con relación a los sacrificios para la remisión de sus pecados.

Pero viendo que sus sacrificios no podían lavar los grandes pecados de los israelitas, Dios dio a su Hijo Unigénito para la salvación de sus pecados.

Para lograr este propósito, el perdón de sus pecados, los sacerdotes tenían una serie de rituales y sacrificios en los cuales sacrificaban animales, para la remisión de sus pecados, incluyendo la remisión de los pecados de los mismos sacerdotes.  Este sacrificio consistía en parte de sangre de machos cabríos y de becerros.

En Hebreos 9: 7, se habla brevemente de este tema:

…pero en la segunda parte, sólo el sumo sacerdote una vez al año, no sin sangre, la cual ofrece por sí mismo y por los pecados de ignorancia del pueblo.

Entonces, el sumo sacerdote tenia que ofrecer sangre de machos cabrios y becerros para que Dios le perdonase los pecados del sumo sacerdote y los del pueblo israelita — pero esto no término agradando a Dios.  Los israelitas seguían pecando más y más, y de acuerdo a la ley de Moisés, el que transgredía una sola ley, ya era declarado transgresor de toda la ley (Santiago 2: 10-11).

Es allí cuando Jesús Cristo, el Hijo Unigénito de Dios se ofrece para dar su propia sangre para el perdón de los pecados, sangre limpia y sin pecado, sangre agradable de Dios.

En Hebreos Capitulo 10, versículo cuatro y en adelante dice:

4 porque la sangre de los toros y de los machos cabríos no puede quitar los pecados.
5 Por lo cual, entrando en el mundo dice:
Sacrificio y ofrenda no quisiste;
Más me preparaste cuerpo.
6 Holocaustos y expiaciones por el pecado no te agradaron.
7 Entonces dije: He aquí que vengo, oh Dios, para
8 hacer tu voluntad,
Como en el rollo del libro está escrito de mí.

Cristo Jesús, siendo el Hijo de Dios, no tenia que ofrecer sacrificio cada año, como lo hacia el Sumo Sacerdote, sino solo una sola vez, y ese sacrificio era suficiente para salvar a toda la humanidad.

El misterio de Dios, su Santa Trinidad, el perdón de los pecados — todos estos son conceptos difíciles para entender al ser humano en su plenitud.  También es muy difícil comprender la magnitud del amor de Dios, que sacrifico a su propio Hijo, para nuestra salvación (Romanos 8:32).  Para nosotros — seres insignificantes comparados a Dios; seres capaces de hacer tantas maldades, que no merecemos ni siquiera estar en la memoria de Dios.  Aún así, Dios nos amo, y fue por ese gran amor que Él nos perdonó.  Nos dio un regalo infinito: la vida eterna.

Pero para reclamar ese perdón, recibir la gracia de Jesucristo, hay un paso más que tomar: Creer que Jesús Cristo es el Hijo de Dios, arrepentirse de los pecados, y entregar nuestras vidas a Dios.  Es necesario hacer esto.  Es necesario reconocer que somos pecadores, y pedirle a Dios su perdón, el cual es gratis; gratis para nosotros, aunque no fue gratis para Dios.  Pero el precio ya ha sido pagado, Jesucristo lo hizo, por medio de su muerte en la Cruz.

Solo así vamos a ser constituidos «hijos de Dios«, no por voluntad física de nuestros padres, quien también pueden ser cristianos, pero esto no nos hace automáticamente cristianos. Tiene que haber una conversión personal.  Una experiencia personal.

Ese primer paso lo tomara Dios, y si sientes en tu corazón el llamado, si entiendes con tu mente las implicaciones de tomar ese primer paso de fe,  lo mas probable es que Jesús te este tocando la puerta de tu corazón ahora.  Dios quiere glorificarse en el templo de tu cuerpo.  Permite al Santo Espíritu e Dios hacer su obra en ti.

El siguiente paso tiene que ser tuyo…

Que el Señor bendiga su palabra.

Amén.

Juan el Bautista – Capítulo 1: 6-9

El Evangelio según Juan es un libro de la Biblia, en el Nuevo Testamento, que narra la vida, la muerte y las enseñanzas de nuestro Señor Jesucristo.

Se le conoce como el Evangelio según San Juan, por supuesto, porque se reconoció desde su comienzo que el autor de este evangelio fue el propio Apóstol Juan, un hombre de Dios, quien fue primero discípulo de Juan el Bautista y que después dejo a su antiguo maestro para seguir los pasos de nuestro Señor Jesucristo, el Hijo Unigénito de Dios.

Al Apóstol San Juan también se le conoce como el “discípulo amado» del Señor, pues fue una de las personas más cercanas al Señor Jesucristo, y a quien el Señor escogió para revelar las profecías del fin del mundo.  Estas son entonces las revelaciones que el Apóstol Juan escribió en un libro conocido hoy como Apocalipsis o Revelaciones, el último libro de la Biblia.

Continuemos entonces con la lectura de la palabra de Dios, repasando, porque no, los primeros cinco versículos del capitulo uno.  Pero primero inclinemos nuestros rostros para pedir a Dios que sea Él realmente el que dirija la lectura y el estudio de su santa palabra.

Versículos 1-5:

(Repaso)

1 En el principio era el Verbo, y el Verbo era con Dios, y el Verbo era Dios.

En el versículo 1 se habla de dos personas: uno del Dios Padre y el otro del Verbo ¿Quién creen ustedes que es el Verbo?

El Verbo es Jesucristo, el Hijo de Dios hecho hombre.

2 Este era en el principio con Dios.
3 Todas las cosas por él fueron hechas, y sin él nada de lo que ha sido hecho, fue hecho.
4 En él estaba la vida, y la vida era la luz de los hombres.
5 La luz en las tinieblas resplandece, y las tinieblas no prevalecieron contra ella

 

En el versículo 4 se utilizan dos palabras claves para describir al Verbo, al Mesías.  ¿Cuales son estas dos palabras claves?  ¿A que se le compara a Jesús, el Cristo, para describir a su Persona?

Como analogía, se le compara al Señor Jesús con la Vida y la Luz.

¿Por qué creen ustedes que el Apóstol utiliza estas dos palabras para describir a la Persona de nuestro Señor Jesucristo? ¿Que significan estas dos frases?

Que Dios es vida, y vida es lo contrario a la muerte. Que Dios es vida y vive para siempre.  Por consiguiente, aquellos que mueren en Cristo vivirán eternamente y para siempre; aquellos que mueren sin Cristo, y sin el perdón de Dios, pasaran a un estado de eterna desesperación y sufrimiento, a un estado que en la Biblia se le conoce como la “segunda muerte”.

Con respecto a la analogía de la luz, con la luz se puede ver las cosas. Cuando los hombres hacen lo bueno, lo quieren hacer en la luz, para que todos los vean.  En cambio, cuando los hombres hacen algo malo, lo hacen en la oscuridad, para que no se vean las cosas malas que hacen.

Entonces todos estos versículos hablan sobre la naturaleza divina de nuestro Señor Jesucristo, su verdadera persona: El hecho indiscutible que Jesús es nada menos que el mismo Hijo del Dios Viviente, que preexistió desde antes de la fundación del mundo.  Aquí el Apóstol Juan menciona claramente que Jesús es Dios; se le compara con la Vida y la Luz; se habla acerca de la fundación del mundo; y también de que Jesús fue definitivamente antes del Mundo.

Estos primeros versículos constituyen no solo una introducción a este Evangelio en particular, sino son también una introducción al fundamento, a la doctrina esencial del Cristianismo.  Y si bien es cierto que en realidad toda la Biblia habla sobre la doctrina de verdad (incluyendo la divinidad de Jesús); en mi humilde opinión, quizás nadie lo hace mejor que el Apóstol San Juan, quien bajo una inspiración tan especial del Espíritu de Dios, escribe este Evangelio en griego (y estos versículos en particular) en un lenguaje casi poético, muy parecido a Colosenses 1: 15-20 y Filipenses 2:6-44.

Por otro lado, algunos creen que las primeras palabras del versículo 1 también pudieron haber procedido de un himno antiguo; de una canción poética que podría también haber empezado con la frase “En el Principio”, la cual es la misma frase que Moisés utiliza para marcar el comienzo de la Biblia: Génesis 1:1, “En el Principio…”.

El versículo tres denota que Cristo Jesús, como Hijo de Dios, Quien es a su vez Dios, creo todas las cosas: los cielos, la tierra, el mar, y todo lo que vemos y no vemos: “Todas las cosas por él [por Jesús] fueron hechas, y sin él [sin Jesús] nada de lo que ha sido hecho, fue hecho.» (v. 3).

Este versículo refuta indudablemente la tendencia arrianita del Siglo 4; la cual era una doctrina que enseñaba que Jesús fue creado por Dios de la nada. Aunque algunos de ellos quizás profesaban públicamente que Jesús era Dios, en realidad para ellos Jesús era algo así como un “dios inferior”, un dios de “segunda categoría”, o algo parecido. Pero la Biblia nos enseña claramente que Jesús es Dios, y que es uno con Dios Padre: Un solo Dios en tres personas: Padre, Hijo, y Espíritu Santo (comparar 1 Timoteo 3:16).

El arrianismo no desapareció completamente, y en el día de hoy, iglesias tales como la llamada Iglesia de Jesucristo de los Últimos días o los Testigos de Jehová contienen todavía elementos arrianitas en sus doctrinas.

Continuemos ahora con los versículos 6, 7, 8 y 9.

Versículos 6-9: San Juan el Bautista

6 Hubo un hombre enviado de Dios, el cual se llamaba Juan
7 Este vino por testimonio, para que diese testimonio de la luz, a fin de que todos creyesen por él.
8 No era él la luz, sino para que diese testimonio de la luz.
9 Aquella luz verdadera, que alumbra a todo hombre, venía a este mundo

 

En el versículo 6 se habla por primera vez de un hombre llamado Juan.  Se menciona que fue enviado por Dios.  ¿Quien es este Juan?  ¿Es el mismo Juan quien escribió este libro o evangelio?

No.  Aquí en el versículo 6 se esta comenzando a hablar de Juan el Bautista, el cual es otro diferente a Juan, el que escribía este libro.  Como mencione anteriormente, el autor de este evangelio, Juan el Apóstol, fue primero discípulo de Juan el Bautista, al cual abandona para seguir los pasos de nuestro Señor Jesucristo.

En el versículo 9, ¿Por qué se dice que la luz alumbra a todo el hombre? ¿Por qué es necesario que la luz alumbre al hombre?

Es necesario que la luz, la luz de Cristo, alumbre primero a todo hombre para ver y conocer quien realmente el hombre es.

Como ustedes saben, nosotros los seres humanos venimos en muchas razas, formas y colores; y tenemos la tendencia de juzgar a los demás basados en las apariencias, a lo que vemos externamente.

Sin embargo, nosotros nunca podemos ver el verdadero interior de las personas.  Lo máximo que podemos tratar de hacer es aprender de cada uno sus obras pasadas, sus antecedentes históricos, para así de alguna manera poder predecir el comportamiento futuro del individuo.  Pero no crean que estoy hablando necesariamente del sistema legal o jurídico de este país, sino más bien estoy hablando de nosotros mismos.  Porque debemos reconocer que nosotros también muchas veces juzgamos a los demás de acuerdo a lo que sabemos de ellos, de sus obras pasadas.

Sin embargo, Dios si puede ver de verdad nuestro interior.

Entonces, quizás nosotros nunca podamos ver (a simple vista) el verdadero interior de las personas, pero Dios si puede.

Por eso, cuando el hombre sincero se arrepiente de sus pecados con todo su corazón; eso es algo que solo Dios lo puede ver.  Un arrepentimiento genuino y verdadero; eso es algo que solo Dios lo sabe.

Por eso nosotros podemos hacer obras malas, obras que quizás ni los hombres nos perdonen — obras tan malas que quizás ni aun los hermanos de la iglesia nos perdonen — allí es cuando nosotros debemos de acordarnos de que Dios si nos puede perdonar.  Dios si sabe lo que hay en nuestros corazones.  Dios si puede alumbrar nuestro interior, y perdonarnos, y cambiarnos, y hacer de nosotros nuevas criaturas (2 Corintios 5:17).

Por otro lado, los hombres casi siempre nos van a juzgar por nuestras apariencias, por lo que ven externamente.  Por ejemplo, alguien por allí puede pensar que solo porque yo soy hispano o latino, esta persona ya sabe bastante de mí.  Esto se debe a que mucha gente tiene ideas preconcebidas sobre nosotros, sobre los hispanos, que somos así y o que somos asa.  Y como decía hace un rato, quizás otras personas van a tratar de ver un poquito más allá de nuestras apariencias, y van a tratar de juzgarnos de acuerdo a nuestras acciones pasadas, ya sean buenas o malas.  Pero solo Dios es el que puede juzgarnos por lo que realmente somos ahora.  No por lo que fuimos en el pasado, sino por lo que somos ahora, en estos momentos.

Dios es el único que puede realmente iluminar nuestros corazones.

Así vemos que quizás muchos de nosotros, si hemos hecho cosas incorrectas en el pasado — y todos los hemos hecho, y realmente esto no lo digo porque estamos en la cárcel, el mensaje es el mismo dentro y fuera de la cárcel — y como decía, si hacemos algo malo (ya sea pequeño o grande pero si hacemos algo malo); si nos arrepentimos, Dios nos perdona: Dios nos puede dar su perdón.

El hombre quizás no nos perdone, los hermanos y religiosos de las iglesias quizás no nos perdonen — ¡pero Dios si lo hace!  Si realmente el Señor ve en nuestros corazones arrepentimiento, Dios nos va a perdonar.

Por otro lado hay personas que aparentemente hacen siempre lo bueno, tienen títulos de trabajo impresionantes y tienen un lugar muy honroso en la sociedad.  Quizás hasta donan mucho dinero a los pobres, pero si tienen de verdad el corazón limpio y arrepentido, eso es algo que solo Dios lo sabe, y a Él no le podrán engañar.

Entonces aquí se explica el papel importantísimo que jugó Juan el Bautista. Este es otro Juan.  El que esta escribiendo este libro o evangelio es Juan, el discípulo y apóstol de Jesús, uno de los doce.  Pero aquí estamos hablando de Juan el Bautista, el profeta que preparó el camino del Señor Jesús.

Entonces Juan el Bautista tenía una misión divina, preparar el camino del Señor, la voz que clama en el desierto, arrepentirse de sus pecados (v. 23; Isaías 40:3-5).

Que el Señor bendiga su palabra.

El Verbo de Dios – Capítulo 1: 1-5

Juan 1:1: Jesús, el Verbo era Dios

1 En el principio era el Verbo, y el Verbo era con Dios, y el Verbo era Dios.

¿De quien esta hablando el apóstol Juan aquí? ¿Quién es el verbo?

Una de las primeras cosas que el apóstol quiso decir en su evangelio es que Jesús, el Verbo, era Dios.  Esto era tan importante para Juan que lo quiso mencionar antes que nada; es decir, que aún antes el Señor Jesús estuvo en la tierra hace dos mil años, mucho antes que naciéramos, Él ya era nada menos que Dios mismo.  Cristo siempre existió.

Y por supuesto si esto es importante para Dios, también uno puede esperar que esto seria algo que Satanás, a través de los siglos, a tratado de cambiar para engañar a la gente.  Esto es, para que la gente no crea que Jesús también es Dios, y por consiguiente no se salven.

Por eso es que hay una secta, los Testigos de Jehová, que cambia ligeramente la traducción del primer versículo de Juan para distorsionar su significado.  Ellos en su versión distorsionada de la Biblia, traducen el primer versículo como: “En el principio existía la Palabra y la Palabra estaba con Dios y la Palabra era un dios” (marcado en negrita por motivos de énfasis).

Una parte importante que debemos notar aquí es que este culto religioso traduce que Jesús no era Dios (con “D” mayúscula) sino “un dios” (con una “d” minúscula).  Lo que tratan de hacer aquí es insinuar que Jesús no es Dios, no es parte de la Santa Trinidad, sino que Jesús era algo así como «un» dios pequeñito, de menor rango o categoría.

Esto es, por supuesto, una herejía.

Quizás a alguno de ustedes no les parezca que esta distorsión de la palabra de Dios sea una gran cosa, pero si lo es, porque esta gente también afirma que Jesús es el arcángel Miguel.  Si ellos transmiten esta falsa enseñanza sus seguidores, y estas personas creen que Jesús fue solo un ángel, entonces ellos no pueden creer que Jesús es el Hijo de Dios — y no pueden ser por consiguiente salvos.

Un ángel es solo un ser espiritual que no puede salvar a toda la humanidad de todos los tiempos.

Pero si Jesús realmente es Dios, parte de la Santa Trinidad, entonces podemos estar confiados de que podemos ser salvos si creemos en Él.

Entonces, ¿cómo podemos saber cual de las siguientes dos traducciones es correcta en este versículo? ¿La versión de Reina-Valera (la que tenemos nosotros) o la versión de esta secta (llamada Traducción del Nuevo Mundo)?

Hay una forma bien simple que podríamos hacer usando este primer versículo del evangelio según San Juan.  No necesitamos saber griego para averiguarlo, pero noten que en nuestra traducción de Juan 1:1 vemos que hay dos palabras “Dios”, los cuales ambos están con D mayúscula.

Por otro lado, la otra traducción de esta secta también tiene dos palabras “Dios”, pero una con “D” mayúscula y la otra con “d” mayúscula.  En otras palabras, la traducción de esta secta tiene dos palabras Dios que porque están realmente escritas diferentes, implicando que Dios Padre es Dios (D mayúscula) y Jesús es solo un dios menor (d minúscula).

¿Entonces como sabemos cual de estas versiones es verdadera?  Muy simple, yendo al griego original para ver si estas dos palabras en el capitulo uno versículo uno de San Juan son las mismas o no.  Ahora bien, yo personalmente no se hablar griego para averiguar si estas dos palabras “Dios” son las mismas que se utiliza para describir a Dios Padre y Dios Hijo, pero si hay un libro llamado El Estudio Completo del Nuevo Testamento por Spiros Zodhiates, el cual nos dice la traducción de cada una de estos versículos palabra-por-palabra.

En este libro encontré que la palabra Dios para describir al Padre, al Dios Padre Todopoderoso, es la misma palabra Dios que se utilizo para describir al Verbo, es decir a Jesús.  Es más, el autor de este libro, Spiros Zodhiates, quien es un escolar griego-americano, nos dice la clasificación de esta palabra dada por otro teólogo llamado James Strong.  Este segundo señor clasificó en el siglo 19 todas y cada una de las palabras del Nuevo Testamento, les dio un número, y publico los significados de cada una de estas palabras.

De acuerdo a la concordancia de este señor Strong, la primera palabra “Dios” (Dios el Padre), a la cual le dio el numero 2316, viene de la palabra griega Theós, y también la segunda palabra “Dios” (que se usa para referirse al Hijo, también viene de la palabra Theós, que también es la palabra numero 2316 como esta descrita por el Señor James Strong en su famosa concordancia de la Biblia.

Entonces, ¿Por qué me estoy dando el trabajo de explicar todo esto?  Porque así como les mencione arriba que no todos los libros “cristianos” son necesariamente inspirados por Dios, así también algunas traducciones de la Biblia no son traducciones fieles del griego (en el Nuevo Testamento) o del hebreo o arameo (del Antiguo Testamento).

Por supuesto, las traducciones de la Biblia que tienen aquí en esta prisión, en el LCCC, son todas correctas (al menos que alguien venga y les traiga una versión distorsionada que no sepa yo).  Pero les menciono esto para cuando salgan de esta prisión, deben tener cuidado con lo que le den o regalan, sobre todo si son de sectas o cultos que no son muy conocidas.

Es decir, no siempre es bueno leer todo lo que le dan.  Primero es importante leer bien la Biblia, bajo la dirección del Espíritu Santo, orando primero para que Dios nos de la correcta interpretación; y después cuando ya hayamos leído bien la Biblia, yo creo que seria útil leer también otras publicaciones cristianas.  Porque entonces si vamos a estar preparados para discernir lo bueno con lo malo, lo puro con lo alterado, lo que es de Dios y lo que no lo es.

Ahora leamos los versículos dos y tres:

Versículos 2-3: Cristo lo Creó Todo

2 Este era en el principio con Dios.
3 Todas las cosas por él fueron hechas, y sin él nada de lo que ha sido hecho, fue hecho.

Aquí vemos que San Juan continúa hablando del Verbo, de Jesucristo, y dice que Jesús ya existía desde el principio. Desde el principio de la creación del mundo.  Y dice que la creación fue también hecha por Jesús: “Todas las cosas por Él fueron hechas”.

Esto también reafirma que Jesús no fue solo un hombre, como mucha gente por allí cree, sino que Jesús ya existía desde antes de la creación, pues Él es también Dios, también como dice aquí, Dios formo los cielos y la tierra, toda la creación fue hecha por Dios.  El Todopoderoso creó el mundo a través de su Hijo amado, y es el Hijo quien también sustenta todo el universo con su poder (Hebreos 1:3).

Versículos 4 y 6:

4 En él estaba la vida, y la vida era la luz de los hombres.
5 La luz en las tinieblas resplandece, y las tinieblas no prevalecieron contra ella.

¿En los versículos 4 y 5 a que se le compara a Jesús, El Cristo?

Se compara con la Vida y la Luz, pues todas las cosas fueron hechas por Jesús, el Hijo de Dios.  Estas son, por supuesto, dos ilustraciones graficas que tienen como función impartir una enseñanza con respecto a la Persona de Jesús.

¿Por qué creen que a Jesús se le compara con la palabra “Vida”?

Porque Dios es vida, lo contrario a muerte.  Además, el Señor esta hablando de la vida eterna, no la vida terrenal que solo es una etapa temporal para nosotros.  Un camino pasajero.  Después de esta vida en la tierra podemos ir solo a dos lugares: al cielo y al infierno (Mateo 7:13-14 PDT).  Eso es lo que dice la Biblia, y por eso podemos estar seguros que estos lugares si existen, que son reales.

¿Por qué sabemos que el cielo y el infierno son lugares reales?  ¡Porque la Biblia lo dice así!  Nuevamente, la Biblia es la palabra de Dios, y Dios no es hombre para que mienta.  Dios nos creó y realmente Él si sabe quienes somos, que hacemos, y a donde nosotros vamos.

Ahora bien, ¿por qué creen que el Apóstol Juan también compara al Señor Jesús con la Luz?

Porque con la luz se puede ver lo que pasa a nuestro alrededor.  Vemos en donde estamos y vemos también hacia donde vamos.  Si no hubiera luz, seria como si fuéramos ciegos.  Lo mismo pasa con la ceguera espiritual.  Si uno no tiene a Cristo en su corazón, es como si fuéramos ciegos espirituales, pero con Jesús a nuestro lado, podemos ver la luz.  La luz verdadera que alumbra los caminos oscuros del hombre, caminos entenebrecidos por el pecado.  Podemos ver en donde estamos y podemos también ver hacia a donde vamos.

Por último, noten por favor que el comienzo de este evangelio es muy similar al comienzo de la Biblia, al comienzo de Génesis 1: 1, pues ambos comienzan con la misma frase: “En el Principio…”. Aquí, es muy posible que el Apóstol Juan estaba tratando de enfatizar una vez más, que Jesús estaba allí, al comienzo de la creación.  Que Jesús es Dios.  Que Jesús es el Creador, no un ser creado.

CMC