Hijos de Dios – Capítulo 1: 10-18

Nuevamente estamos aquí para continuar con el estudio y la lectura de la palabra de Dios, con el evangelio San Juan, capitulo 1.

Esta noche veremos como el mundo, en su mayoría, no recibió al Señor Jesús, ni lo reconoció como el Hijo Unigénito de Dios.  Veremos también porque aquella minoría que si lo acepto, porque ante los ojos del Señor, ellos si son reconocidos como hijos de Dios.

Veremos entonces porque todos los seres humanos — solo por virtud de su nacimiento — no son necesariamente hijos de Dios.  Porque tiene que haber una experiencia personal.  Una entrega personal a Dios.  Porque es necesario creer que Jesús es el Señor — el Hijo de Dios — y que para que creyendo en Él, seamos salvos (y no salvos por obras sino por gracia).

Leamos entonces la palabra de Dios, pero antes inclinemos nuestros rostros para pedir a Dios sabiduría para entender su palabra y para poder aplicarla a nuestras vidas.  Que sea Él el que nos guíe, nos guarde, nos hable esta noche. Y que recibamos su mensaje con humildad, con aceptación, reconociendo realmente que nosotros no somos nadie, y que el Señor lo es realmente todo.

Oremos.

Versículos 10-14: Los que le Recibieron al Creer en Jesús

10 En el mundo estaba, y el mundo por él fue hecho; pero el mundo no le conoció.
11 A lo suyo vino, y los suyos no le recibieron.
12 Mas a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios;
13 los cuales no son engendrados de sangre, ni de voluntad de carne, ni de voluntad de varón, sino de Dios.
14 Y aquel Verbo fue hecho carne, y habitó entre nosotros (y vimos su gloria, gloria como del unigénito del Padre), lleno de gracia y de verdad.

 

Entonces, en los versículos 10 y 11, leímos que el mundo no recibió al Verbo, al Hijo del Dios.  Que el mundo no conoció, ni recibió al Señor Jesús.  ¿Por qué creen que a pesar que Cristo (como parte de la Santa Trinidad) creó al mundo, el mundo no lo conoció?

Creo que realmente esta pregunta es quizás un poquito más difícil de lo que al comienzo parece. ¿Por qué el mundo no reconoció a Jesús como el Hijo de Dios?

¿Qué piensan ustedes?

¿Por qué creen ustedes que la creación no recibió a su Creador? ¿Algunas ideas o teorías por allí?

Dije que pienso que esta pregunta es difícil, no porque sea necesariamente difícil imaginar las respuestas [y algunas de las respuestas que se han dando pueden ser validas]. Pero pienso que uno siempre debe tener mucho cuidado con estas cosas porque cuando un hace una pregunta acerca de un versículo en la Biblia, uno debe responderlo de acuerdo al contexto bíblico de dicho versículo, nunca sacando el versículo fuera del contexto o fuera de la historia que se esta revisando.

Si uno busca respuestas fuera del contexto bíblico, uno podría terminar sacando conclusiones erradas, equivocadas.  Por ejemplo, alguien por allí podría haber pensado que si la mayoría de los contemporáneos de Jesús no lo recibieron como Dios y Salvador, era por sus apariencias físicas.  Es decir, que a pesar de sus grandes milagros y sus poderosos sermones, aun así, Cristo era — en el parecer físico y ante los ojos de la mayoría — de apariencia promedio (Isaías 53: 2), que en esos términos Jesús parecía ser uno más de la multitud.

El Señor no se vestía con ropas lujosas, ni esplendorosas (Juan 19:23).  Él era muy humilde en su forma de ser y en su forma de vestir.  Por eso (algunos podrían argüir) que a muchos judíos de su época les podría haber sido difícil imaginar que este hombre, de procedencia tan humilde, era nadie menos que el mismo Hijo del Dios.  Pero si lo era y lo siguen siendo en el día de hoy.  A pesar de sus apariencias físicas de aquellos tiempos.

Entonces, esta posible respuesta se podría aplicar muy bien — por lo menos teóricamente — a los sucesos históricos del Siglo I: ¿Por qué los contemporáneos de Jesús, en su gran mayoría, no lo reconocieron como a Hijo de Dios?  La respuesta seria, de acuerdo a esta teoría, que la gente en la época Jesús no lo recibieron como Hijo de Dios porque ellos solo veían las apariencias físicas y materiales del Señor, y no podían entender como un hombre de procedencia tan humilde, de apariencia tan promedio, y de vestimentas tan sencillas, podría ser el mismo Hijo de Dios.

El problema con esta explicación es que esta no se aplica bien al hombre moderno del día de hoy.  Porque la verdad es que nosotros, en el día de hoy, no podemos ya ver a Jesús de una forma física (tal y como lo hacían los judíos del Siglo I).  Entonces esta posible respuesta (aunque podría parecer tan lógica) no puede ser la respuesta correcta o universal porque la verdad es que en el día de hoy, el hombre moderno del Siglo 21, en la actualidad, en su mayoría, todavía rechaza a Dios.

Entonces, de todas formas, como dije hace un momento, lo mejor que uno puede hacer cuando uno tiene una pregunta bíblica es buscar la respuesta dentro del contexto bíblico de dicho versículo, de a cuerdo a la historia o enseñanza que se esta revisando.

Entonces la respuesta correcta la tenemos que encontrar en la Biblia, generalmente en el mismo capítulo, y esta es una regla general importante, pero también algunas veces la respuesta la vamos a encontrar en algunos capítulos cercanos.

En nuestra historia, como recordaran, en el versículo 9 ya se hablaba de la luz que vino al mundo, mientras que en los versículos 10 y 11 se afirma que los hombres, en su mayoría, no recibieron a Jesús.

Pero creo que en este caso especifico, la verdadera respuesta la podemos encontrar mucho más adelante: En el capítulo 3 del evangelio según San Juan, en los versículos 18 y 19:

18 El que en él [en Jesús] cree, no es condenado; pero el que no cree, ya ha sido condenado, porque no ha creído en el nombre del unigénito Hijo de Dios.

19 Y esta es la condenación: que la luz vino al mundo, y los hombres amaron más las tinieblas que la luz, porque sus obras eran malas.

Esta creo que podría ser la mejor respuesta a nuestra pregunta original: «¿Por qué el mundo no recibió a su Creador?»  La respuesta entonces seria que (de acuerdo los versículos que hemos leído) la mayoría de la humanidad no recibió a Jesús, ni lo acepto, porque la gente amaba más las tinieblas que la luz — porque sus obras eran malas.

Esta es la mejor respuesta porque proviene de la Biblia — Es la respuesta bíblica — y si se ponen también a pensar, esta respuesta también tiene mucho sentido.  Si Jesús es la luz del mundo, y nosotros siempre vivimos una vida correcta y sin pecado, no nos va a importar que la gente vea nuestras obras.  Al contrario, vamos a querer muchas veces que la gente note nuestras obras. Porque ellas son buenas.

Por otro lado, si nosotros somos hombres impíos y pecadores, entonces no vamos a querer que la gente vea nuestras faltas y pecados.  Vamos a querer permanecer en la oscuridad para que nuestras obras no sean expuestas.  No vamos a querer, si somos malos, aceptar la Persona de nuestro Señor Jesucristo.

Al menos que Dios obre primero en nuestros corazones, vamos a preferir la oscuridad.

En otras palabras, cuando no hay intervención divina, si el hombre es dejado solo para escoger entre el pecado y la santidad, el hombre siempre va a escoger pecado.  Solo cuando Dios habla directamente al corazón del hombre, recién allí, él va a escoger santidad.  Y esto en si ya es un milagro.

Tiene que intervenir Dios en nuestros corazones para que podamos ser salvos. Todavía tenemos libre albedrío, pero el Señor nos escoge primero.  Todavía tendremos la libertad de rechazar rechazar a Dios, pero Él todavía nos da a escoger.

Esto podrá parecer una contradicción, pero lo que pudiera parecer ilógico para nosotros, es lógico para Dios.  El señorío de Dios y el libre albedrío son dos enseñanzas bíblicas.  Ya veremos más de esto más adelante.

Esto ya va tocando el tema de los versículos 12 y 13, donde dice que los hijos de Dios “…no son engendrados de sangre, ni de voluntad de carne, ni de voluntad de varón, sino de Dios”.

Ahora les voy a hacer otra preguntita a ustedes.  Esta si creo que más fácil.  ¿Que quiere decir con esto, que los hijos de Dios no son “engendrados de sangre, carne, ni de voluntad de varón”?

En realidad, yo por lo menos pienso que esto quiere decir que uno no es “hijo de Dios” solo por razón de nacimiento, por la religión de los padres, por razón étnica, o nada parecida.  El hecho de que uno nazca en un hogar cristiano no significa que uno va a ser automáticamente hijo de Dios.

Por ejemplo, por allí uno podría decir que nació de una familia cristiana y conservadora, católica o evangélica, una familia muy piadosa y reconocida en su pueblo, de buenas «obras de caridad», pero esto no creo que significa mucho para Dios.

Lo que a Jesús le importa no es de donde vienen; o si tus padres son cristianos o no; o si te bautizaron de niño o no.  Lo que Dios quiere ver es tu interior: como eres tú realmente, y de acuerdo a lo que Él mira en ti, te podrá llamar hijo suyo, es decir de acuerdo a su preconocimiento de tu persona, su voluntad infinita y sobre todo de acuerdo a su amor incomprensible.  (Ver también Juan 1:12-13 Explicación).

Leamos ahora los cuatro versículos siguientes.

Versículos 15-18

15 Juan dio testimonio de él, y clamó diciendo: Este es de quien yo decía: El que viene después de mí, es antes de mí; porque era primero que yo.
16 Porque de su plenitud tomamos todos, y gracia sobre gracia.
17 Pues la ley por medio de Moisés fue dada, pero la gracia y la verdad vinieron por medio de Jesucristo.
18 A Dios nadie le vio jamás; el unigénito Hijo, que está en el seno del Padre, él le ha dado a conocer.

Versículo 16 y 17 hablan de la ley de Moisés y la gracia de Jesucristo, ¿que relación se podría establecer entre la ley de Moisés y la gracia de Jesucristo?

En otras palabras, ¿Que papel desempeñó Moisés en el plan de Dios para con el hombre? y ¿Cual fue la obra que Jesús terminó para salvar a la humanidad de sus pecados?

Moisés trajo la ley de Dios al pueblo judío.  Dios reveló al pueblo israelita, por medio de Moisés, su nombre; Jehová, le dio su ley, los 10 mandamientos; y les dio instrucciones al pueblo judío sobre lo que tenían que hacer sus sacerdotes para con relación a los sacrificios para la remisión de sus pecados.

Pero viendo que sus sacrificios no podían lavar los grandes pecados de los israelitas, Dios dio a su Hijo Unigénito para la salvación de sus pecados.

Para lograr este propósito, el perdón de sus pecados, los sacerdotes tenían una serie de rituales y sacrificios en los cuales sacrificaban animales, para la remisión de sus pecados, incluyendo la remisión de los pecados de los mismos sacerdotes.  Este sacrificio consistía en parte de sangre de machos cabríos y de becerros.

En Hebreos 9: 7, se habla brevemente de este tema:

…pero en la segunda parte, sólo el sumo sacerdote una vez al año, no sin sangre, la cual ofrece por sí mismo y por los pecados de ignorancia del pueblo.

Entonces, el sumo sacerdote tenia que ofrecer sangre de machos cabrios y becerros para que Dios le perdonase los pecados del sumo sacerdote y los del pueblo israelita — pero esto no término agradando a Dios.  Los israelitas seguían pecando más y más, y de acuerdo a la ley de Moisés, el que transgredía una sola ley, ya era declarado transgresor de toda la ley (Santiago 2: 10-11).

Es allí cuando Jesús Cristo, el Hijo Unigénito de Dios se ofrece para dar su propia sangre para el perdón de los pecados, sangre limpia y sin pecado, sangre agradable de Dios.

En Hebreos Capitulo 10, versículo cuatro y en adelante dice:

4 porque la sangre de los toros y de los machos cabríos no puede quitar los pecados.
5 Por lo cual, entrando en el mundo dice:
Sacrificio y ofrenda no quisiste;
Más me preparaste cuerpo.
6 Holocaustos y expiaciones por el pecado no te agradaron.
7 Entonces dije: He aquí que vengo, oh Dios, para
8 hacer tu voluntad,
Como en el rollo del libro está escrito de mí.

Cristo Jesús, siendo el Hijo de Dios, no tenia que ofrecer sacrificio cada año, como lo hacia el Sumo Sacerdote, sino solo una sola vez, y ese sacrificio era suficiente para salvar a toda la humanidad.

El misterio de Dios, su Santa Trinidad, el perdón de los pecados — todos estos son conceptos difíciles para entender al ser humano en su plenitud.  También es muy difícil comprender la magnitud del amor de Dios, que sacrifico a su propio Hijo, para nuestra salvación (Romanos 8:32).  Para nosotros — seres insignificantes comparados a Dios; seres capaces de hacer tantas maldades, que no merecemos ni siquiera estar en la memoria de Dios.  Aún así, Dios nos amo, y fue por ese gran amor que Él nos perdonó.  Nos dio un regalo infinito: la vida eterna.

Pero para reclamar ese perdón, recibir la gracia de Jesucristo, hay un paso más que tomar: Creer que Jesús Cristo es el Hijo de Dios, arrepentirse de los pecados, y entregar nuestras vidas a Dios.  Es necesario hacer esto.  Es necesario reconocer que somos pecadores, y pedirle a Dios su perdón, el cual es gratis; gratis para nosotros, aunque no fue gratis para Dios.  Pero el precio ya ha sido pagado, Jesucristo lo hizo, por medio de su muerte en la Cruz.

Solo así vamos a ser constituidos «hijos de Dios«, no por voluntad física de nuestros padres, quien también pueden ser cristianos, pero esto no nos hace automáticamente cristianos. Tiene que haber una conversión personal.  Una experiencia personal.

Ese primer paso lo tomara Dios, y si sientes en tu corazón el llamado, si entiendes con tu mente las implicaciones de tomar ese primer paso de fe,  lo mas probable es que Jesús te este tocando la puerta de tu corazón ahora.  Dios quiere glorificarse en el templo de tu cuerpo.  Permite al Santo Espíritu e Dios hacer su obra en ti.

El siguiente paso tiene que ser tuyo…

Que el Señor bendiga su palabra.

Amén.