Testimonio de Juan – Capítulo 1: 19-28

Continuamos con el estudio del Evangelio según San Juan, con el Capítulo 1, versículos 19 al 28.  Esta noche veremos el papel que desempeñó Juan el Bautista en el Nuevo Testamento, el profeta que preparo los caminos del Señor Jesús.  Pero antes, quisiera ilustrar un ejemplo por medio de una analogía.

Una pregunta.  Digamos que ustedes tienen como pasatiempo favorito la historia.  Y que les fascina leer todo relacionado con este tema, incluyendo la historia de los Estados Unidos.  Digamos también que quisieran saber sobre la vida de alguna persona famosa — digamos en este ejemplo sobre la vida de Abraham Lincoln — el presidente norteamericano que es famoso por haber dado la libertad a los esclavos.  Y que aquí, en la biblioteca de la cárcel solo tienen tres libros sobre el tema, y que se les permite tomar prestado solo UNO de ellos,  ¿Cuál de los siguientes libros leerían?

Libro A: Un libro escrito por un famoso historiador contemporáneo (es decir de nuestros días), quien a su vez, ha leído también muchísimos libros acerca de Lincoln, incluyendo libros escritos solo por otras personas de aquellos tiempos.

Libro B: Un libro escrito por un periodista que vivió en los tiempos del Sr. Lincoln, y que tuvo la oportunidad de escribir varios reportajes en la época sobre el ex-presidente.  Un escritor quien vio personalmente a Lincoln, pero solo en momentos de entrevistas periodísticas o en actos públicos.

Libro C: Un libro escrito por el mejor amigo de Abraham Lincoln, quien fue también su consejero personal desde el momento que Lincoln era un abogado hasta sus últimos días.

Nota: Este ejemplo fue tomado y adaptado del libro John: Encountering Christ in a Life-Changing Way (Juan: Encuentro con Cristo de una Manera que Transforme la Vida), páginas 13 y 14.

¿Cual de estos tres libros preferirían leer?

Me imagino que preferirían leer el Libro C, el tercero, pues este personaje, siendo un amigo y consejero cercano a al presidente, es el que conocería al Señor Lincoln mejor que nadie.

De la misma manera, el Evangelio según San Juan es uno de los mejores libros de la Biblia que tenemos para aprender sobre nuestro Señor Jesucristo, pues fue escrito por una persona bastante allegada a Jesús; es decir, fue escrito por un amigo cercano a Él, Juan el Apóstol, el «discípulo amado» de Jesús.

Juan describe la vida y las enseñanzas de Cristo desde un punto de vista que va mas allá de simples hechos históricos.  Él no solo relata las historias de la vida de Jesús, sino que también muchas veces nos explica sus enseñanzas y sus significados teológicos.  Quizás mejor que cualquier otro escritor bíblico, Juan fue utilizado por el Espíritu Santo para hablarnos directamente a nuestras mentes y corazones.

Todos los libros de la Biblia son igualmente inspirados por Dios, pero creo que este evangelio en particular podrá ser de bendición especial para nosotros.

Continuemos entonces con la lectura de la palabra de Dios, leyendo Juan capitulo 1, versículos del 19 al 28.  Pero antes de empezar, porque no inclinamos nuestros rostros para orar y pedir al Dios Todopoderoso que sea Él realmente el que dirija esta pequeña reunión.

Oremos.

Testimonio de Juan el Bautista

(Revisar primero 6-8 por motivos de contexto)

6 Hubo un hombre enviado de Dios, el cual se llamaba Juan.
7 Este vino por testimonio, para que diese testimonio de la luz, a fin de que todos creyesen por él.
8 No era él la luz, sino para que diese testimonio de la luz.

19 Este es el testimonio de Juan, cuando los judíos enviaron de Jerusalén sacerdotes y levitas para que le preguntasen: ¿Tú, quién eres?
20 Confesó, y no negó, sino confesó: Yo no soy el Cristo
21 Y le preguntaron: ¿Qué pues? ¿Eres tú Elías? Dijo: No soy. ¿Eres tú el profeta? Y respondió: No.
22 Le dijeron: ¿Pues quién eres? para que demos respuesta a los que nos enviaron. ¿Qué dices de ti mismo?
23 Dijo: Yo soy la voz de uno que clama en el desierto: Enderezad el camino del Señor, como dijo el profeta Isaías.
24 Y los que habían sido enviados eran de los fariseos.

¿Quién era Juan?

¿El Cristo?

Entonces, como ustedes sabrán, en aquellos tiempos los judíos esperaban la llegada del Mesías — del Cristo — desde hacia mucho tiempo.  Juan parecía saber lo que le iban a preguntar, por eso les dijo claramente en el versículo 20 que él no era el Cristo.

Noten, por otro lado, que los Israelitas no le estaban preguntando tampoco por su nombre “Juan”, pues ellos si sabían que su nombre era Juan.  Sino que al igual que muchos hombres en nuestros tiempos (donde muchas veces el título o rango de la persona era más importante que el mismo nombre) — esta gente religiosa no quería realmente preguntarle cual era su nombre, sino cual era su misión en la tierra.

Estos fariseos, sacerdotes y levitas (v. 19 y 24) habían venido desde la capital (Jerusalén, v. 19), caminando varios días a pie o quizás cabalgando con burritos, y querían entonces saber cual era su misión o propósito; porque predicaba así (con autoridad); y sobre todo porque Juan bautizaba.  Pues aunque Juan no quería darse crédito así mismo, él si creía en la necesidad de bautizar a aquellos que se arrepentían de sus pecados.

Por eso, decirles que su nombre era Juan estaba de más.  Juan el Bautista parecía saber lo que esta gente tenia en sus mentes.  Estos hombres de religión aparentemente pensaban que Juan era el Cristo, o quizás más bien sospechaban que quizás Juan estaba diciendo por allí a sus discípulos que él era el Cristo.  Por eso, Juan se les adelanto a decir que él no era el Cristo, que Juan no era el Mesías prometido.

De todas formas, aunque Juan hubiera sido el Cristo (lo cual no era así), los judíos tenían una idea distorsionada sobre el que iba a ser el Cristo.  Ellos sabían, por ejemplo, que iba a ser descendiente de David, un rey israelita, lo cual era verdad.  Jesús, el Cristo, era legalmente descendiente del Rey David.

Pero quizás por esto, los judíos esperaban que el Cristo o el Mesías fuera a ser un líder militar que los iba a liberar de la opresión romana.  Bueno, como ustedes ya saben, Juan no era el Cristo, Jesús es el Cristo (y digo “es” no “era” pues Cristo vive en estos mismos momentos), y que Él vino para liberarnos del pecado.  Es decir Jesucristo vino para lograr un cambio espiritual en nuestros corazones, no para promover un cambio político o militar en Palestina.

¿Elías?

Por otro lado, como segunda pregunta (o primera pregunta explicita), este grupo de religiosos judíos le preguntó también a Juan en el versículo 21 si él era el profeta Elías, a lo que Juan también les respondió que no, que Juan el Bautista no era Elías el profeta.

Ahora bien, ¿alguno de ustedes sabe por qué entre tantos profetas que los Judíos habían tenido en el Antiguo Testamento, por qué de todos ellos los judíos le preguntaron precisamente por Elías?  ¿Por qué Elías?  ¿Por qué no Moisés, o Eliseo, Samuel, Isaías, Jeremías, Ezequiel, Óseas o algún otro profeta del AT?

Bueno, primero que nada, noten que Dios no había mandando a ningún profeta a la tierra hace 400 años.  ¡Cuarenta décadas!  Esto es bastante tiempo. Estaban pues a la expectativa de que algo grande iba a pasar.  Ellos estaban pues, muy alertas sobre la venida de un profeta nuevo o la venida del Mesías, y el profeta Elías era uno de los que esperaban que viniese antes que el Cristo.

Además, Elías nunca murió.  Él fue llevado al cielo vivo, y en carne y huesos.  Es una historia un poco larga, por eso no creo que la debamos leerla aquí.  Pero si desean leer la historia completa más adelante, cual si les recomiendo, la encontraran en 2 Reyes 2: 11 (página 363 en mi Biblia).

Los judíos también habían interpretado que Dios había dicho por medio de otro profeta, Malaquías, que antes que viniese el Mesías, tenia que regresar Elías, el profeta que nunca conoció la muerte.  Esto es porque en Malaquías 4: 5 (p. 872) dice:

He aquí, yo os envío el profeta Elías, antes que venga el día de Jehová, grande y terrible.

Sin embargo, después vemos que Jesús aclaró que lo que Dios quiso decir por medio de Malaquías era que Juan el Bautista iba a venir con el espíritu y el poder de Elías (Mateo 11:14), no que Elías iba a bajar del cielo, con el mismo cuerpo y alma con el que subió al cielo hacia 900 años atrás.  Por eso le preguntaban a Juan si él era Elías.

¿EL Profeta?

También le preguntaron en el versículo 21 si Juan era el profeta.  Noten que dice “el” profeta (con artículo definido), no “un” profeta (con artículo indefinido).

Y la verdad es que la primera vez que leí estos versículos, yo también pensé que estos judíos se referían a cualquier profeta en general.  Pero no.  Cuando me preparaba por primera vez para esta clase bíblica descubrí que estaban hablando de un profeta en particular, uno que Dios le prometió a Moisés en Deuteronomio 18: 15 (p. 196):

Profeta de en medio de ti, de tus hermanos, como yo, te levantará Jehová tu Dios; a él oiréis;

Pero a esto también Juan el Bautista les dijo que no; él no era tal profeta tampoco.  Sin embargo, parece que los sacerdotes y levitas tenían el presentimiento que algo grande iba a pasar, y que Juan no era simplemente otro Juan más de entre la multitud.  No por las puras tendría tantos seguidores.  Tenia que ser alguien más.

Además, estas personas que habían venido desde Jerusalén, habían viajado quizás varios días, no iban a regresar a la capital para decirles que solamente sabían que Juan no era ni el Cristo (el Ungido de Dios), ni Elías, ni el profeta del que hablo Moisés.  Estos entonces tenían que justificarse con sus preguntas.

Por eso este grupo de hombres religiosos insistían a Juan que ellos tenían que llevar una respuesta especifica a los que los mandaron, y decirles a esa gente importante de Jerusalén quien era realmente Juan, para saber la misión de este hombre bajo la tierra.  Entonces Juan respondió (en el versículo 23):

Yo soy la voz de uno que clama en el desierto: Enderezad el camino del Señor, como dijo el profeta Isaías (Isaías 40:3, p. 679).

Juan no estimaba importante decir quien él realmente era

Ahora les voy a hacer otra pregunta.  A Juan le estaban preguntando si él era el Cristo, Elías, o el profeta que menciono Moisés; para lo cual Juan contestó negativamente en todos estos casos.  En otras palabras, le preguntaban uno por uno quien podría ser él, quizás porque sintieron que como que Juan no quería realmente cooperar mucho con esta delegación judía. 

Después cuando insistieron, Juan dijo les contestó que él era la «voz de uno que clama en el desierto: Enderezad el camino del Señor.»  Ahora bien, ¿Por qué creen que Juan estaba respondiendo así?  ¿Estaría Juan esquivando todas estas preguntas, no queriendo él realmente contestar?

Énfasis en el mensaje, no en el mensajero

Yo personalmente creo que para Juan, no era realmente importante decir quien era él.  Aunque les contestaba con la verdad (por ejemplo él dijo que no era él el Cristo), no les decía que él era simplemente un «profeta» llamado Juan — porque para Juan, no era importante realmente quien era él.

Lo importante era lo que decía: su mensaje.  Y esto hoy en día no debe cambiar, realmente lo que importa no es el mensajero de Dios, sino el mensaje que Dios mismo trae al pecador.  Cada uno de los mensajeros del evangelio de salvación solo deben verse a sí mismos como una herramienta más de Dios.  La gloria siempre debe ser para Dios, no para el hombre.

Esto es también un gran contraste que vemos con muchos lideres religiosos y políticos de hoy.  Estos últimos generalmente se quieren gloriar a si mismos, y en sus campañas publicitarias ponen sus nombres muy en alto.  Los actores de televisión y todas las personas importantes del mundo también buscan gloriarse a si mismos promocionando sus nombres con letras gigantescas, algunos de ellos van a los extremos de inclusive hacer logotipos con sus nombres.

Pero, nuevamente, este no era el caso en nuestra historia de hoy.  A Juan el Bautista no le importaba gloriarse a si mismo, sino que lo que era importante para él era el mensaje que él estaba tratando de transmitir: Que enderecharan sus caminos — que abrieran y prepararan sus corazones a Dios.

Esto me parece, nuevamente, que es también un buen ejemplo para todos los pastores y religiosos de hoy, que no busquen glorificar sus propios nombres, llamándose así mismos en algunos casos «apóstoles» porque el titulo de «pastor» ya no les parece lo suficientemente atractivo como para sus personas.  Los mensajeros que realmente conocen a Dios deben de regresar más bien a lo básico del Cristianismo, lo cual incluye hablar del mensaje divino de Dios para la salvación de todas las almas.

El Bautismo

25 Y le preguntaron, y le dijeron: ¿Por qué, pues, bautizas, si tú no eres el Cristo, ni Elías, ni el profeta?
26 Juan les respondió diciendo: Yo bautizo con agua; más en medio de vosotros está uno a quien vosotros no conocéis.
27 Este es el que viene después de mí, el que es antes de mí, del cual yo no soy digno de desatar la correa del calzado.
28 Estas cosas sucedieron en Betábara, al otro lado del Jordán, donde Juan estaba bautizando.

Los Fariseos: ¿Por qué pues bautizas?

Juan bautizaba con agua como ejercitando una profesión de arrepentimiento, como un signo externo de la bendición espiritual interna que iba en anticipación de la venida de Cristo, el cual si iba a bautizar con el Espíritu Santo (Mateo 3: 11).  Este es el Mesías, a quien Juan les dijo que estaba en medio de ellos (pues Jesús ya estaba en la tierra en forma humana y estaba además a punto de empezar su ministerio), y de quien el profeta Juan dijo que él no era inclusive digno de desatar la correa de su calzado.

En aquellos tiempos, los discípulos y seguidores de cada maestro no solían pagarle sus lideres por impartir sabiduría.  Sin embargo, se esperaba que los discípulos sirvieran al maestro en ciertas formas, pero nunca desatando la correa de sus sandalias.  Este era un acto que se consideraba demasiado degradante, algo que solo los esclavos de más bajo estatus podrían hacer.  Por eso, los maestros estaban prohibidos de esperar esto de sus discípulos.

Cuando Juan dijo que él no era digno de desatar ni siquiera la correa del calzado de Cristo, Juan estaba tratando de explicar que él no era nadie — absolutamente nadie — comparado al que estaba a punto de empezar su ministerio, Jesús, el Hijo de Dios.  Los lideres judíos estaban preguntando a Juan sobre Juan, la persona equivocada.  Ellos deberían preguntar más bien quien era Aquel del cual hablaba Juan — pero esto no lo hicieron — lo cual es algo increíble.

El Bautismo para los cristianos

En esos días, cuando Juan bautizaba en el rio, él probablemente tomaba el peso del que iba a ser bautizado, lo sumergía en el agua, y luego lo levantaba del agua.  Este era entonces un acto físico externo que simbolizaba un cambio espiritual interno.  ¿Alguno de ustedes saben porque este rito todavía se practica así, en nuestros días, un pastor toma el cuerpo de la persona, lo sumerge bajo el agua, y la sube arriba?  ¿Qué simboliza entonces este acto?

Este acto físico simboliza un cambio espiritual muy profundo, es decir, el que se bautiza baja dentro del agua, simbolizando su muerte al mundo; y al subir del agua, esto simboliza que esta resucitando para con Cristo Jesús.  Es decir, la persona siendo bautizada, se arrepiente de sus pecados, muere a las cosas de este mundo, y resucita tal y como Cristo mismo resucitó de entre los muertos, a los tres días después de su crucifixión.

Si alguno esta interesado en analizar este tópico más profundamente, ver Romanos 6: 3-8.  Esta es una de las interpretaciones cristianas sobre el bautismo; una expuesta por San Pablo.  También hay otras interpretaciones, pero esta es la que yo creo que más se menciona.

El Bautismo para los judíos

Sin embargo, ¿alguno de ustedes sabe cúal era el papel que desempeñaba el bautismo en la religión judía?  ¿Era el bautismo un acto simbólico practicado por los mismos judíos ya creyentes, o este era más bien un ritual de purificación reservado solo para los que se convertían al judaísmo?

¿Quiénes podían bautizarse?

Cuando algún gentil (es decir, una persona no judía) se convertía al judaísmo, si era hombre se circuncidaba.  Además de esto, todo nuevo creyente (sea hombre o mujer) tenía que purificarse (bautizarse).  Este rito religioso simbolizaba una limpieza espiritual de todo lo que era gentil o pagano.

Pero, Juan el Bautista estaba realmente causando escándalo en Palestina al insistir que todos los judíos también tenían que bautizarse; todos — que inclusive la crema y nata del judaísmo — los fariseos y saduceos, e inclusive los que tenían alto rango en aquella religión, se bautizaran.  ¿Se imaginan lo que es esto?

Pongamos esto en perspectivas actuales.  Supongan, que viene un hombre vestido de pieles de camello, que se alimenta de solo miel y langostas (saltamontes).  Este viene a ustedes, y al verlo, creen al comienzo que es un loco más de la calle, pero después de escucharlo, se maravillan que esta predicando la palabra de Dios.

Después, se enteran, que esta persona que se viste con piel de camello y se alimenta solo de miel y langostas es actualmente escuchado por las masas; y no solamente eso, las autoridades no le hacen nada porque le tienen miedo.  Y lo que es más sorprendente aun, les dice que aun inclusive conocidos pastores «evangelistas» como Joel Osteen, Benny Hinn, y grandes lideres católicos, como el propio Papa, tienen que volverse a bautizar.  ¿No seria esto un escándalo?  Por supuesto que lo seria, y más aun si estas autoridades religiosas no sabrían quien era realmente este predicador.

Ahora veamos porque los judíos relacionan a Juan el Bautista con alguna de estas figuras escatológicas (relacionados al fin del mundo) que habíamos hablado antes; es decir, el Cristo, Elías, o “el” profeta.

¿Quién sería el que bautizaría de acuerdo al Antiguo Testamento?

Basado en Zacarías 13:1, donde dice que habrá «un manantial abierto… para la purificación del pecado y la inmundicia«, y especialmente en Ezequiel 36:25, en donde se habla sobre «agua limpia» que limpiará las «inmundicias» de los judíos; algunos eruditos entendían que todos iban a ser bautizados solo en los días finales, para la venia del Mesías.  Pero como Juan negaba que él era el Mesías, los Fariseos querían entonces una explicación del porque Juan estaba bautizando.

Reflexión Final

Como vimos también antes, Juan en vez de contestarles porque bautizaba, les dice que su bautismo era solo de agua, pero que –- en esos mismos momentos — ya había alguien entre ellos quien si seria el que estaban buscando.  Es decir, ya estaba en el mundo alguien entre los propios judíos que, ellos mismos no conocían, pero quien existía aún antes Juan, y quien este no era ni siquiera digno de desatar la correa del su calzado.

Ahora no sabemos que exactamente pasa después de esta declaración.  Pero yo me imaginaria que los judíos le deberían haber preguntado quien era ese tal Señor tan importante que venia, pero aparentemente los fariseos no le preguntaron por esa Persona.  Quizás no estaban interesados en su doctrina, solo querían saber que era lo que Juan decía de si mismo; y por más que Juan quería apuntarles hacia el Hijo de Dios, decirles que él mismo (Juan) era solo un enviado, los fariseos no estaban interesados en escuchar una respuesta a la pregunta que Juan quería que les hiciera.

Muchas veces pienso que aquí en este lugar, los reclusos tienen también muchas preguntas que quieren hacerle a Dios, pero solo para escuchar una respuesta determinada, que reafirme sus convicciones personales, sin querer escuchar realmente la voz de Dios.  Muchos reclusos, por ejemplo, quieren saber porque están aquí.  Si realmente lo que hicieron era tan malo como para merecer estar entre las rejas.

Quizás algunos de ustedes tenían planes de juntar dinero por unos meses o años, y después de eso, irse a sus países a trabajar y poner un negocio allí.  Quizás pensaban casarse y juntar para comprar una casita y ser así «felices».  Pero de repente, ¡pun!, vino la migra, y todos sus sueños, planes, y aspiraciones se fueron al piso.  Se rompieron sus ilusiones, sus esperanzas, y ahora se ven en una situación que quizás les parezca que no tienen a donde ir.  Quizás les parezca que están en un callejón si salida.  Sin esperanza y sin futuro.

Pero yo estoy aquí para decirles que las cosas no pasan así por así.  Que hay un Dios sobre los cielos que siempre mira las obras de los hombres.  Alguien realmente Grande y Omnipotente Quien realmente sabe que los años que vivimos en este mundo son realmente pasajeros y que realmente estos tiempos que estamos aquí hay algo inclusive más importante de que preocuparse.

Estoy aquí también para decirles que al venir aquí, a este estudio Bíblico, de una forma voluntaria, quizás ya estaban tomando una actitud adecuada.  Pero tal vez, a pesar de tener la actitud apropiada, aun así, se estaban haciendo las preguntas equivocadas.  Se están preocupando de cosas que aunque son importantes, son sin embargo pasajeras.

Por favor no me vayan mal entender –- Dios sabe lo importante que es para ustedes su trabajo, su bienestar económico, su familia; pero hay algo aun más importante que quizás ustedes, algunos de ustedes, han estado desatendiendo:  Su salvación eterna.

Por eso es importante hablar más bien de Jesús.  El Hijo Unigénito de Dios.  El Dios hecho carne que vino a nosotros hace más bien de dos mil años para que nosotros un día pudiésemos ser salvos.  La pregunta que es realmente más importante, la que se deberían hacer es:  ¿Quien es Jesús y que es lo que realmente Él representa para ti?

Si para ti Jesús fue solo un hombre lejano, un buen predicador, alguien que invento una buena religión.  Bueno, eso es entonces será Jesús para ti, y allí se acabo la historia.  No han consecuencias eternas como resultado de tal razonamiento u opinión.

Pero si tu crees en tu corazón que Jesús es realmente el Señor, el Creador del Mundo, el Dios hecho carne; y quieres que el Señor te de más fe para que sigas creyendo eso, entonces lo que tienes que hacerle es confesar con tu boca que Jesús es el Señor, el Hijo del Dios Viviente.

No te voy a decir que es necesario que entiendas completamente bien todo lo que se refiere al cielo, el misterio de la Santa Trinidad, el perdón de los pecados, la resurrección de entre los muertos.  Todas esas cosas son cosas importantes, pero se pueden aprender a su debido tiempo, pues en estos momentos, este no es un examen de religión.  Lo que les voy a pedir es tomar un paso de fe, consciente de sus implicaciones, el primer paso que puede comenzar un largo peregrinaje a la Tierra Prometida.

Jesús mismo dijo en Apocalipsis 3: 20: “He aquí, yo estoy a la puerta y llamo; si alguno oye mi voz y abre la puerta, entraré a él, y cenaré con él, y él conmigo.

Dios quiere que le des tu corazón.  Jesús tiene el poder de abrir la puerta de tu corazón a la fuerza, pero esa no es su voluntad.  Dios no nos creo como robots que le obedecieran al Creador sin voluntad propia.  Dios nos dio libre albedrío para escoger entre el bien y el mal; y hoy día, esta es tu oportunidad para escoger el bien, lo justo, la salvación.  Esta es tu oportunidad para escoger a Jesús como tu Señor y tu Salvador.

Dios no te esta prometiendo que vas a salir de la cárcel de un momento a otro, y que después vas a conseguir el mejor trabajo que deseas, y que de allí tus problemas se van a arreglar de la noche a la mañana antes del desayuno.  Si, Dios te quiere ayudar y tiene un camino específico para ti, pero uno tiene que esperar que todo pase en el horario de Dios, no en el de los hombres.

Quizás los planes específicos para ti, sea un camino modesto, sencillo, como servir en el futuro como un diacono, o quizás aun como un pastor de una iglesia, cuando salgas de aquí.  O tal vez Dios tiene otros planes diferentes para ti, para que seas un hombre de negocio en el futuro.  O que quizás no lo seas — pues las riquezas generalmente pueden ser un obstáculo al Cielo.  Yo no he venido aquí a compartir las falsas promesas de la Teología de la Prosperidad.

Yo no se que es lo que Dios tiene preparado específicamente para ti en este mundo, si lo aceptas a Él.

Pero hay algo que si te puedo prometer, no en mi nombre — porque yo no soy nadie — sino en el nombre de Dios.  El Señor si te puede brindar una vida llena de gozo, a pesar de la pobreza o riqueza que Él te quiere dar; gozo y plenitud a pesar de las pruebas y dificultades por la que atraviesas ahora.  Y sobre todo, Dios si te puede prometer la vida eterna.  Un lugar en el cielo.

Jesús mismo dijo Juan 14: 1-3:

1 No se turbe vuestro corazón; creéis en Dios, creed también en mí.
2 En la casa de mi Padre muchas moradas hay; si así no fuera, yo os lo hubiera dicho; voy, pues, a preparar lugar para vosotros.
3 Y si me fuere y os preparare lugar, vendré otra vez, y os tomaré a mí mismo, para que donde yo estoy, vosotros también estéis.

Después Jesús dice en el versículo 27, del mismo capitulo 14 de Juan:

27 La paz os dejo, mi paz os doy; yo no os la doy como el mundo la da. No se turbe vuestro corazón, ni tenga miedo.

Si deseas entablar una relación personal con Jesucristo, yo te invito a que levantes tu mano como señal de aceptación para que repitas conmigo una simple oración.

No tengas miedo ni te avergüenzas de Dios.  Si tú te avergüenzas de Dios ahora, el Señor también se avergonzara de ti delante de sus ángeles.  Si ya alguna vez en tu vida has aceptado a Cristo en tu corazón, yo te invito a reafirmar de todas formas ese hermoso paso de fe, levantando tu mano nuevamente, como diciendo al Señor todos los días que “yo te amo, y quiero que seas mi Señor y mi Dios por el resto de mi vida

Si quieres hoy entregar tu vida a Dios, o si ya se la has entregado antes y quieres hoy día reafirmar nuevamente tu fe, pues tu sabes que te apartaste de Él; yo te invito de todas formas a que repitas esta oración en voy alta y sin pena o vergüenza.  Pues vergüenza se tiene para robar o hacer cosas malas.  Tantas personas hay aquí que han hecho cosas realmente malas y sin tener vergüenza o remordimiento: ¿Por qué pues vas a tener tu vergüenza de aceptar que eres un pecador y que necesitas del amor y protección de Dios?

Si esta es tu decisión, por favor repite con voy alta esta oración:

Señor Jesús, reconozco que soy un pecador.
Gracias por venir al mundo para morir por mis pecados.
Gracias Espíritu Santo por su amor y consolación.
Y a Usted, oh Dios Padre celestial, gracias por mandar a Jesús, su Hijo Unigénito, y al Espíritu Santo, nuestro Consolador.
Gracias por Jesús, a quien Usted lo levanto de entre los muertos.
Y que hoy esta sentado a su diestra.
Confieso con mi boca que Jesús es el Señor.
Creo en mi corazón que es Dios.
Reconozco oh Señor que soy un pecador.
Y en estos momentos le pido perdón por todos mis pecados.
Deseo cambiar como persona, con Su ayuda, y empezar así una nueva vida, ser nueva criatura, viviendo en santidad.
Le entrego oh Dios mi alma, mi espíritu, mi corazón, mi mente, mis fuerzas, todo lo que tengo se lo doy.
En el nombre de Cristo Jesús lo hago y le pido estas cosas.

Amén.

Dios les bendiga.